Capítulo 12

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Cuando Inuyasha apareció frente a mí solo una palabra llego a mi mente: problemas. Aún estoy sorprendida por la actitud de Naraku hacia Inuyasha, puedo creer que él de verdad lo considera un gran amigo. O tal vez solo se aprovecha de que Inuyasha es rico y apuesto lo lleva de vacaciones con él muchas veces, debo agradecerle a Inuyasha todas esas veces donde lo mantuvo ocupado y yo feliz de que lo hiciera. No es fácil soportar respirar el mismo aire que ese maldito infeliz. Naraku es una basura de hombre, un canalla que merece todo lo malo de esta vida.

Hoy llevó a esa chica que se adueñó del infierno que llamo casa y me echaron, ellos me echaron descalza y con esa bata que ella trajo, me echaron aun sabiendo que estaba haciendo un frío insoportable. Pero prefiero tener frío que tener a Naraku cerca de mí, prefiero que me torturen a que Naraku toque mi piel ensuciándola con sus asquerosas manos más de lo que ya lo ha hecho. Prefiero cualquier cosa que no sea a ese bastardo cerca de mí, nunca nadie se ha ganado tanto desprecio como lo tiene Naraku. Y eso que no me gusta odiar.

Pero es algo inevitable cuando él es una basura de persona que solo mancha nuestra sociedad. No me importa que lo llevó a ser un maniático, tal vez tuvo un pasado duro, tal vez solo lo hace porque le parece divertido verme sufrir. Lo que quiero decir es que no me importa cuál es la excusa que tiene Naraku para todo el daño que me hace; no hay razones para justificar sus acciones. Naraku es lo que más temo y por lo que estoy estancada en este túnel sin salida, espero algún día tener el valor de salir por mí misma.

Inuyasha conduce en silencio y yo estoy nerviosa, estaré en su casa, bajo su techo. Eso me pone nerviosa y mucho. Muerdo mis labios mirando por la ventana, pero no puedo ver nada ya que solo es oscuridad lo que se percibe. Mañana pienso ir a ese sitio de ayuda que Sango me recomendó. Quiero lograr lo que me propongo y eso es salir del agujero donde estoy estancada. No pienso ser más esta sombra de chica, quiero vivir sin temer a que ese lunático me violara o maltratara, estoy agradecida. No sé qué pasa, pero desde ese día que Inuyasha me salvó Naraku no me ha puesto un dedo encima. Si ha habido golpes, pero no igual que antes, está más tranquilo lo cual que tiene en alerta, no sé a qué se debe su comportamiento extraño, no digo que me molesta, es obvio que no cuando no tiene sus sucias manos sobre mi cuerpo, pero sería agradable saber lo que máquina.

Inuyasha detiene el auto y luego lo rodea para abrirme la puerta. Con un último suspiro salgo del auto con su ayuda. Mis ojos se abren enormes cuando veo el grandioso lugar. Es lo más parecido a una mansión.

—Es hermoso—murmuro enternecida con todo lo que veo.

—Vamos dentro, hace mucho frio—asiento de manera distraída y lo acompaño. Él lleva mis cosas y no digo nada, aunque quiero bombardearlo con preguntas.

—Ya están todos durmiendo—comenta—sígueme—lo sigo sin rechistar subiendo las escaleras. Inuyasha sigue caminando hasta dar con el pasillo izquierdo donde abre la última puerta—esta es una de las habitaciones para huéspedes, siéntete cómoda—me dice y entro mirando la horrorosamente espaciosa habitación.

—¿Por qué me ayudas tanto?—pregunto cruzada de brazos—soy apenas una chica que conociste hace algunos meses, no somos nada—termino de decir sentándome en la cama.

Inuyasha entra cerrando la puerta. Cierro los ojos esperando enloquecer, esperando que mi corazón lata como loco, esperar que mis ojos se llenen de lágrimas, pero nada de eso pasa.

Abro los ojos y miro a Inuyasha quien está sentado frente a mí. Sus ojos parecen tan profundos.

—No lo sé—responde pareciendo sincero—tengo algo que me hace querer protegerte de todo lo malo. No sé qué me pasa contigo, pero desde que te salvé quiero salvarte de todo lo malo. Te veo como una chiquilla perdida a la cual debo oriental—algo dentro de mí se oprime de mala manera y eso hace frunza el ceño.

Prohibido Para AmbosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora