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Pasada la medianoche regresé al hotel en busca de, Sean, hasta donde sabía había ido a cenar a un restaurante cerca al hotel o eso decía su mensaje de texto.
— ¿Sean?
Y ahí estaba mi amigo ahogándose en alcohol sentado en el piso contra la cama, la imagen es triste por las circunstancias que lo rodeaban o tal vez es un alcohólico y yo simplemente no lo sabía.
— Angie, sé que discutimos siempre, pero yo te amo.
— Yo soy, Clarissa, Sean —Me colocó a su altura— creo que ya fue suficiente alcohol.
Pedí un vaso con agua y algunas pastillas a la habitación, no sabía cuánto licor había ingerido, pero no parecía ser poco ya que había llegado a confundirme con, Angie, suponía que esa debía ser la mamá de, Annie, pero se veía tan perdido y triste que bien podía simplemente ser una alucinación.
— Clarissa —dijo riendo—Te pareces a muchísimo a, Angie, ella era mi prometida.
— Entonces era muy hermosa —dije en broma intentando llevarlo a la cama.
— Era perfecta igual que tú.
— Eres un ebrio romántico —dije riendo y logré acostarlo en la cama.
— Y guapo, princesa.
Arrastraba sus palabras, pero era divertido escucharle de esa forma, al menos no tenía el guaro vaquero o como se sea que le llaman a los borrachos cuando les da por pelear.
— Hora de dormir.
— Necesito ir a ver a, Annie.
— Cuando dejes de estar borracho, tu hija no merece ver a su padre en este estado.
— Hasta suenas como ella —él cerro los ojos— extraño a mis chicas cada jodido día, creo que si eres Angie y me estás engañando.
— Mañana cuando el alcohol baje te darás cuenta de que no estoy mintiendo.
— Acuéstate a mi lado, Angie, eres una peleona que le gusta llevarme la contraria, pero te amo, cariño, deja de engañarme y regresa a la cama. Por favor, perdóname.
Reí al verlo quedar inconsciente sobre la cama pocos minutos después y me fui a recoger las latas y botellas que habían regadas por todo el piso. Era consciente que, Sean, sufría por su hija, pero desconocía los detalles de la historia quizá era peor de lo que parecía a simple vista y sufría por algo más que tener a, Annie, lejos de él.
Esa noche me recosté en el sofá por miedo a que se ahogara en su propio vómito por todo el licor que había tomado, no podía simplemente dormirme, así que la mitad de botella de vino empecé a bebérmela yo.
— Eres una insensible, Clarissa.
— No quiero volver a verte, Jackson, papá, él no...