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La mañana se estaba pasando, pero para alguien era como recién comenzar a dormir, entre las sábanas calientes una buena almohada y su pancita gordita. Si, nuestro Hidan no se inmutaba al mundo de la realidad, los sueños eran mejores cuando estaba pasando por momentos caóticos.

Se volteo sin querer y para desgracia alguien pinchó su nariz, iba a decir que se fuera pero una y otra vez, ya era mucho. Abrió sus ojos hinchados y se vieron.

Era Kakuzu ¿desde cuando estaba allí? ni le importaba

- Vamos a desayunar, ya se hace tarde - con desgano le dio la espalda y se volvió acostar - debes Alimentarte bien, mis niños nacerán fuertes.

- No quiero - susurro, adormilado

- Además alguien vino a buscarte, es Mizuho creo. Algo así dijo.

Para los otros veinte minutos, Hidan ya caminaba detrás de Kakuzu, con una sonrisa en el rostro, pensaba salir e ir a visitarlo debían comprar para sus crías. Pero ya que el se ofrecía nada más estaba mejor que eso.

- ¿Dónde está? - pregunto mirando el amplio espacio de la habitación donde comían. Habían pocas personas.

- Fue una mentira piadosa, pero ya que estamos aquí, hay que comenzar- Hidan tocó su hueso frontal, no se enojaría por la seguridad emocional de su embarazo, con cuidado caminó hacia donde el moreno se dirigía con ese porte de fuerte.

Se sorprendió al ver que los jóvenes de la cocina se apuraron en hacer el trabajo, vio a Itachi moverse por su lado, y a Deidara tomar leche. El rubio solo le sonrió desde lejos y haciendo fotosistesis.

- A donde vamos

- Solo camina - pidio.

Pocos pasos se vieron en el jardín que no disfruto cuando vivió con tranquilidad, tenía una mesa de centro y esa mesa llevaba una gran sombrilla, el desayuno consistía en panes tostados, huevos y frutas. Encontró salchichas y chocolate. Había café negro y jugos seguido una pequeña canasta de huevos y panes. Se veía tan bien. Como toda pareja romántica esperando niños. Viviendo una vida normal.

Que va, eso no se acercaba al enojo que sentia con el moreno, viendo bien, pensaba. Llevaban un traje un poco sexi, el pecho descubierto pantalones ajustados y buenos zapatos. Acaso habia algo ese dia.

- Siéntate por favor - tomaron lugares. Comenzando ese desayuno de forma tranquila. Kakuzu delante de el, solo comía y miraba sus manos, concentrado en su comida no en lo que quisiera el otro.

Para él, ese desayuno hizo una diferencia. Se sentía con vida. Aunque no podía correr, sentía que podía ir a una maratón. Lleno de vida, tomó su chocolate mientras acariciaba a sus cachorritos.

- ¿Ya se mueven? - pregunto curioso.

- No te incumbe eso - obvio que no, faltaban un mes o mes y medio para ello.

- ¿Como estan los mareos, te sientes bien? ¿conforme en tu habitación? - volvió a decir. Preocupado por sus niños.

- Preferiría estar en una cloaca que aquí, pero uhmm esta bien - dejo el líquido de lado. Sintiéndose ya conforme - Si eso era todo, iré a pasar mi encierro de rapunzel.

- No te moverás, compórtate y come - pidió de nuevo.

Esa mañana, Itachi le dijo que fuera un poco discreto, hablar sobre temas normales y poder tener un momento en paz. Pero con el gestante era imposible. Asi que tambien se enojo y la mierda su comportamiento de caballero, no se portará como uno con ese chico que era el mismo demonio.

Solo fueron pocos segundos. Los mejores donde lo vio sonreír. Como que le gusto las frutas, le vio comer con cariño.

- Disculpe las molestia jefe, tenemos un problema - Sasori que apenas llegaba esa mañana corrió a su lado - están los Shinaiden aquí, no se comportan nada bien y piden verlo

♦ Tu Dueño♦ {Mpreg}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora