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—Luces muy deprimido. Es un contraste bastante notorio respecto a días atrás —Minako se cruzó de piernas y lo observó dibujando una expresión divertida con un vaso de cerveza sujeto entre los dedos.

Yuri elaboró una mueca, y se bebió su vodka de un trago. Apretó los ojos y, una vez que el ardor se apagó un poco, frunció el ceño. No estaba de buen humor, razón suficiente para recurrir al alcohol que, además, borraría por un instante el dolor de su pecho, dolor provocado por unas palabras repletas de honestidad que dejaron una profunda herida en su corazón.

—¿Vale la pena quedarse aquí? —masculló. Ordenó que volvieran a llenar su copa y suspiró con hastío—. Creí que podría conquistar el corazón del cerdo, pero él no tiene ojos para nadie más que Viktor, y a mí me odia.

Refunfuñó mientras Minako enarcaba las cejas con fingida sorpresa.

—Oh, te estás dando por vencido —sonrió con ironía, y cruzó los brazos sobre el pecho—. ¿De verdad creíste que sería tan fácil? ¿Pensaste que al haber crecido, Yuuri se enamoraría automáticamente de ti y se olvidaría de Viktor?

Yuri no quiso responder a esa pregunta, pero eso fue lo que él había pensado. Quizás había subestimado los sentimientos de Yuuri, o quizás su ego lo cegó al punto de no ver lo obvio, pero lo cierto era que no tenía un plan de respaldo. Creyó que con unas tácticas de seducción lo tendría a los pies, pero no resultó así. Al decir verdad, Yuuri lo había aplastado de una forma tan simple que resultaba patética.

Gruñó de solo pensarlo, y volvió a beberse su vodka.

—Todo requiere de esfuerzo —continuó Minako con una tranquilidad que a Yuri le parecía irritante, pues no necesitaba de consuelo o consejos—. Tu error fue ser demasiado directo con tus intentos de seducirlo. Debes ser sutil, suave como un pañuelo de seda. No lo fuerces a sentir nada, ve con calma, como si en realidad no tuvieras esas intenciones. Hazlo parecer un accidente. No intentes que te ame desde el principio: La confusión es tu aliada. Confúndelo, siembra en su mente la duda, y no lo fuerces a elegir. Él es japonés, no una de tus fans desesperadas.

Yuri la escuchó e incluso con el mal humor, sopesó esas palabras y asintió en silencio.

Necesitaba de un nuevo plan, y Minako estaba ayudándolo.

—¿Por qué me dices todo esto? —inquirió entonces—. Eres amiga del tazón de cerdo, creí que estarías de su lado.

Minako rió y palmeó su espalda.

—Solo te estoy ayudando al ver que has puesto ojos de cordero degollado luego de que Yuuri te dijo todas esas cosas. Además, será interesante ver si logras conseguirlo o no.

Él sonrió de mala gana, y se cruzó de brazos.

Al día siguiente iniciaría un nuevo plan.

Promesa de conquistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora