diecisiete | stupid plan.

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"Oye, oye" Le dijo Shiro a Keith cuando este paso a su lado dirigiéndose a la puerta. "¿A donde vas?".

"Voy a juntarme con Pidge y Hunk para ayudarles con Física" También iría con Lance pero él tenía la esperanza de que ellos no tuvieran que conversar mucho, . "¿Tú no vas a salir?" El pelinegro miró a su amigo de arriba a abajo, que vestía un short holgado y una camisa de tirantes. Un atuendo que dejaba a imaginar que Shiro tenía pensado estar todo el día en casa perdiendo el tiempo en netflix.

"Nah". Keith frunció el ceño, él estaba seguro de que Pidge había dicho que habría puesto su casa para lo de hoy si no fuese porque Matt había invitado a sus amigos. "Uhm... ¿todo bien?" El pelinegro no se percató de cuanto tiempo estuvo mirando hacia Shiro hasta que este habló, agitando su mano frente a sus ojos trayendolo de vuelta a la realidad.

"Sí, sí. Yo... eh, nada. Me voy". El menor se despidió una vez mas y salió de la casa pensando que quizá al final Matt solo había cancelado, nada relevante. Revisó su celular para comprobar una vez mas la dirección de Lance, gracias a los cielos quedaba relativamente cerca. Y el clima era favorable. Todo anunciaba a que el día saldría bien. Solo tenía que evitar lo más posible el menor contacto con el moreno. 

Lance, por su parte, esperaba echado sobre su sofá y con una bolsa de papitas a medio terminar por la llegada de sus dos amigos. Y de Keith, claro. Aún seguía pensando que Pidge planeaba algo, algo que seguramente terminaría siendo un desastre, pero Drake y Josh estaba en la televisión y en ese momento nada era mas importante que seguir viéndolos. Además, no tenía nada mejor que hacer para perder el tiempo. Su casa estaba en un silencio... muy molesto. ¿Desde cuando la casa McClain era silenciosa? Lance no podía recordarlo. Le parecía aterrador. Pero sus padres habían decidido llevar a los niños al cine y Claire iría a casa de Serena, así que solo estaba Lance; él y su soledad. 

Después de que la bolsa de Doritos estuviera vacía y el capítulo hubiese terminado, Lance escucha que alguien toca la puerta. El moreno se reincorpora de su asiento y se estira como es debido, apaga el televisor y camina arrastrando los pies, solo lleva calcetines en estos ya que él sabe como aprovechar el tiempo cuando su madre no está. Abre la puerta justo cuando Keith está apunto de tocar una vez mas, ahora su mano está muy cerca de el rostro del moreno. 

"¿Recién llegas y ya vas a golpearme? Gran ofensa" Dice Lance juguetonamente mientras abre mas la puerta para que el pelinegro pase, aunque él preferiría dejarlo fuera esperando. 

"Lo siento". Lance abre lo ojos con sorpresa, no creía que Keith pudiese disculparse. "Uh, ¿estoy llegando muy temprano?". 

"No, Pidge y Hunk están llegando muy tarde en realidad. Típico de ellos". El moreno pasa al lado de Keith caminando de vuelta hasta la sala y sentándose una vez mas sobre el sofá. Keith recarga su peso sobre su pie izquierdo e intenta no ser un fisgón mientras mira al techo o al suelo, incomodo. Lance lo observa con diversión. "Puedes sentarte ¿sabes? Los sillones no muerden, aunque si te dan miedo, las sillas son una buena opción para descansar tu trasero". Keith lo mira con el ceño fruncido sin captar del todo si Lance está intentando hacer una broma o no, porque no le parece divertido. "Solo siéntate, me incomoda verte parado". 

Lance saca su teléfono móvil cuando Keith se haya sentado y comienza a mensajear a sus dos amigos por el grupo de chat que tienen; en su cabeza ya se había planteado la idea de que posiblemente Keith llegaría antes que ellos, pero no lo creía posible pues no se consideraba un humano con tan mala suerte. Pero al parecer, sí lo era. Y ahora se sentía incomodo, así que con mayúsculas, les pregunta a Pidge y a Hunk donde demonios están y porque ellos tardan tanto en llegar. Después de enviar unos buenos siete mensajes, el moreno se queda esperando con la mirada fija en la pantalla, con la esperanza de que una respuesta llegará. Pero nada. Voltea al frente y Keith esta sumergido en su propio silencio, mirando entretenidamente la punta de sus zapatos. Se notaba que ninguno de los dos iba a comenzar una conversación, demasiado orgullosos como para hacerlo. 

Is it hate or love? | KLANCEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora