Capitulo 3

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Despierto por el constante ruido del timbre siendo tocado. Me levanto con pesadez, ¿quién será? Cuando llego y abro me encuentro con Naraku. Su sonrisa molesta es lo que me recibe. Mi cuerpo reacciona palideciendo.

—Hola, amor—murmura, el olor a alcohol me inunda y unas ganas de vomitar me invaden.

—Pasa—lo mejor para no ganar más golpes es ser sumisa.

—¿Qué hacías?—pregunta besando mi cuello. Cierro los ojos y el miedo me invade.

—Dormía—susurro temerosa. Él me mira analizándome, sus ojos me observan deteniéndose en cada parte de mi cuerpo.

—No sabes cómo me encantas—murmura sin despegar su vista de mí.

—¿Ne-necesitas algo?—ruego en silencio que hoy no tenga ganas de tener mi cuerpo. No quiero que me toque.

—Si... Tráeme una cerveza, te quiero en la habitación, unos amigos vendrán y unas chicas con ellos, no salgas—asiento queriendo sonreír de felicidad, hoy no me tocará.

—Claro—salgo disparada hacía el refrigerador y le consigo su cerveza, me marcho a la habitación y paso el seguro.

Unos minutos más tarde el ruido es casi insoportable, pero es mejor que tener a Naraku cerca de mí. Cierro los ojos mientras que la mirada de aquel chico se proyecta de manera inesperada. Sonrío sin razón. No sabe lo que acaba de hacer, debía dejarme morir, pero por algún motivo desconocido, agradezco en mi interior de que no me haya dejado culminar mi propósito.

***

Al salir de la habitación ya cambiada y lista para ir a trabajar veo como el cuerpo de Naraku se encuentra desnudo y una chica desnuda sobre él. Una mueca de asco se forma en mi rostro y me apresuro a salir de aquel lugar, lo último que quiero es que despierte y me golpee. Suspiro mirando el cielo de esta mañana. Camino a la espera del bus ya que Naraku está utilizando el coche.

Mientras miro la ciudad pasar ante mis ojos me pregunto en cómo sería mi vida sin Naraku. Todo sería mejor. Lo sé, pero tengo miedo. Siempre lo tendré.

—Señorita—levanto la vista y un joven me observa intrigado y con una mirada que me incómoda.

—Necesita algo?—pregunto mientras él solo mira mi cuerpo.

—¿Me puedo sentar a su lado?—frunzo el ceño queriendo decirle que no, que se aleje, pero es un transporte público y solo me queda asentir.

—Claro—murmuro, por lo menos tuvo la decencia de pedir permiso. Suspiro y sigo con mi vista lejos de aquí, lejos de este odioso y asqueroso mundo.

A la distancia puedo visualizar la empresa y suspiro, debo de dar gracias de que Naraku no me molestó hoy. El recuerdo vago de aquel chico viene a mi mente. Él parecía buena persona, aunque Naraku también. Quisiera no sentir a cada instante este miedo incontrolable que me azota porque de verdad es frustrante.

Bajo del autobús y arreglo el vestido que me queda grande, no me gusta usar nada que sea apretado. No quiero que los hombres fijen su vista en mi cuerpo. Acomodo mi cabello y avanzo hasta la entrada de la empresa. La fina línea que se forma en mis labios siempre que entro y veo varios de mis compañeros mirarme con morbo reflejado. Avanzo con rapidez. Quiero irme lejos, de todo y de todos.

El cuerpo me duele horrible, pero es lo poco que tengo luego de lanzarme de esa altura. Entro al ascensor y agradezco ver que no hay nadie más en él. Subo con tranquilidad.

Al llegar a mi piso veo a todos correr de un lado a otro como si la empresa se estuviese derrumbando. Con una mirada confunda camino hasta mi despacho. Veo a mi mejor amiga hacer unos chequeos.

Prohibido Para AmbosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora