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Casi dos semanas, por no decir las dos completas donde se buscó la ubicación de Mikan, con esperanzas de que aquel que buscaban se podía encontrar, encontraron una casa moderna donde fue la última parada de los carros utilizados en esa noche. Mas sin embargo nunca salieron de allí, se cree posible que utilizaron una de las alcantarillas de las máse subterráneas. 

Fue la unica explicacion que pudieron encontrar, desde entonces no se sabe en qué lugar se encuentren. La preocupación de Kakuzu se hizo tan densa que comenzaba afectar a sus chicos, en especial a uno. Uno embarazado nada más ni nada menos que Deidara. 

Aunque se mantenía bastante tranquilo por todo lo ocurrido en casa no deseaba pasar un solo dias mas alli, el estrés continuo, la desesperación con la que todos se movían en casa era latente, por ello deseaba salir de esas paredes. Al menos hasta tener a su nena. 

Ahora veía por la pequeña ventana hacia el jardín, con preocupación como Itachi acababa una caja de marlboro, se le veía dormir poco y con ojeras; en cuanto uno era terminado la ansiedad lo llevaba a tener otro en su boca, no era adicto y odiaba ese hábito que se le pegaba rara vez. Pero tenía tanta presión, no estaba lidiando bien con ello por dentro lo sabía.

Le vio levantarse y caminar lento hasta esa ventanita, acarició los cabellos rubios y las mejillas gorditas

- Estás cansado amor mio - Deidara le dio a entender - ven aquí, hazle compañía a tu pareja e hija - con eso bastaba para darse la vuelta y entrar a la habitación, cerrándola lento a su espalda. Pide un momento, se quitó la ropa tan rápido como pudo y se metió al baño. Si iba a tocar a ese rubio no lo haría en ese estado, para ellos ese pacto que hicieron cuando ambos decidieron tener y criar a ese bebé todavía estaba en pie.

Poco rato, despues volvio. su cabello un poco húmedo y la piel fría, ayudó a levantar a Deidara y guiarlo los anchos y grueso futones. 

El rubio suspiro entrecortado, excitado por el cuerpo desnudo del mayor, como decirlo, días sin eso, sin estar en esa posición sacando la ropa abrigados por las pieles ajenas y sintiendo la fuerte sensación de querer más. 

Entre un toque suave en las piernas rellenitas y limpias de manchas Itachi se hizo fuego de pasión, tocar asi en ese estado, morder y lamer era mucho más apasionado que solo ir al final, se estaba tomando el tiempo de ver facetas que antes poco importaban

-¡¡Itachi no aguanto!! - un gemido caluroso, sentía ese lugar bajo contraerse por el mayor, quien solo se dedicaba a lamer los botoncitos gruesos y sensibles, el miembro que goteaba a momentos mojado, Dei le brindó espacio, esperando ansioso a lo que Itachi le proporcionará a su cuerpo, con el vacío abajo esperando ser llenada. 

- Estas tan bonito mi Dei - sostuvo el propio miembro, sobo en ese lugar que absorbe con solo tocarlo, ocultándose en la más profunda pero hermosa oscuridad de Deidara, llevando el placer a otro nivel, su más grande paraíso - tan apuesto y hermoso - se acercó a los labios.

Qué más debía hacer en esa situación, siendo elogiado de esa manera, lo abrazo por el cuello, besó esos labios que se le ofrecían, enredó las piernas lento a la cadera, se dejó mover por ese cuerpo musculoso.

- Más - susurró Deidara, arqueando un poco la espalda, con jadeos cortos, le hacían el amor, no corregir eso, ellos estaban haciendo el amor. Aunque no quiso sus ojos lagrimearon pues nunca vio esa posibilidad en su vida. 

Le encantaba todo esas facetas que conocía pero ahora le daba tanta atencion que no soportaba no verlas, cuando se mostró por primera vez celoso, el sonrojo fue tan grande que en días sus miradas se hacían cortas, y allí justo cuando el se corria por un fabuloso orgasmo escuchando esas frases susurradas al oído, deseaba que esa vida no terminara.

♦ Tu Dueño♦ {Mpreg}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora