Capítulo 7

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Estoy nerviosa.

Inuyasha sigue mis pasos mientras me dirijo al área de diseño, como hoy están monitoreando algo de lo que no tengo conocimiento, el lugar esta solitario. Algo que me pone mucho más nerviosa de lo que estaba. Algunos ordenadores descansan sobre escritorios y proyectan el ángulo, los ajustes, las telas y todo lo referente al diseño que lleva la línea.

—Hace mucho que no entraba aquí—la voz de Inuyasha llena el silencio que había establecido desde que me fue a buscar para llegar aquí. No sé qué decir, socializar con hombres es de lo más complicado cuando le temo a todos.

—¿Por qué? —mi voz suena como un suave susurro que se pierde en el aire en segundos.

—Porque estaba fuera del país, no hace mucho que volví—dice sentándose y regalándome una sonrisa. No sé qué tiene esa sonrisa, pero el miedo se apaga un poco. Él no parece una mala persona y siendo el hijo de Izayoi tampoco considero que lo sea. Ella es asombrosa y la admiro mucho.

—Ok—digo abriendo la carpeta de diseño que tengo—aquí están los diseños—él rueda la silla y camina hasta mí. Se inclina un poco y mira la pantalla.

—Son buenos—es su primer cometario—no tendremos que modificarlos mucho ya que algunos cortes y más escote estarán perfectos—me mira y sus ojos se ven brillantes. Me quedo idiotizada unos segundos y luego vuelvo en mí. ¿Qué demonios fue eso? El miedo vuelve con fuerza por lo que me alejo tan rápido que casi caigo al suelo, pero él me atrapa en sus brazos, esos que son fuertes. Su cercanía no me gusta.

—Aléjate—susurro y mi voz suena ahogada. Él me mira con confusión, pero despacio hace lo que le ordeno. Me alejo y respiro un poco. Necesito aire, necesito salir de aquí.

—No te voy hacer daño—dice y me detengo en seco.

—¿Por qué me dices esto?—pregunto sin detenerme a mirarlo.

—Porque me temes. No sé qué te pasa, pero no te hare daño. Necesito que confíes en mi para que seamos buen equipo, mientras eso no suceda los diseños no van a quedar—me dice y cierro los ojos.

—No te has ganado mi confianza—camino hasta la puerta—disculpa, pero tengo que salir de aquí—salgo corriendo y me siento tan confusa. Nunca he actuado de esta manera y en parte me siento bien, le dije a un hombre lo que pienso.

Kikyo viene caminando y al verme hace una mueca de disgusto, no le presto importancia, no me siento lo suficientemente bien como para atrapar otro ataque. Sigo, pero luego paro en seco. Kikyo no debería ir a esa área ya que para ella está prohibida. Restriego mis ojos y me devuelvo para decirle. Sin presentarme entro y veo a Kikyo arrinconando a Inuyasha quien no parece muy disgustado con ella. Me doy vuelta y corro para alejarme. Yo podría ser una mujer libre. Esta vez sí voy a morir será luchando. Una imperceptible sonrisa adorna mis labios por unos leves segundos antes de que mi rostro vuelva a ser del mismo modo que antes. Marco la azotea del edificio para ir.

Al llegar salgo y el aire fresco baña mi piel haciendo que me sienta libre. Amo este lugar, es uno de los pocos donde creo de verdad que soy libre, donde no hay Naraku que me persiga ni miedo que sea mi guardaespaldas. Simplemente me siento bien.

—Tenemos trabajo—me sobresalto y veo a Inuyasha con los brazos cruzados a la altura de su pecho. Sus piernas una detrás de la otra mientras su espalda deja caer peso en la pared y sus ojos están puestos en mi persona—te ves diferente por un momento—comenta y lo miro confusa.

—¿Cómo diferente?—pregunto recogiendo el cabello que sale volando hacia mi cara—¿en qué sentido? —él me sonríe y me pongo nerviosa sin razón alguna.

Prohibido Para AmbosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora