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Contempló a Yuuri desde la distancia mientras éste alimentaba a Vicchan. Su expresión se hallaba iluminada por una de sus más sinceras sonrisas, y Yuri se cubrió el rostro con una mano al no encontrar la forma de soportar una imagen tan adorable. ¿Cómo ser capaz de ignorar algo así?

No podía apartar sus ojos de encima, y el deseo de tocarlo incrementaba con cada segundo que transcurría, pero la última vez que trató de hacer algo, Yuuri lo apartó con un empujón, quizás todavía se sentía intimidado con las palabras dichas por él mismo:

«Eres mío.»

Sus labios dibujaron una sonrisa con segundas intenciones. Haría que Yuuri se acostumbrara a su contacto físico hasta que no fuese capaz de negarse a sus abrazos. No sería una empresa fácil teniendo en cuenta que se trataba de un japonés, pero lo conseguiría de cualquier manera.

Se acercó a zancadas y se inclinó sobre Yuuri.

—¿Quieres salir a dar un paseo?

Contempló el estremecimiento que recorría su espina dorsal. Yuri se relamió gustoso, ¿Siempre había sido tan vulnerable? Cuando tenía quince, solo lo veía como un gordo escaso de autoestima y patético, pero ahora que había madurado, ante sus ojos desfilaban detalles que no podía pasar por alto.

—Yurio, yo no... —¿Era temor lo que podía oírse en el tono de voz de Yuuri?—. Viktor dijo que llamaría.

Un tic nervioso palpitó sobre la frente de Yuri.

—¡Salgamos de compras! Si Viktor llama, bien puedes hablar con él mientras estamos paseando, ¿No te parece?

Yuuri negó con la cabeza sin verlo a los ojos.

—¿Me temes? —se atrevió a inquirir. Contempló que Yuuri se encogía sobre sí mismo, lo cual ofrecía una respuesta afirmativa a su pregunta—. ¿Qué temes de mí? ¿Crees que te haré daño? ¿O solo tienes miedo de caer por mí?

Silencio. Eso no ayudó a mejorar el humor de Yuri, quien se acuclilló a su lado. Antes de decir algo, Yuuri habló con inseguridad.

—Sé que te gusto, pero no puedo corresponderte. Viktor está grabado a fuego en mi corazón y no tengo espacio para nadie más, ni siquiera para ti. Me pone nervioso que insistas tanto, es incómodo. No me siento a gusto contigo —hizo una pausa, y lo vio a los ojos—. Prefiero al niño de quince años que no hacía más que golpearme y gritarme. Este nuevo Yurio es... insoportable.

Yuri quedó mudo. Sentía que su corazón se estrujaba y hacía añicos, pero se esforzó en no demostrar lo mucho que dolía, y sonrió.

—No esperé que lo dijeras con tanta honestidad —dijo pasando los dedos sobre el pelaje de Vicchan, quien alzó la cabeza y movió la boca—. Pero entiendo tu punto. No volveré a hacer nada que te desagrade —sintió el impulso de alargar la mano y acariciar su mejilla para tranquilizarlo, pero temía un rechazo, por lo que contuvo esos deseos y se conformó con permanecer a su lado—. ¿Qué tanto ha hecho Viktor para que te enamores tanto de él?

La expresión de Yuuri se suavizó.

—Gracias a él he recuperado la confianza que había perdido. Siempre lo he admirado, quizás siempre lo he amado. Él ha hecho por mí más de lo que nadie jamás ha conseguido. Sin él... estaría perdido, deprimido.

Observó que sus palabras parecían iluminarlo a medida que hablaba. Ahora lo entendía.

Conquistar a Yuuri sería imposible.

Promesa de conquistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora