CAPÍTULO 10

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Fue una jodida mentira. Una jodida semana que clasificaba como de las peores de su vida. No pasó ni media hora cuando aquel chico azabache de ojos obscuros se impregnó en su cabeza, jodiéndolo desde adentro.

No podía creer que realmente le estuviera pasando aquello a él. De todas las personas, no podía creer que realmente un chico le estuviera jodiendo el día. ¡Era completamente estúpido! ¿Cómo un chico lo tendría así?

A lo largo del día se dijo así mismo que se debía al hecho de haber engañado a Minah. Su conciencia no lo dejaba estar tranquilo por aquel hecho. Y realmente ahora que lo pensaba, era mucho peor el hecho porque él había sido al que follaron. Porque si lo pensaba, aquello probablemente sería su penitencia por haberle fallado a su esposa.

El miércoles se volvió de la misma manera, sin poder sacar al chico de su cabeza. Pese a que la noche anterior había vuelto a someter a su esposa contra lo primero que vió. Soltando suspiros frustrados se pasó todo el día; realmente no podía creer que ahora su conciencia le reclamara algo como aquello cuando en un inicio, lo que hizo fue por apaciguar el mismo deseo erróneo que su nula razón le demandaba. Se recriminó hasta el cansancio por lo que hizo, ¿tal vez confesárselo a Minah sería la solución?

Jueves y viernes pasaron de la misma manera. ¡Y es que realmente no podía creerlo! Durante la noche anterior estuvo por confesarle todo a Minah, cuando en medio del orgasmo la cara del chico se presentó en su cabeza, y su espalda baja le hizo recordar cómo se sentía tener algo dentro de él que le jodiera ese maldito lugar que en ese justo momento estaba vibrando dentro en busca de atención.

Todo era su culpa, haber engañado a Minah había una de sus peores decisiones de vida. Y ahora estaba jodido. Si le confesaba todo, ¿ella sería capaz de perdonarlo? ¿Podrían tener una vida como si nada hubiera sucedido luego de ello? El miedo comenzó a inundarlo, aquella sensación de sofocamiento que le estaba ocasionando todo el estrés acumulado del trabajo, sumando sus ahora problemas de pareja.

Para el fin de semana no pudo tocarla. Se rehusó a tocar un centímetro de la piel de la chica, pese a que ésta casi le había rogado luego de acostumbrarse a tener sexo por las noches los últimos días. Pero no pudo, sentía que algo le jodía, y conocía exactamente lo que era. Inclusive le comenzó a joder que el chico parecía que lo había olvidado a él. Nunca le envió su número de cuenta y jamás le preguntó por su mochila. ¿Acaso era que él también había jugado con él? ¿Todo había sido una trampa de Yunhyeong? -Quién ciertamente había desistido de preguntar por aquel tema-.

Frustrado, su mente comenzó a trabajar demasiado pensando en aquel chico azabache. ¿Si realmente todo eso iba de que no había podido jodérselo y demostrado su hombría? ¿Si todo se debía que lo que necesitaba era follárselo para estar bien consigo mismo? Con aquella idea pasó el resto del lunes de la nueva semana.

Todo aquello era únicamente porque no pudo obtener su propósito, lo cual indicaba que si se lo follaba, terminaría por cerrar aquel ciclo en su vida, para poder enterrarlo muy profundamente. Y por primera vez en casi toda la semana, se relajó. Con una solución más viable, pensó en como haría para encarar al chico nuevamente. Ahora que lo pensaba bien, lo había tratado muy mal luego de que terminaran de coger.

Lo pensó durante toda la tarde, definitivamente no se disculparía. Lo único que quería obtener era sexo, no una amistad. Lo mejor que podía hacer era hacer como si nada hubiera pasado, y si se rehusaba a hacerlo, siempre podía hacer mención de la bolsa, misma que mantenía en su propiedad.

Y una vez ahí, frente al más alto, a escasos centímetros de sus labios, sonrió para sí mismo. Sintió toda su personalidad flaquear por un momento y se dio cuenta del efecto que podía tener en el más alto.

Never be the sameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora