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Hidan suspiro unas cuantas veces, el dolor lo estaba matando desde hace días, su cuerpo ya estaba preparado para la "expulsión" como el lo llamo de sus bebes pero aun asi no penso que doliera terrible, de una escala del uno al diez suponía estaba en el siete casi llegando al ocho dolor físico y emocional y aunque no quisiera esa mano gruesa, grande y morena la necesitaba, algún apoyo del padre de sus hijos. 

Sentía que moriría de dolor pero no deseaba que su cuerpo se quedara allí, era obvio que sus hijos serían raptados en cuanto nacieran, u otra cosa peor, pensaba en todo lo malo que le podría pasar si los tenia alli y aunque Mikan le dijo que había llamado a dos personas que lo ayudaran no se creía nada. 

Aún le faltaban casi dos semanas para el parto, toda la ira emocional del shock de recordar ese video y ver como Mikan no callaba en sus comentarios de cómo había sido profanado por ese cuerpo moreno y musculoso lo tenían en una enorme depresión. 

Camino lento y con cuidado en la habitación donde tenía todo ese tiempo encerrado apenas recibiendo el sol por una ventana con barrotes, se sentía en la cárcel pero con lujos, pues las comidas eran las indicadas el agua potable y aun mejor la cama cómoda, solo por eso no se quejaba el resto era mierda.

- Venimos por usted - dos hombres grandes entraron, se le acercan y sostuvieron de sus brazos llevándolo hacia la salida, estaba cansado que no se esforzaba en resistirse ni mucho menos en gritar que se detuvieran.

Delante de él vio a Mikan caminar hacia la salida, su porte feliz y alegre. Suspiro derrotado sabía sus planes pero no dejaba de pensar que era un hijo de su puta y doble cara. 

Luego a una chica joven pelinegra con anteojos rojos, eran amantes o algo así, o eso escuchaba de las muchachas que le traían comida. 

El pronto fue llevado hasta otro vehiculo que no se demoró en comenzar a conducir. 

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- ¿Mikan estas seguro de esto? - La chica quien acariciaba los cabellos ahora por completos negros pregunto, aun en cegada por ese amor tan enfermizo que tenían, y es que ella no se negaba eso, no sabía cómo alejarse de ese chico pequeño y tierno quien cometió y arruinó mucho más una pareja para obtener lo que deseaba. 

Como poder alejarse si él le extendió las manos un montón de veces donde ella lo había necesitado, y ella igual a él, ambos sentía desde su corazón se complementaban aunque de sus palabras no saliera.

- Si, tengo lo que quiero eso es lo único que me importa - dejo de hablar por unos segundos - y tú - Cerró los ojos, totalmente avergonzado, había caído tan bajo por un deseo infantil que ahora solo quería unas largas vacaciones en el lugar más solitario del mundo y poder vivir por unos años en paz.

Ella sonrió viendo la costa marina - Entonces vámonos muy lejos - acarició los labios, donde se refugiaron hasta que sintiera que estaba en el paraíso. 

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Fugaku reprendió a la chica de manera severa, con tantas palabras que no se contendría. Ciego y culpable se sintió al no darse cuenta de cómo su hijo en este caso Deidara, que cargaba a la primera Uchiha de su hijo mayor había sido acosado por esta mujer.

Entendía la necesidad de muchos al pensar que Itachi era una mina de oro, lo era pero no para lo que ellos o en este caso esta mujer deseaba, no la vio hablar solo llorar en silencio como si esas lágrimas de cocodrilo perdonaría lo que hizo.

- Queda desterrada de la casa Uchiha - la matriarca había dicho sin compasión alguna, interrumpiendo el sermón de su marido - Llegaste muy lejos en todo esto Izumi, si querías atrapar a nuestro hijo debiste hacerlo en las muchas ocasiones que tuvieron encuentros, ahora que ya tendrá una familia es cuando se te ocurre comenzar con tus nefasto plan... Me aterra pensar qué hubiera pasado si este chico no supiera defenderse, podrías haber matado a nuestra nieta... ¿Estas conciente de eso?

♦ Tu Dueño♦ {Mpreg}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora