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Mientras sus pasos lo guiaban sobre la calzada que se enfrentaba a las tiendas del centro de la ciudad, sus ojos se hallaban fijos sobre su acompañante, analizando cada mínimo detalle que tenía al alcance. Yuuri tenía la nariz roja, y las mejillas eran presa de la misma tonalidad, su aliento producía un leve vaho que acababa por disolverse en la atmósfera segundos más tarde, y a veces se frotaba las manos en un intento por otorgarles calor.

Yuri lo detuvo en mitad del recorrido y, tras acomodar su bufanda, se sacó los guantes y se los ofreció con un gesto mudo. Yuuri se alarmó visible ante las intenciones de su amigo, y sacudió la cabeza de forma negativa para informar que se encontraba bien.

—¡No te preocupes! —exclamó al aire, asaltando la curiosidad de algunos transeúntes. La timidez y la cobardía hicieron muelle en su interior, y bajó la voz y la mirada—. Estoy bien, Yurio, no es necesario que te preocupes por mí. S-Si oculto mis manos en los bolsillos, es posible que consigan calentarse.

Pero Yuri insistió y depositó los guantes sobre sus manos con un gesto y una expresión que demostraban su escaso interés por las réplicas.

—Póntelos y sigamos con nuestro camino antes que se haga muy tarde y las tiendas cierren —expresó con un tono desinteresado, y avanzó haciéndose de espacio entre los transeúntes que caminaban en dirección opuesta a su destino. Para su fortuna, Yuuri no protestó, y se puso los guantes con una sonrisa suave que fue descubierta poco después por él. Sintió un estremecimiento, así como un cálido sentimiento que abrazaba su corazón, pero no mencionó una sola palabra más.

Tras un par de minutos inmersos en el más profundo de los silencios, y con las miradas curiosas evaluando las vitrinas de las tiendas frente a las que circulaban, los ojos de Yuri se alzaron brillosos al encontrar una chaqueta negra de cuero, con motivos de animal print en el cuello y el forro interno.

—¡Aquí! —indicó sujetando el brazo de Yuuri y arrastrándolo consigo al interior.

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La chaqueta acompañaba a unos jeans oscuros. Él se probó el conjunto por encima de la camiseta bordó que llevaba puesta, y se pasó los dedos a través de sus rubios cabellos al contemplar la imagen que presentaba. Tras unos segundos más de espera, finalmente se expuso al exterior y esperó con paciencia a la reacción de Yuuri, que era lo que más le interesaba por encima de su opinión.

Yuuri levantó los ojos con asombro y la boca entreabierta, aunque el mutismo se había apropiado de sí. Yuri ladeó un poco la cabeza con una sonrisa sugestiva, esperando por alguna palabra proveniente de su amigo, quien no mencionó nada hasta luego de haber sacudido la cabeza para abandonar su impresión.

—Te ves... increíble —aseguró Yuuri sonriendo un poco—. Luces como uno de esos rockeros de Hollywood.

Yuri rió entredientes.

—¿«Rockero de Hollywood»? —repitió divertido con la comparación. Notó a Yuuri enrojecer por la vergüenza, y retornó al probador sin más palabras que ésas, aunque poco después volvió a abandonarlo con una camiseta oscura con una impresión en blanco, y unos jeans claros desteñidos.

Yuuri sonrió un poco más.

—¡Ah! ¡Me gusta como luces así! ¡Ese estilo te favorece!

Yuri arqueó una ceja ante la reacción tan inocente de su objetivo, y se encogió de hombros, desinteresado. La tercera vez que lo intentó, llevó puesto una camiseta gris de U2, camisa roja a cuadros atada a la cintura, y jeans azul marino. Al salir, se percató de que Yuuri una vez más quedaba mudo de asombro, así que aprovechó el momento y se acercó intentando lucir seductor.

—¿Cómo te parece que luzco ahora?

Yuuri bajó la mirada, enrojecido hasta las orejas, y tartamudeó un poco mientras buscaba las palabras exactas a ser expresadas.

—¡Muy bien! ¡T-Te ves realmente bien!

—Oh, ¿Solo bien? —Yuri simuló el tono decepcionado de su propia voz, y Yuuri se alarmó.

—¡No, no! ¡Te ves...! Eres muy guapo, Yurio. Eres realmente guapo.

Yuri sujetó su barbilla y la levantó, obligándolo a verlo a los ojos.

—No huyas, cerdito. Dímelo viéndome a los ojos.

El rostro de Yuuri se encendió tanto que acabó despidiendo humo por las orejas.

—¡Yo...! ¡Ah! ¡C-Creo que tengo que ir a comprar algo a mis padres! —dijo con sílabas atropelladas, antes de salir corriendo.

Yuri chasqueó la lengua con decepción. Había huido por esa vez, pero no podría hacerlo por siempre.

Promesa de conquistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora