Frágil [1° Trilogía Puntos De Quiebre ]

POV Jackson

Unas de las cosas que más me enciende de mi novia son sus enojos, quizá era porque no tenía instintos de supervivencia o quizá es simplemente porque se ve ardiente estando molesta.

Al escucharla gritar mi apellido supe de inmediato de molestia y la razón de esta, lo hacía a propósito con tal de hacerla enrabiar, pero evite reír al ver su mirada furiosa sobre mí, creo que después de todo si tengo instinto de supervivencia y si reía sabía que mi castración sería segura.

Pobre de mí, me dijo a mí mismo riendo para mis adentros cuando lo cierto es que quiero en un futuro que de mi margarita salieran miles de mini margaritas, enojonas y saltarinas.

— Clary, mi amor, solo me llamas así cuando estas muy molesta conmigo, pero esta vez no estoy en problemas ¿verdad? —intenté sonar super inocente, si utilizaba bien mis palabras era muy probable que saliera ileso.

— ¿Tú que crees, Crow?

La cosa iba mal, había recalcado mi apellido, eso encendió todas mis alarmas, estaba molesta y mucho, para una controladora como ella un calzoncillo tirado, que por cierto era limpio porque solo lo agarra del tendedero y lo ponía ahí para molestarla, era hacerle perder toda la estructuración de su perfecto orden, amaba a mi nena enojona y controladora, eso la hacía ver real y alcanzable para un simple mortal como yo cuando se enojaba lo cual me encanta.

— Que todo tiene una explicación —dije besando uno de sus puntos débiles— que no estoy en problemas y me darás un beso por ser un muy buen novio.

Yo lo sabía, ese sería todo su enojo, ambos éramos más que conscientes que por mis labios tocar la parte suya más sensible yo ya tenía ganada la batalla, eso a veces la molestaba aún más porque decía que la manipulaba y tenía razón, pero en esta ocasión ya su cuerpo la había delatado. Encantado seguiría manipulándola si con eso me regalaba esos sonidos deliciosos que salían directo de su garganta y la hacían sonrojar, simplemente perfecta.

— No me provoques Jackson, tus calzoncillos tirados en el baño no tienen ninguna explicación.

Se hacía la difícil, eso me encanta también, su manera de no dejarme salir con la mía, bueno o no todo el tiempo, a veces lo conseguía, pero sabía que era porque ella me daba tregua de otra forma sería ella la que siempre tiene todas las de ganar, pero a veces como ahora, se apiada de su irresistible y amoroso novio.

— Entonces pido perdón por las molestias su majestad...

— Nada de perdón plebeyo, ve a recoger eso y a dejarlo en la lavadora.

— Pero yo no vivo aquí y no sé cómo se usa la lavadora ni siquiera sé dónde está la lavadora.

Empecé a reír cuando sentí el cojín del sillón golpearme, si no vivíamos juntos era porque ella quería casarse antes de cualquier cosa seria, sus palabras no las mías, a pesar de todo lo que nos había costado llegar a este punto existían cosas en las que no daría su brazo a torcer y no podía decir que no estaba bien con eso, una de las cosas que mas amo de mi margarita es la firmeza de sus ideales a pesar de estos a veces estar equivocados.

No había nada que deseara más que proponerle matrimonio, pero deseaba hacerlo cuando menos lo esperará, cuando creyera que nunca sucedería, que la sorpresa fuera tanta que nadie nunca lograra superarme, soy un tonto, lo reconozco, pero hasta que no te enamoras no entiendes que tan único y especial deseas que sea un momento, guardaba sentido, al menos para mí porque esperaba que nuestra boda marcara un antes y un después, algo definiría nuestras vidas.

Ella lo había perdido todo o gran parte de sus cosas al su padre saber de mi existencia en su vida, aunque era consciente de que yo nunca sería capaz de llenar esa ausencia que a veces le entristecía la mirada, lo intentaba cada día al despertar, es algo que nunca le dicho, pero planeo mostrarle, porque nunca antes entendí la importancia de una boda hasta que le conocí y lo que es importante para ella también lo es para mí, porque nunca deseo hacer sentir a mi chica insegura o como alguien descartable y si eso conlleva un anillo de por medio esta bien, la amo sin importar nada.

Mayor demostración de amor que esa dudaba que hubiera y quería, así como necesitaba, estar a la altura de las circunstancias, no podía ser solamente la típica hablada de ser mi esposa y un ramo de rosas con un anillo. Ella se conformaría con eso, seguramente hasta lloraría, pero no deseaba que mi propuesta fuese tan simple, necesitaba que algo se me ocurriera lo mas pronto posible.

Jackson Crow, tiene su marca especial y la dejaría plasmada en mi propuesta o moriría en el intento, porque como, Clary, dice; "En una vida tan planificada siempre es necesario el caos." Y yo soy la dosis que ella necesitaba para dejarse llevar.

La quiero ver reír y llorar de alegría, cada minuto de esfuerzo valdría la pena.

— ¡Jackson esos calzoncillos!

Pero antes de cualquier propuesta, necesitaba ocuparme de la situación que había orquestado y que odia crear una mínima posibilidad de que rechazara mi propuesta, así que me fui a recogerlos evitando reír.