Mis párpados tiemblan y mi cabeza palpita con fuerza haciendo que un gemido adolorido se me escape de los labios. Cuando intento abrir los ojos el dolor se intensifica, trato de que mis manos vayan a mi cabeza, pero algo me lo impide.
Mi sangre se hiela al recordar solo un nombre: Naraku.
Abro los ojos pese a que mi cabeza grita que los cierre y veo horrorizada como tengo las dos manos atadas al espaldar de una cama. Miro en todas las direcciones tratando de encontrar algo que me ayude, pero nada.
Estoy en una habitación con una cama asquerosa que tiene mal olor, hay una ventana con barrotes en ella, una silla cerca y ya, nada más. Mis ojos se dirigen a la puerta y siento que cada nervio que poseo se despedaza.
Recuerdo que luego de que Inuyasha me dejara en casa, cinco minutos luego exactamente, la puerta fue tocada. Con una sonrisa me dirigí a ella porque pensé que era Inuyasha, ha hecho eso en un par de ocasiones, pero mi sonrisa se borró cuando vi frente a mí al causante de mis pesadillas. Traté de cerrar la puerta, pero fue en vano, él tenía mucha más fuerza que yo.
—Hola zorrita—gemí de dolor cuando sus manos envolvieron mi cabello y lo jaloneo con fuerza—¿me extrañabas?—su aliento a cerveza golpeó mi rostro con fuerza y las lágrimas ya las tenía amontonadas en mis ojos.
—Naraku—el susurro dejó mis labios a la vez que él haciendo fuerza bruta en mi cuerpo, entró al pequeño departamento.
—¿Creíste que no te iba a encontrar?—mis ojos están abiertos y el miedo atravesando cada pequeña célula que persiste en mi cuerpo.
—Por favor—murmuro, no me da tiempo de cubrirme cuando mi rostro se golpea con fuerza en el piso.
—Vas a pagar todo, pequeña zorra—mis brazos lo golpean en un intento de que se aleje, pero él me devuelve el golpe con el triple de fuerza haciendo que vea borroso.
Peleo, lucho, caen cosas a mi alrededor, pero luego algo es inyectado en mi cuerpo y caigo en una oscuridad que me hace temer... o tal vez no.
Salgo de mis pensamientos al escuchar la puerta siendo abierta. La sonrisa siniestra que Naraku trae me pone los pelos de punta. Miedo, muero de miedo, quiero llorar, pero justo ahora eso no me ayudará en nada.
—¿De verdad creíste que eras alguien especial Kagome?—se acerca a la cama y yo encojo los pies tratando de alejarme—eres una idiota y siempre lo serás, ¿no entiendes que sin mí no eres nada?—su mano cae en mi pierna y la acaricia, el asco que me produce su toque hace que quiera vomitar—¿no entiendes que estás sucia, rota... que no vales nada?—ahora recuerdo, recuerdo todas las veces que el dolor se instalaba en mi pecho por sus palabras, en como cada palabra que utilizaba me hundía en el dolor.
—Pero tú no vales más que yo—mi cara duele de la fuerte bofetada que recibo de su parte, acompañada de su risa.
—Te vi—me sonríe y el dolor me atraviesa el rostro—te vi hacer el ridículo como siempre, ¿modelar?—suelta una carcajada—escuché la estúpida canción que te pusieron Kagome. ¿Creías que ganaste solo por eso? Estás muy jodida como para creer eso. Nadie te ayudará, ahora serás mía una eternidad—en sus ojos solo se distingue la locura y eso me hace temer por mí—nadie te querrá, nadie más que yo aceptará lo asquerosa que eres zorrita—sus labios rozan mi mejilla y luego huele mi cabello—eres y serás mía—mi corazón late con fuerza.
—Inuyasha... Inuyasha vendrá por mí—el segundo golpe llega a mi rostro. El sabor metálico de mi sangre baja por mi garganta.
—El maldito de Inuyasha nunca te encontrará, aquí nos quedaremos para siempre, ella, tú y yo—arrugo mi frente.
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Prohibido Para Ambos
FanficKagome Higurashi, una joven talentosa, pero que oculta bajo su ropa todos los años de infierno que su pareja le ha propiciado. Todo cambia cuando ella toma una decisión, una que cambiaría su vida para siempre. Porque esa decisión es prohibida para a...