El silencio llenó el ambiente y todos los rostros se enfocaron en él, pero a Yuri no le importó. Sus ojos estaban clavados sobre Yuuri, quien estaba tan mudo como el resto. Comprobó la forma en la cual su víctima caía en cuenta respecto a la situación, y enrojecía a causa de la vergüenza. Eso deleitó a Yuri, quien deseó poder robar un momento a solas con él, y devorar su boca a besos, pero no movió el menor músculo, pues sabía que no era ni el lugar ni el momento.
Pronto, el mutismo desapareció, y volvieron a acribillarlo con diferentes preguntas que eludían el tema anterior de una forma no muy sutil. Yuri decidió no prestar atención a ese dato, y su mirada no se apartó de la de Yuuri ni en el menor instante, quien sí parecía desear evitar cualquier contacto visual.
Entre preguntas, comentarios, y otras noticias de mínima importancia, finalmente uno de los familiares de Yuuri dejó brotar el paradero de Viktor en esos instantes: Se hallaba en Estados Unidos, no solo organizando su futura boda, también encargándose de asuntos de vital importancia, que luego lo trasladarían a Canadá, y que lo mantendrían ausente por un mes entero, o quizás dos, dependiendo de qué tan complicados sean dichos asuntos.
Yuri cantó victoria mentalmente. ¿Un mes? Ese tiempo bastaba y sobraba para conseguir que Yuuri se enamorara de él. ¿Cómo reaccionaría Viktor al regresar y descubrir que su amado prometido había ido a vivir a Rusia en compañía de su nuevo amante? La simple idea ocasionó que sus ojos brillaran.
Luego de acabar la cena, Yuuri lo acompañó a la habitación en la que se hospedaría durante ese tiempo, aunque la verdad era que ni siquiera había dado por sentado el tiempo que permanecería en tierras niponas. Cuando Yuuri se lo preguntó, evadió la pregunta empleando otra.
— ¿Todavía funcionan los baños termales?
Yuuri abrió un poco los ojos, quizás por sorpresa, pero poco después ofreció una sonrisa.
— Por supuesto. Como ya no hay hoteles que ofrezcan ese servicio además del nuestro, se ha vuelto una parada muy famosa entre turistas y lugareños. No podemos cerrarlo solo porque sí —comentó.
— En ese caso, ¿Te apetece tomar un baño conmigo? —inquirió Yuri con una sonrisa ladina. Eso sí tomó a Yuuri por sorpresa, quien se erizó y balbuceó algunas cosas que no alcanzó a comprender.
— No puedo —se excusó Yuuri entonces—. Yo... No puedo.
— ¿Me temes? —la pregunta escapó de los labios de Yuri, quien aprovechó para eliminar un poco de distancia entre sus cuerpos, y Yuuri se apresuró a negar con la cabeza, inconsciente de todo lo que acontecía en esos instantes.
— ¡No! ¡No es eso! ¡Es que Viktor...!
— ¿Viktor? —la sonrisa de Plisetsky se borró, dando lugar a una mueca de desdén—. ¿Qué tiene que ver él con todo esto? Solo vamos a tomar un baño.
Yuuri dijo algo por lo bajo sin mirarlo, y Yuri lo obligó a verlo a los ojos. Una nueva sonrisa se trazaba sobre su boca, seductora, quizás, provocativa, definitivamente.
— No soy un depredador que se abalanzará sobre ti. No temas. He venido por ti, pero no haré nada que no te guste.
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Promesa de conquista
FanfictionTras cinco años, Yuri Plisetsky regresa a Japón con un único fin: Conquistar a Katsuki Yuuri.