Capítulo 31

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Mi cuerpo se siente entumecido y tengo hambre, mis labios están tan secos que los siento lastimados. No sé cuánto tiempo tengo en este lugar, pero el hambre y la sed me están dominando. Al menos no he tenido ganas de ir al baño, eso es lo único bueno que me ha pasado.

Los brazos me duelen un montón y la cabeza me palpita. Nadie ha venido por mí y estoy cansada. Cuando creo que ya nadie vendrá la puerta se abre y una chica de algunos doce años me mira con sorpresa.

—Oh, ¿Quién eres?—mi cabeza duele y ella me mira asustada.

—Ayúdame, un poco de agua y comida por favor—ella asiente.

—Vengo enseguida con algo de comer—cierro los ojos y ella sale. Debo tener bastante hambre como para pedir comida en vez de un teléfono.

Teléfono.

Necesito uno para avisarle a Inuyasha donde me encuentro, de esa manera la policía vendrá por mí.

La puerta se abre y la misma chica aparece con una bandeja en la mano y respiro aliviada, no me dejara morir.

Ella se sienta y me ayuda a comer algo y beber, siento como la energía vuelve a mí.

—Niña, necesito con urgencia un teléfono—ella me sonríe.

—Tengo un celular, puedes utilizarlo—ella parece muy ajena a lo que ocurre—¿Cómo te llamas?—pregunta mirándome curiosa.

—Soy Kagome, pero necesito ese teléfono urgentemente ¿si?—ella asiente.

—Luego te lo busco—hace un además con las manos—no sabía que mi hermana tuviera una amiga aquí—me sonríe de manera agradable.

—¿Midoriko es tu hermana?—ella asiente.

—Sí, sé que no tenemos mucho parecido—me sonríe—ella dice que soy adoptada, creo que lo soy—muerdo mis labios para no gritar del dolor al ella hacer un movimiento brusco en la cama.

—Necesito el teléfono niña, luego podremos seguir hablando—ella niega.

—No, luego me vas a ignorar como todos en esta casa—sus ojos me miran tristes—es la primera vez en un mes donde hablo con alguien—la miro sorprendida.

—¿Y eso por qué?—mira hacia otro lugar.

—Soy adoptada, todo fue por apariencias en realidad nadie me quiere en esta casa—suspira—a veces no sé si extraño más el frío de la casa hogar—ella me mira—allí no tenía lujos, pero si niñas que me abrazaban—mi corazón se encoge al escucharla.

—¿Cuál es tu nombre?—su cabellera se mueve al compás de su cuerpo sobre la cama.

—Soy Hitomiko—me sonríe—¿te desato? Eso parece doler, no comprendo los juegos de los adultos—asiento.

—Hazlo—ella lo intenta, pero al final se rinde.

—Iré por unas tijeras—la miro.

—Que sea rápido, luego debes irte a tu habitación y no salir más hasta que yo vaya por ti ¿si?—me mira triste.

—¿Me piensas utilizar?—niego rápidamente.

—Es porque tendré una discusión de adultos con tu hermana, ve y ayúdame—ella me sonríe y baja de la cama.

La veo desaparecer y la esperanza de que pueda salir de este lugar me abraza.

No me muevo porque el amarre en mis muñecas duele un montón, sé que debo tener la piel raspada, pero el solo sentir que podré liberarme de Naraku y hacerlo pagar hace que todo ese dolor se convierta en fortaleza. Él necesita ayuda psicológica con urgencia, está fuera de sus cabales. No sé en qué momento comenzó esa obsesión enfermiza conmigo.

Prohibido Para AmbosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora