Mientras se hallaba en el vuelo, Yuri contempló una fotografía de Yuuri. A pesar de los años, éste no había envejecido en lo absoluto, no cambiado en lo más mínimo, continuaba siendo el mismo de siempre. Esa simple idea lo hizo sonreír. ¿Con qué sorpresas se hallaría al llegar a Japón? ¿Cómo lo recibiría Yuuri? ¿Qué opinaría Viktor respecto a su repentina aparición? Por supuesto que sospecharía de sus intenciones, podía predecirlo. Viktor no era ningún idiota, era un bastardo que se salía con la suya del modo que deseara, y lo sabía. Yuri desearía que no fuese su rival, pero si no fuera así, la competencia sería mucho más aburrida.
Porque él estaba decidido a ganar de cualquier manera.
Cuando sus pies finalmente lo condujeron al hogar de Yuuri, dejó brotar un suspiro. Ese sitio tampoco había cambiado en lo absoluto. Continuaba con la fachada que lo caracterizaba, como si el tiempo se hubiera detenido en el momento en el que él mismo regresó a Rusia. ¿Lo reconocerían? se preguntó. Su viaje a Japón era un secreto que solo un par de personas conocían, así que estaba seguro de que se llevarían una gran sorpresa. ¿Y Yuuri? ¿Qué tipo de expresión pondría cuando lo viera?
¿Recordaría esa promesa?
Unos ladridos llegaron a sus oídos, pero él no les prestó la más mínima atención. Sin embargo, instantes más tarde el peso de un canino lo hizo caer. Confuso y aturdido, se percató de cómo su rostro era lamido por un caniche de tamaño descomunal.
—¿Vicchan?
—¡Ah! ¡Vicchan! ¡No hagas eso! —la voz de Katsuki llegó a sus oídos. Giró el rostro para contemplar la manera en la que éste corría lo más que podía hasta alcanzarlos. Yuri tomó asiento con dificultad, y acarició al sabueso tras las orejas. Yuuri apoyó las manos sobre las rodillas, respirando agitadamente—. ¡Lo siento! ¿Se encuentra usted bien? Vicchan no es así, es un buen perro, él no suele...
Yuri apretó los labios y se puso de pie tras librarse de todo el peso que tenía sobre él y, sin ofrecer palabra alguna en respuesta a sus torpes disculpas, lo abrazó. Sentía que todos los sentimientos que tenía por ese tonto resurgían con intensidad.
Los ojos de Yuuri se abrieron de par en par, sin comprender lo que ocurría.
—Eres cruel, ¿No me reconoces? —Yuri se aferró a la espalda contraria—. Tazón de cerdo.
Yuuri tardó un poco en asimilarlo, pero al percatarse, tragó saliva sin poder creerlo.
—¿Yurio?
Yuri cerró los ojos y sonrió.
—He vuelto por ti.
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Promesa de conquista
FanfictionTras cinco años, Yuri Plisetsky regresa a Japón con un único fin: Conquistar a Katsuki Yuuri.