Capítulo 17

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—Eso es todo por hoy—me levanto viendo como Kaede, secretaria de mi psicóloga Yuka me ayuda a ponerme de pie—haz mejorado mucho Kagome, me gusta mucho esa vibra de confianza que veo en ti—me da una sonrisa amigable.

Y es verdad. De a poco estoy recuperando mi confianza. ¿Es difícil? Por supuesto que lo es, después de todo Naraku acabó con mi autoestima y es difícil volver a tenerla. Hay momentos donde me siento como una basura y recuerdo todas las veces que me hizo sentir insignificante a su lado. Todas las veces que me hizo sentir como una idiota que ni en la cama podía complacerlo. Es muy difícil después de tanta violencia verbal, psicológica y física que mantuvo sobre mí.

Han pasado tres meses. Voy al grupo de ayuda siempre y me siento reconfortante. Poco a poco me siento como una mujer diferente. Hice muchas amigas allí que han pasado por lo mismo que yo y aun así no pierden esa sonrisa que las hacen ver como unas auténticas luchadoras.

Mi miedo a los hombres se ha reducido. Estoy poniendo todo de mi parte para ser una persona normal. Estoy poniendo todo, no niego que el tormento y el miedo a veces me presionan, pero Yuka, mi psicóloga, me ha dado unos consejos para cuando eso suceda. Estoy tratando de recuperar a la persona que deje morir.

—Gracias—le digo con una sonrisa.

—Sabes que debes contarme en nuestro próximo encuentro eso que más te atormenta—miro a otro lado y lamo mis labios.

—Comprendo—ella se acerca y me abraza.

—Eres una chica estupenda Kagome—me mira a los ojos—créetelo por favor—besa mi frente y se aleja—ahora debo atender más pacientes. Necesito que te cuides y no dejes que los pensamientos negativos te hagan sentir prisionera—me arreglo el abrigo que traigo.

—Hasta la próxima semana Yuka—ella me da una gran sonrisa.

—Hasta pronto—salgo de su consultorio sintiéndome más tranquila. Me ayuda mucho hablar con ella.

Sintiéndome más tranquila conduzco para la empresa. Una sonrisa de tranquilidad se posa en mis labios. En tres meses estoy más pacífica y más positiva. Eso se debe a que ahora voy tres veces por semana con mi psicóloga.

Estoy agradecida de que existan personas con la capacidad suficiente como para ayudar a personas como yo. Bajo del coche y subo al despacho que comparto con Sango. Luego de que Inuyasha se haya marchado ya solo faltó un mes y terminé los detalles que faltaban.

—Volviste—Sango me regala una sonrisa y sus ojos están inundados de emoción lo que me hace enarcar una ceja.

—¿Me pierdo de algo?—pregunto y ella sonríe risueña.

—Tengo una cita, pero estoy nerviosa—cubro mis labios de manera dramática. Ella ríe de mi acción y me abraza con fuerza.

—¿Cómo es él?—pregunto con curiosidad.

—Dios Kagome. Tuvimos ya tres citas y en la última me besó. Fue indescriptible lo que sentí, mis labios nunca se han sentidos tan familiar contra otros. Mi corazón latió como loco, estuve eufórica y después del beso aun sentía ese cosquilleo en ellos—le sonrío un poco incómoda y ella lo nota—lo siento Kagome—suspiro y muerdo mis labios.

—Antes de irse—dudo si continuar, pero Sango es mi mejor amiga y nunca sería capaz de hacer algo que me pueda poner en riesgo—antes de irse él me besó—le digo despacio ella me mira confusa y suspiro—Inuyasha me besó antes de irse al viaje con Naraku—ella abre los ojos ahora con bastante sorpresa.

—Dios mío, Kagome—dice en un jadeo—cuéntame todo—lamo mis labios en señal de nerviosismo.

—Estaba en casa y él fue, habló de amar a alguien que resultaba ser yo y se iba para olvidarme—miro a otro lugar—antes de él irse me besó—termino de decir.

Prohibido Para AmbosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora