Capitulo 20

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¿Cuánto había pasado? Alrededor de dos semanas desde que Jeimy había confesado sus sentimientos hacia Skyler y ambos se habían unido en una relación formal; Si bien Jeimy disfrutaba de las muecas de su hermano cada que los veía juntos, se había sorprendido de ver que a Skyler no parecía afectarle en lo más mínimo... Después de todo ella lucia muy ¿Cómo decirlo? Libertina, era la palabra más adecuada que a Jeimy se le venía a la mente. Sin duda todo estaba siendo un reto para el chico, el chirrido irritante de la voz de Sky que no paraba, después descubrió que si la besaba y mimaba constantemente ella se quedaba callada, lamentablemente descubrió que besar no es algo que le gustara hacer así que intentaba con todo su ser el aguantarla. Estaba mentalizado a lograrlo, tristemente la chica amaba las demostraciones de afecto públicas: Mientras que Jeimy era alguien más pudoroso, ella lo tomaba de la mano, lo abrasaba, lo besaba, tocaba su cabello incesantemente, era como si ella quisiera tocar cada centímetro de su piel y eso comenzaba preocuparle. Bueno, ya había tenido relaciones sexuales con ella y a pesar de que había sido algo agradable y placentero no sentía la necesidad de repetirlo por un buen tiempo, el problema era que ella no lo recordaba y lo que más ansiaba era probar el cuerpo de Jeimy por "primera vez"

Jeimy intentó despejar su mente de aquello y centrarse en sus amigos. Había estado toda la mañana trabajando con Lucille en el café, pero a medida que llego la tarde, Alan apareció por lo que los tres se habían quedado platicando en una mesa, Jeimy y Lucille se turnaban para atender a los clientes y así pasaban un buen rato.

-Entonces, ¿tu teoría es que Jeimy vendió su alma al diablo?- Pregunto Lucille en medio de una risa.

-En efecto- Afirmo Alan- Solo piénsalo ¡Tiene sentido!- Jeimy rodo los ojos divertido mientras daba un sorbo a su infusión de frutos rojos- A Jeimy le gusta este violinista ¿Cómo se llamaba? ¡Da igual! Solo digo que si le gusta ese violinista que vendió su alma al diablo, quizá él lo haya hecho también para ser el mejor en el ballet.

-En primer lugar, me gusta Tartinni y Paganini, de ambos se dice que vendieron sus almas, no se de quien hables. En segunda ¿Qué sentido tendría vender mi ama para ser un buen bailarín?- Lucille rio sonoramente.

-Bueno, no solo por ser el mejor bailarín. ¡Haces todo bien!- Exclamo de nuevo, haciendo reír a los otros dos- Solo digo que eso, mi amigo, es del diablo.

-Me temo que no he hecho nada de eso, mi talento es natural- Se burló.

-Solo era una teoría- Se encogió de hombros y le dio un gran sorbo a su malteada de fresa.

-Alan, si existiera un ser demoniaco todo poderoso ¿A cambio de que le venderías tu alma?- Pregunto Lucille, Alan se quedó mirando a la nada, como pensando en una buena respuesta.

-Pues... mis deseos son como los de cualquiera; Solo pediría fama y fortuna.

-Que banal eres- Menciono Jeimy con una sonrisa en sus labios. Alan llevo una mano a su pecho con un rostro ofendido.

-Oh ¡Vamos! ¿Tú que pedirías a cambio, señor perfecto?

-Lamentablemente eh nacido con talento y belleza- Se regodeo a lo que Lucille y Alan rieron- Aunque no los tuviera pedir algo tan común como el dinero sería un total desperdicio. ¿Enserio darías tú alma por unos cuantos miles de dólares? No creo que lo valga, si tuviera esa oportunidad, creo que le daría mi alma a cambio de que mi padre volviera a casa. Simple ¿No?- Se dejó caer en el respaldo de su silla con una sonrisilla burlona en los labios, como un vano intento de disipar la pequeña tención que se generó con su comentario.

-¿Cómo haces eso?- Pregunto Alan de nueva cuenta. Lucille se había quedado en silencio pues sabía que Jeimy podía ponerse un tanto sensible al hablar de su padre.

JeimyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora