CAPÍTULO 38

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Otro trago, un respiro.

El ardor que recorre su garganta lo relaja, ha dejado de ser molesto con el paso de los días. Sabe exactamente cuándo ha comenzado, sin embargo, todo es tan borroso en esos momentos que lo pasa de largo, restándole importancia.

Está a unas cuadras de su nuevo apartamento, y posiblemente por ese motivo es que haya elegido aquella basura que llamaba departamento ahora -ignorando el hecho que las paredes se encontraban llenas de moho, la humedad calaba los huesos recién entrabas, y el espacio era reducido a dos habitaciones más un baño de un metro por un metro-. Es barato con todos los gastos de luz y agua, con el dinero que se ahorra ahora, puede darse el lujo de beber tan despreocupadamente como quiera.

Estaba consciente cuando llegó al bar que al día siguiente tendría que volver a clases, sin embargo, para este punto, poco le importa. Lo único que necesita es olvidar aquel dolor que lo está consumiendo noche tras noche, más específicamente, un día como ese.

Había comenzado un mes atrás, el veinte de diciembre. No importaba lo que hiciera por sentirse mejor; dejarse consentir por su madre, charlar con su padre, o pasar tiempo con su hermana. No importó para disminuir el dolor que sentía en su pecho cuando la noche llegaba y el dolor no lo dejaba al recordarlo. Jinhwan lo había engañado, sí, estaba consciente de ello, sin embargo, todo parecía una pesadilla de la cual no le permitían salir. Posiblemente, por ese mismo motivo, la media tarde del veinte se había escapado de su casa para visitar el bar del pueblo; no importándole nada. No recuerda exactamente cómo es que regresó a su hogar ya que todo recuerdo de aquella noche es nulo, sin embargo, sabe que al siguiente día pasó el resto de la mañana colgado del inodoro; vomitando.

No está orgulloso de ello, sin embargo, es la misma situación que lo mantiene en aquel lugar ese veinte de enero. Su corazón doliendo dentro de su pecho y oprimiéndolo constantemente hasta volverlo miserable. Quiere que deje de doler, por un día, por unos momentos.

—¡...-chico levántate! — Sintió unos empujones nada sutiles contra su cuerpo flácido. Abriendo pesadamente los ojos sintió que todo le daba vueltas hasta el punto de revolverle el estómago. — Cerramos en diez minutos, levanta tu culo y largo. — El hombre lanzó contra la barra una cajita de plástico con un ticket y su tarjeta.

Tambaleante tomó sus cosas y se puso de pie intentando mantenerse en erguido hasta la salida. Golpeando el helado aire de la madrugada de invierno, sintió como todo su cuerpo se estremeció y le provocó una gran arcada que terminó por devolver el resto del alcohol que habían ingerido durante la noche en el primer callejón continuo al bar.

Golpeando su cabeza contra la pared, se aseguró de devolver todo, irguiéndose una vez hubo terminado, limpió los restos del vomito en sus labios con el dorso de la mano, tomó su celular de su bolsillo delantero para mirar la hora; seis con tres minutos. Suspiró cansado, con un dolor en su nuca que amenazaba en convertirse en dolor de cabeza en las próximas horas y caminó hasta su departamento -mismo que se encontraba al doblar la esquina entre un par de edificios desgastados por el tiempo-.

Al ingresar a su cutre cuarto rentado, sintió el olor a moho y viejo colarse por su nariz, haciéndolo reaccionar y correr hasta la habitación de baño nuevamente para devolver el resto en su estómago. Gimió ante el sabor restante en su boca y miró nuevamente la hora en su pantalla: seis veintiuno. Su batería se estaba agotando, si quería llegar a tiempo a la universidad para su primera clase –puesto que desde que se había mudado ahora debía tomar un autobús más- debía salir en ese momento, sin tiempo para bañarse, se enjuagó la boca, peinó su cabello lo mejor que pudo y cambió su ropa rápidamente.

Esperaba sus amigos no se dieran cuenta del olor a alcohol que emanaba, con la corta caminada hasta su primer autobús esperaba poder sudar el suficiente del líquido restante en sus venas, al menos. Su cabeza cimbraba, su cuello dolía debido a la incorrecta posición en que había dormido en el bar y sus ojos ardían debido al sueño y el frio de la mañana.

Never be the sameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora