Capítulo 25

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¿Han sentido alguna vez como si pudiesen alcanzar el cielo solo con alzar una mano? De esa manera me siento ahora, después de años atrapada en una red de abusos y malos tratos por primera vez me permito sonreír realmente. Me permito hacer lo que cualquier persona haría; vivir.

La persona que Inuyasha más ama no es más que a su pequeña sobrina que es una niña verdaderamente dulce que se ha robado mi corazón con solo una hora en la que estoy junto a ellos. Estando de esta manera mi mente no puede evitar preguntarme como sería mi vida si fuese con Inuyasha con quien me hubiese topado en aquel entonces y no con Naraku.

Sé que sería una vida diferente, sin embargo, ahora tengo la oportunidad de compartir con Inuyasha. Sí, tengo ese miedo de que Naraku aparezca en cualquier lugar al que voy, pero por hoy pienso parar ese miedo y brindarles toda mi atención a las dos personas frente a mí. La sobrina de Inuyasha, Rin y él. Creo que Inuyasha es un muy buen amigo.

Claro, un amigo

Alejo esa vocecita que aclama desde lo último de mi mente con tanto sarcasmo que me hace sorprender. Rin está contándonos sobre su día en su colegio e inevitablemente mi mano va a parar a mi vientre. Si Naraku no hubiese sido tan desgraciado ahora mismo tendría a mi bebé conmigo. Inuyasha se da cuenta de lo que pienso y me regala una sonrisa melancólica.

—¿Eres la novia de mi tío?—casi escupo mi jugo mientras Inuyasha trata de ocultar una sonrisa que quiere escaparse. Miro a la niña que espera con toda la atención que el mundo puede otorgarle a una persona, mi respuesta.

—Yo... no... digo... etto...

Los balbuceos sin sentidos que salen de mis labios hacen que su entrecejo se frunza al no obtener una respuesta que satisfaga su curiosidad. Miro a Inuyasha con ojos suplicantes pata que me ayude y el solo me sonríe bebiendo de su jugo.

—¿Eres o no su novia?—sus pequeños labios hacen un puchero adorable. Ella es una niña muy hermosa.

—No—digo despacio y la decepción en su rostro me hace sentir miserable.

—Oh, pensé que si eran novios—me dice y se encoge de hombros—yo quiero tener un novio cuando sea grande, uno tan guapo como mi papá y mi tío—me dice con una sonrisa.

Miro a esa niña con amor. Así quería yo encontrar un amor puro y sincero, sin embargo, me tocó lidiar con un maldito infeliz que solo le gusta agredir a las mujeres.

Muerdo el interior de mi mejilla obligándome a no pensar en esas cosas porque quiero pasar una tarde como una persona normal. No quiero que la tristeza se acerque hoy a mí, no cuando tengo la oportunidad de ser una mujer normal por primera vez en mucho tiempo.

—Somos buenos amigos—le digo tratando de que ella no me de esa mirada triste nuevamente.

—Yo tengo un mejor amigo, se llama Kohaku y es muy bueno conmigo—veo como sus mejillas se calientan y la mirada de Inuyasha pasa de ser una divertida a seria. Quiero reír al detectar los celos que habitan en su expresión—él me ayuda con mis tareas porque está en un curso más avanzado que el mío, siempre comparte su desayuno y le encanta que yo le cante. Aleja a los niños abusivos de todos, él es nuestro héroe en el colegio, es muy simpático y muy amable—me cuenta y yo acaricio su cabello sin contenerme en tocarla. Es tan frágil y hermosa, parece una bella muñeca de porcelana.

Ella me mira curiosa y sin poder evitarlo bajo mi rostro besando su frente con amor y cariño, como alguna vez soñé besar la frente de mi bebé. Mis ojos se inundan de lágrimas y sus pequeños brazos me rodean. Una lágrima baja por mi mejilla, ella es encantadora. Sonrío sin poder evitarlo oliendo su esencia dulce e inocente.

Miro a Inuyasha quien solo nos observa.

—Gracias—él lo escucha alto y claro. Niega sin perder la sonrisa.

—Solo disfruta Kagome, disfruta—y lo hago.

El resto del día la pasamos con esa niña encantadora y ya sé porque es la persona que Inuyasha mas ama en el mundo, es una niña bastante curiosa y muy habladora. Me encanta lo espontánea que es y lo cariñosa me roba el corazón. La llevamos al parque y ella me dice lo que le gusta y lo que no.

No puedo evitar que mi mirada se pasee por Inuyasha muchas veces en el día, también él me atrapó varias veces cuando solo lo miraba tratando de comprender como una persona de tan maravilloso corazón se pudo fijar en alguien tan rota como yo.

Inuyasha una vez más me sorprende una manera que me encanta, este ha sido un grandioso día y para el momento que el llevo a Rin a su casa, ella se encontraba dormida. Ahora lo espero en su auto ya que no quise entrar a su casa. Él me llevara a casa, en todo el día no se ha tocado el tema de Naraku y se lo agradezco. Ahora mismo no tengo las fuerzas necesarias para luchar contra eso. No tengo fuerzas para hablar de ese malnacido.

—Ahora sí, nos vamos—su voz me sorprende.

—Gracias, este día ha sido maravilloso Inuyasha—sus ojos dorados se posan en mi persona y me regala una sonrisa.

—Lo haría millones de veces, mi prioridad será hacerte feliz—mi respiración desaparece y no digo nada más que mi nueva dirección.

Inuyasha

Me encanta dejarla sin palabras, pero más el día tan importante que he tenido hoy. Kagome se ha vuelto en mi prioridad, todo en ella. Quiero que sea tan feliz como pueda. Ella merece lo mejor de este mundo, ella merece superar todo y ser feliz de nuevo.

Emprendo mi viaje al lugar donde vive y todavía ronda en mi mente el que ella conserva mi chaqueta. Kagome se mantiene en silencio mientras conduzco a su hogar, uno sin ese ser maligno y retorcido. Cuando llegamos bajo con ella para acompañarla a su puerta.

Vive en la segunda planta de este edificio. Ella saca las llaves y abre la puerta girándose hasta donde estoy. La veo dudar por lo que le regalo una sonrisa que mantenga su inquietud intacta.

—Inuyasha yo..

Mi dedo índice termina en sus labios y ella suspira, eso logra que sonría despacio, ella es tan dulce que me encanta. Todo en esta mujer me fascina y si esto no es amor, entonces esa cosa no existe. Porque lo que siento por ella es algo que ni yo mismo puedo controlar. Kagome es muy especial, demasiado, a decir verdad.

—Gracias por darme este día a tu lado Kagome, la pasé increíble, no tienes idea—ella me regala una pequeña sonrisa.

—Gracias a ti, hace mucho no sabía lo que era... sentirse una mujer normal. Gracias Inuyasha—ella lame sus labios y mi vista se dirige a ellos, tengo ganas de posar mis labios en esos tentadores que Kagome posee.

—Quiero decirte que eres una mujer normal Kagome, no hay nada en ti diferente—la veo dudar—aunque si, olvida lo de mujer normal, eres demasiado increíble y valiosa como para ser normal—veo el sonrojo en sus mejillas y eso me hace sentir bien.

—Me dejas casi siempre sin palabras Inuyasha y eso no es justo—me acerco a ella.

—Solo digo lo que pienso—aspiro su olor.

—¿Te puedo dar un abrazo?—su pregunta me toma desprevenido—claro que si no quieres no debes hacerlo—susurra.

—Claro que quiero Kagome—ella asiente y despacio envuelve sus brazos en mi cintura y hunde su cabeza en mi pecho. Mis manos la envuelven de inmediato.

—Gracias, lo digo en serio—se separa y la suelto, veo la duda en su mirada hasta que sin verlo venir posa sus labios sobre los míos y se separa entrando a su casa y cerrando con fuerza. Mis manos van a mis labios y me siento en las nubes. Amo a esa mujer.

Prohibido Para AmbosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora