La verdosa mirada observaba con cierta fiereza la entrada del teatro Allerdale; De los pálidos labios colgaba un cigarrillo que se consumía con lentitud. El viento era apenas fuerte, pero era bastante helado; a decir verdad, a Jeimy esto no parecía afectarle realmente, llevaba una chaqueta de cuero, que, realmente no iba mucho con su estilo pero que en secreto le gustaba bastante.
Las once de la noche estaban por dar y no podía estar más apurado a que llegara ese momento.
Cuando se abrieron las puertas del teatro, varios de sus antiguos compañeros comenzaron a salir, se ocultó detrás de unos arbustos, no tenía intención de gastar saliva y palabras amistosas con ellos. Espero hasta que diviso a Alan salir del teatro con su usual traje deportivo y una pequeña maleta colgando de su hombro izquierdo. Jeimy sonrió apenas lo miro, pero aquella sonrisa se desvaneció apenas noto un hematoma de un tamaño medio en la mejilla derecha del joven. Tiro el cigarrillo al piso antes de dirigirse a encarar a su amigo. Alan no tuvo tiempo de reaccionar, pues apenas Jeimy se le puso enfrente, lo tomo de la muñeca y tiro de el hasta llevarlo detrás de los arbustos- Donde minutos antes, el joven de ojos verdes estaba - Apenas estuvieron ahí, miro fieramente a Alan.
-¿Qué te sucedió?- Pregunto con su expresión fría y un tono de voz no muy tranquilizador. Alan agacho la mirada notablemente incomodo por la anterior pregunta, pero la mirada inquisidora comenzaba a hacerlo estremecer levemente.
-¿Qué crees que paso? Lo de siempre- Dijo, restándole importancia al asunto- Por cierto, es un milagro ¿Viniste solo a verme?
-No estoy de humor para tus juegos- Eso último había lastimado un poco al chico de ojos azules: Sus sentimientos no eran un juego, no podía evitar que su corazón saltara de alegría al ver a Jeimy esperándole... Y mucho más cuando estaba solo y sin rastro alguno de Lucille.- ¿Por qué te hizo esto? Creí que todo estaba mejor entre tu padre y tu...- Alan fingió una risa.
-Sigo siendo gay, Jeimy- Le recordó al mencionado- Y mientras eso siga así, él no va a dejar de golpearme, así de fácil- El menor de los Allen permaneció en silencio, mirando sin emoción aparente a Alan, no quería que el pensara que lo compadecía, o que quizá sentía lástima, porque no era así. Pasaron algunos minutos en silencio, Alan parecía muy a la defensiva y eso extraño al chico más alto.- Pero en fin, dudo que hayas venido porque el imbécil de mi papa volvió a golpearme mientras estaba ebrio. ¿Para qué quieres verme?- Jeimy frunció el ceño ante la extraña actitud de su amigo de la infancia.
-Yo...Vine por lo que paso el otro día entre Lucille y tu- El de ojos azules soltó una risa bastante amarga. No le sorprendía, Jeimy sería capaz de hacer cualquier cosa por esa chica, todo excepto confesarle sus sentimientos.- Y, al parecer, aun sigues actuando extraño...
-¿Actuar? Jeimy, llevo estos últimos tres años fingiendo que ella me agrada- Escupió molesto- ¡Estoy harto de ver como coquetean! ¡Harto de hacerlo porque quiero que seas feliz! Pero ¿Adivina qué? ¡Importa lo que yo quiero! ¡Importa mi felicidad! ¡Y mi felicidad eres tú!
-Alan...
-No, no digas nada. No quiero escuchar tus palabras condescendientes y excusas baratas. Me quieres, me sigues queriendo y no puedes ocultarlo de mí.- Dijo en medio de una voz que era una extraña mezcla de súplica y reclamo, los ojos de Alan estaban llenos de dolor y Jeimy no sabía cómo reaccionar ante aquel extraño cambio en el rumbo de la conversación.- Dímelo, por favor Jeimy, dime que aun sientes algo por mí. Que esos sentimientos de hace algunos años siguen ahí, que esos pequeños besos y roces de mano significan, aun, algo para ti.- Jeimy se quedó mirando la expresión suplicante del más bajo, suspiro antes de poder articular una palabra.
-Lo siento, pero no es así.- Soltó lo más tranquilo que pudo- En ti, no puedo ver más que a un buen amigo.- Alan bajo la mirada, no quería que Jeimy viera sus ojos repletos de lágrimas deseosas por caer. Apretó la correa de su mochila y avanzo, dando un empujón a Jeimy.
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Jeimy
Teen FictionLas madres tienen un sexto sentido, ellas pueden decir si sus hijos mienten, sufren o disfrutan. Nadie duda de las capacidades de una madre. Roxanne siente que su hijo no esta bien, algo dentro de ella le grita que su hijo es peligroso... Esta asust...