CAPÍTULO 11

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Una vez que el pelinegro sale de la habitación, grita frustradamente contra la almohada. Ha perdido la cuenta de cuanto ha gritado ese día, pero sabe que es demasiado cuando su garganta comienza a arderle. Lo peor de todo es que ésta vez no se siente una mierda como la primera vez, al contrario, esta tan jodido porque su trasero está tan gozoso por haber sido follado que casi lo enferma.

Se gira quedando boca arriba, admirando fijamente la pared frente a él, intentando recordar cómo es que terminó enrollado en aquello y aún más, como ese chico lo había jodido tanto.

En ese momento se da cuenta que por segunda ocasión lo ha tratado como una puta cualquiera y se siente mal. Piensa en salir a buscarlo rápidamente, pero teniendo en cuenta el tiempo que ha pasado desde que lo echó, han sido casi una hora completa.

Ahí con el pecho descubierto, siendo cubierto únicamente por las sabanas de la cama, se queda pensando en el chico de cabello teñido en mechones amarillos –que seguramente han perdido el color original-, piensa en sus labios, un poco gruesos, sus ojos, que está seguro delinea ligeramente para hacerlos ver más penetrantes; una vez que su mente le muestra la imagen de su miembro duro lo hace enrojecer, porque Jinhwan está seguro que si el no fuera heterosexual, sabría que el adolescente es muy atractivo.

Ni siquiera se recrimino más por engañar a Minah, ni por el hecho que estaba satisfecho con su encuentro con el chico -porque pese a que no era lo que buscaba-, no había más motivos para seguir negando que le había gustado ser follado. Definitivamente era algo diferente a lo que buscaba, y si lo pensaba bien, técnicamente él no cogía con nadie, lo cogían, por lo que no engañaba a su esposa del todo.

Al llegar a su casa, se encontró con su chica esperándolo frente al televisor, debido a su reciente buen humor, Jinhwan prefirió saludarla con un corto beso en los labios y disculparse por haber llegado tarde. Extrañamente, se encontraba más relajado y el ambiente con ella se sentía más normal, como en un principio. Charlaron animadamente durante la cena; sobre cómo había estado su día y aquella compañera odiosa de la oficina.

Concluyendo, le ayudó a lavar las vajillas y demás, esperando en el trascurso, mientras se duchaba. Una vez terminó, tomó su celular y se sentó frente al televisor, esperaba que ese chico le hubiera enviado su número de cuenta para hacerle una transferencia esta vez.

Eran casi las diez de la noche, y no había nada. Algo dentro de él lo hizo preocuparse, sin saberlo. Por lo que decidió enviarle un pequeño mensaje, corto pero conciso.

"¿Regresaste bien? Esperaré tu número de cuenta."

No pretendía parecer amigable, ni afectivo, únicamente interesado. Porque estaba seguro que lo buscaría al día siguiente para repetir lo de aquella tarde.

Después de todo, hacer lo que Yunhyeong no era una idea tan descabellada, por supuesto, hasta que tuviera suficiente y con Minah se decidiera a formar una familia.

Porque él la seguía amando.

La mañana siguiente transcurrió esperando un mensaje de parte del menor, mismo que nunca llegó. Intentó concentrarse en sus labores, pero se mantenía en la espera de recibir alguna contestación, y no recibirla le estaba frustrando en demasía.

Y por primera vez se detiene a pensar que posiblemente sea consecuencia a como lo trató luego de terminar, en ambas ocasiones. Si se ponía a pensarlo más, el chico era muchos años menor y posiblemente aún tuviera problemas de personalidad y equilibrio emocional, por lo que de nueva cuenta, un sentimiento parecido a la culpabilidad lo inundó. Posiblemente estaba sentido con él por como lo trataba, tal vez, sólo tal vez debía comenzar a tratarlo mejor ¿no?

Never be the sameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora