Yuri estuvo ocupado a causa del juicio que llevaron a cabo en contra del conductor del automóvil que lo colisionó, y no supo de las nuevas hasta que Yakov lo mencionó por casualidad mientras conversaba con Lilia.
—...Viktor aún debe sentirse devastado por el divorcio, no creo que pueda...
Yuri alzó la cabeza al oír las palabras «Viktor» y «divorcio» en la misma oración, y se acercó lo más pronto que pudo con el bastón con el que se mantenía en pie, con una expresión estupefacta e incrédula.
—Esperen, ¿Viktor se ha divorciado? —inquirió elevando la voz quizás un poco más de lo que debería. Ambos entrenadores enfocaron su vista en él, sorprendidos por su reacción.
—¿No lo sabías? Ya ha pasado un mes desde entonces —informó Lilia con tono neutro.
—No sabemos por qué, pero creo que la idea de separarse de Yuuri fue suya. En todo caso, ha estado deprimido desde entonces, y dudo que desee ayudarnos en nuestro proyecto...
Yuri les dio la espalda y caminó dificultosamente hasta el despacho de su hogar. Escuchó que ambos lo llamaban, pero él no les prestó la más mínima atención. No necesitaba desayunar, necesitaba respuestas.
Encendió la laptop, abrió Skype, y buscó a su contacto más reciente: Yuuri se hallaba conectado, así que no dudó en oprimir el botón de videollamada. Para su fortuna, no tardó en responder.
El rostro sonriente de Yuuri se mostró desde el otro lado de la pantalla.
—¡Yurio! Qué sorpresa. Normalmente soy yo quien llama, ¿No?
Pero él ignoró esas palabras y fue al grano.
—¿Es verdad que te divorciaste de Viktor?
Los ojos de Yuuri se abrieron con cierta perplejidad, y su expresión pasó a mostrar una extraña sonrisa cargada de tristeza en tan solo un par de segundos.
—Así es.
—¿Pero por qué lo hiciste? —Yuri no intentó siquiera simular la consternación en su propio tono de voz, o la desesperación de sus palabras—. Tú lo amas, ¿No es así?
—Yurio, no creo que sea un tema del que me guste hablar...
—¡Solo dime!
El silencio cayó sobre el ambiente, y Yuuri no habló hasta luego de haber suspirado con resignación.
—Fue Viktor el que lo propuso. La verdad es que me tomó por sorpresa —se rascó la mejilla con el dedo índice, y miró hacia otro punto—, porque tan solo semanas antes me había dicho que no deseaba perderme.
Yuri sintió la boca seca, impresionado. No sabía cómo tomarse esa noticia y, en todo caso, ¿Por qué habría hecho Viktor algo así? No lucía como una persona que dejaba ir a quien amaba con tanta facilidad.
—¿No te explicó sus motivos?
Yuuri cerró los ojos por unos momentos, aunque de todas formas no fue capaz de contener las lágrimas.
—Dijo que me dejaba ir, que me amaba, pero que él no podía permitirme continuar atado a él mientras en mi corazón se encontrara otra persona —Yuuri intentó con inutilidad detener sus propias lágrimas, pero no consiguió lograrlo.
—¿Y tú... accediste? —la consternación no disminuía. Al contrario, no hacía más que incrementar con cada nueva palabra y acción.
—No tuve más elección, porque él tiene razón. No lo había notado antes, pero algo ha cambiado. He descubierto emociones y pensamientos que jamás tuve hacia alguien más. Yo... No sé si es amor, o un simple encaprichamiento, pero no deseo hacer daño a Viktor continuando a su lado mientras esos sentimientos persistan.
Yuri sintió un vacío en su interior. Yuuri estaba enamorado de nuevo.
No sabía si podría seguir soportándolo.
—¿Por qué no me dijiste nada de eso? —la irritación podía notarse en su tono de voz.
—Porque son tonterías, no quería molestarte...—Yuuri habló bajo, aunque sus palabras fueron lo suficientemente audibles, e incluso así solo alteró a Yuri.
—¡No son tonterías! ¡Somos amigos! ¡Creí que tú confiabas en mí!
—Yurio, espera por favor, déjame explicarte...
Pero él colgó la videollamada, y apagó la laptop.
Yuuri estaba enamorado.
Sintió que algo se derrumbaba dentro de él.
¿Por qué nada de eso dejaba de doler? Él solo deseaba arrancarse el corazón del pecho y así dejar de sentir aquellas emociones que Yuuri provocaba en él. Fue tan iluso cuando lo vio durante su cumpleaños y creyó que algo podría surgir entre ellos dos.
Sin embargo, para su sorpresa, esta vez no lloró.
Quizás ya se había acostumbrado a la decepción.
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Promesa de conquista
FanfictionTras cinco años, Yuri Plisetsky regresa a Japón con un único fin: Conquistar a Katsuki Yuuri.