Dos días en cautiverio. Tengo que agradecer a todo lo sagrado que Naraku por lo menos tenga la decencia de dejarme ir al baño. Aunque lo que más agradezco es que no me haya tocado. Hitomiko lo ha estado evitando haciendo uno que otro alboroto, esa niña me ha caído como un ángel y al parecer es cierto lo que dice. Parece invisible. Ella me visita cuando Naraku y Midoriko salen para hacer cualquier cosa, me da de comer y me ayuda.
Justo ahora no hay cuerdas en mis muñecas y Midoriko me mira con aires de grandeza y asco al verme orinar. Me duelen las manos y sé que esas marcas en mis muñecas procreadas por las cuerdas tardarán muchísimo tiempo en desaparecer. Eso si no me matan antes.
—No entiendo que te vio Inuyasha y Naraku. Eres fea, tienes mal cuerpo, vistes horrible—me lavo las manos callada—eres como una mojigata, todo el tiempo llorando. No comprendo porque andan ambos enloquecidos contigo. Debes ser muy buena en la cama como para tenerlos de esa manera. Eres una zorra. Ellos eran amigos y te metiste con quien era prohibido para ti. Naraku está así por tu culpa, tú eres quien lo hace ser una mala persona—la miro a través del espejo.
—Él es el único culpable de sus acciones. Yo no lo he obligado hacer nada—ella me reta con la mirada, pero la mantengo en alto. No la dejaré intimidarme—yo no soy culpable. No decidí que esto pasara y si fuese por mí, yo no estaría ahora aquí—ella me sonríe.
—Ese es el caso, estarías con Inuyasha. Mi hombre—un malestar se me forma en el estómago.
—Inuyasha no es tuyo—ambas parecemos sorprendidas de mis palabras. Ella enarca una ceja.
—¿Y de quién es? ¿Tuyo?—la veo sonreír—mírate bien en el espejo, eres horrible, Inuyasha es mío—trago seco.
Me siento extraña ante su posesividad con Inuyasha. Esa mujer me odia, pero es porque Inuyasha no la ama a ella... Inuyasha me ama a mí. Mis ojos se abren, él me lo ha dicho, pero hasta ahora me doy cuenta de cuan intensas son sus emociones y sentimientos por mí.
—Eso deberías saberlo tú—sus manos halan las hebras de mi cabello y gimo de dolor al ver su cara contraída en la furia, furia que va dirigida hacia mí.
—¿Te crees muy lista?—muerdo mis labios para aguardar mis gemidos de dolor, no le quiero dar la satisfacción de verme sufrir.
—Suéltame—ella se ríe y siento mi cabeza comenzar a doler.
Sin que lo espere siento mi sangre hacer un recorrido, me ha cortado en línea recta el brazo.
—Quizás de esta manera te veas mejor—me impulso con fuerza y mi cabeza hace crujir su nariz. La veo desorientada y tomo el jarrón que permanece en una esquina y este termina en su cabeza. Respiro con fuerza al verla inconsciente y siento miedo de haberla matado.
Lentamente me acerco y le tomo el pulso. Respiro aliviada al darme cuenta de que respira. Tomo su blusa y la rompo haciendo una cuerda con ella y atándola, la otra parte se la amarro en la boca. Dios, la desesperación te hace cometer acciones tan peligrosas.
Sé que Naraku está en un estudio, el cual desconozco. Respiro con fuerza y tomo la navaja que utilizó para cortarme. Cuando salgo utilizo una de las blusas que ella deja cuando mantiene relaciones sexuales con Naraku frente a mí, al parecer eso les acusa morbo a ambos. Sucios cerdos.
La enredo en mi brazo haciéndome un nudo improvisado. Luego de tantos años siendo maltratada el ocultar golpes yo sola se volvió un don del cual no agradezco. Los latidos de mi corazón se sienten pesados y salgo afuera. Camino tentativamente y llego a una cocina. No hay nadie. Cuando creo que no puedo tener mejor suelte veo un teléfono desbloqueado encima de un taburete.
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Prohibido Para Ambos
ФанфикKagome Higurashi, una joven talentosa, pero que oculta bajo su ropa todos los años de infierno que su pareja le ha propiciado. Todo cambia cuando ella toma una decisión, una que cambiaría su vida para siempre. Porque esa decisión es prohibida para a...