Tomó asiento, enfurruñado, junto a la mesa que compartía en compañía de la familia de Yuuri, quien había comprado pastel tras haber huido de la tienda de ropa, y ahora lo servía junto a té rojo con una sonrisa plasmada sobre su expresión, con la íntegra idea de que nada había acontecido durante esa tarde. Yuri hubiera disfrutado verlo nervioso tras ese evento, sonrojado incluso, balbuceando en voz baja y evadiendo contacto con su mirada, pero su objetivo lucía muy calmo. ¿Es que su atractivo físico no había surtido efecto sobre él? Chasqueó la lengua sintiendo que la decepción se arremolinaba en su interior, avasalladora e intensa, hasta recordar las palabras de Minako en el bar.
«Paciencia» se dijo «Todo lo que necesitas es paciencia»
Cerró los ojos por un instante, y emitió un suspiro que liberaba la tensión de sus hombros y su desasosiego. Contempló a Yuuri, pero éste se hallaba inmerso en una conversación con su hermana, y la sensación de hallarse fuera de lugar cobró potencia generando una carga de ansiedad jamás antes sentida. Sabía que su impaciencia no conseguiría nada, pero tampoco sabía cómo actuar de forma sutil. La sutilidad la dejaba para la pista de patinaje, pero él en realidad no era muy delicado.
Golpeó la mesa con tanta fuerza, que todos los presentes centraron su atención en él.
—¿Sucede algo, Yurio?
Una pregunta insignificante que bastó para ayudarlo a posar los pies sobre la tierra una vez más. Alzó la mirada, y se encontró con la de Yuuri, quien tenía las cejas arqueadas en una ligera expresión pasmada. Negó con la cabeza y pasó los dedos a través de sus cabellos, gesto cargado de exasperación. Notó que la frustración se apropiaba de sí mismo, cobrando intensidad con el transcurso de los segundos. Abrió la boca para mencionar algo, más todo lo que fue capaz de hacer fue trazar una sonrisa forzada.
—Estoy perfectamente, gracias por preocuparte —musitó con intenciones de abandonar la mesa sin siquiera haber tocado su té y su pastel.
—¿Estás seguro? —fue el turno de la hermana de Yuuri—. No has comido nada.
—No tengo apetito, muchas gracias.
Se marchó de la habitación con zancadas rápidas, y se dirigió al exterior. Una fina llovizna caía generando una capa de humedad sobre todo lo tangible, y a él no le importó mojarse un poco. Ocultó las manos en los bolsillos de su abrigo, y expulsó un nuevo suspiro que generó un vaho. Necesitaba ser paciente. Paciente. ¿Pero por qué era tan difícil?
Santa Paciencia, si estas ahí, por favor otórgale fuerza a este inútil y patético intento de enamorado que está tras la persona más tonta que jamás he tenido la oportunidad de conocer.
Como si sus plegarias fuesen atendidas, una voz llegó a sus oídos y lo obligó a girarse: Yuuri lo llamaba desde el portal de la posada con una inquietud presente en sus rasgos. Él quiso ignorarlo, luchó por lucir indiferente y retornar a sus propias preocupaciones, pero Yuuri corrió hacia él a pesar del agua que se derramaba desde el cielo.
—¡Yurio! ¿De verdad estás bien? —pregunta que brotó de su boca tan pronto como lo alcanzó—. No tienes buena pinta.
Él bufó y desvió la mirada.
—Estoy bien, ya lo dije ¿No? Solo quiero estar solo.
El brazo de Yuuri se extendió, y sujetó con timidez el borde de su abrigo.
—Me preocupas —expresó inquieto—. Todavía no me has perdonado, ¿Verdad? Ya dije que lo siento, no quise ser tan cruel el otro día.
—No es eso —evadió el contacto con la mirada de Yuuri—. Solo me pregunto qué debo hacer para que te fijes en mí.
—¿Eh? —estupefacto, Yuuri abrió los ojos como platos.
—¿Qué es lo que tiene Viktor que yo no tengo? Soy guapo, talentoso (He roto el récord impuesto por tu amado, ¿Lo recuerdas?) y puedo hacerte feliz —Yuri rompió la distancia que los apartaba, y apoyó la mano sobre la mejilla de su objetivo—. ¿Por qué no te olvidas de él y te quedas conmigo?
Yuuri quedó mudo a pesar que sus labios temblaban.
Yuri no supo cómo tomarse ese silencio, así que quebró el resto de la distancia, y lo besó. En consecuencia, Yuuri lo apartó con todas sus fuerzas y lo golpeó en el rostro.
—¿Quieres saber qué es lo que Viktor tiene que tú no? —vociferó Yuuri con ira—. ¡Ahí tienes tu respuesta!
Abandonó entonces el escenario a zancadas, dejando tirado en el suelo a un Yuri que, más que nunca, odió el mundo.
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Promesa de conquista
FanfictionTras cinco años, Yuri Plisetsky regresa a Japón con un único fin: Conquistar a Katsuki Yuuri.