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Nunca creí que extrañaría los celos de mi prometido, de cada una de las cosas que amaba de él, esa era una de las que más exasperante me resultaba, sin embargo, es increíble como cuando amas a alguien las cosas malas simplemente, aunque siguen sié...

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Nunca creí que extrañaría los celos de mi prometido, de cada una de las cosas que amaba de él, esa era una de las que más exasperante me resultaba, sin embargo, es increíble como cuando amas a alguien las cosas malas simplemente, aunque siguen siéndolo lo son en menor intensidad.

¿Cuánto más tendría que esperar para verlo sonreír de nuevo? era una pregunta que me perseguía constantemente. Había prometido no perder la esperanza, pero pronto serían tres meses desde que el accidente había ocurrido y Jackson seguía igual, por eso me preguntaba ¿cuánto más tiempo tendría que pasar? No importaba si era una semana más o una vida, simplemente lo extrañaba, quería tenerle cerca de mí sintiendo su manera de amarme y de escucharle decir que era su, margarita.

— Llegue a escuchar que no te casaste.

Mi padre había llegado al apartamento hacía unos diez minutos, en los que, Malek y Matt, no se habían despegado de mí. Mi padre estaba furioso de ver a, Malek, sabía que llevaban años sin verse y me había prohibido explícitamente estar cerca suyo, pero él ya no era dueño de mi vida.

— ¿Hasta ahora decides aparecer? —negué viéndolo— Estoy segura de que lo sabías desde que pasó.

— Venía a ofrecerte un trato, Clarissa, quizá con otros doctores y cuidados el regrese.

— Dudo de tu interés por, Jack, ¿por qué no me dices qué es lo que quieres?

Mi padre se quedó callado mirando sus manos, sabía que lo hacía para ponerme nerviosa, el silencio y más si venía de él, siempre lograba hacer poner mis nervios de punta ya que no sabía con qué nuevas exigencias llegaría o que palabras hirientes usaría para lograr su cometido, no confío en los buenos sentimientos de alguien tan cruel como él.

— Ya es edad para que estuvieras casada y teniendo hijos al igual que tu hermana, ella tardó un poco, pero ya se está ocupando de eso.

— Se claro.

— Tengo un esposo perfecto para ti, Clarissa, alguien de posición y amable, no tengo duda que él podría cuidarte y darte los caprichos a los que estas acostumbrada.

— Creo que te confundiste de época, solo yo puedo decidir eso papá —reí negando— nunca me casaré a menos que sea con, Jack.

— Si cambias de opinión ya sabes donde buscarme hija. La salud de tu prometido podría estar en tus manos y por tu terquedad puede que sea, Jackson Crow, quien pague las consecuencias.

Vi incrédula a los chicos, parecía irreal, mi padre desde que me había ido no me había vuelto a hablar y ahora venía de la nada a decirme que tenía con quien casarme y una posible mejor atención médica para el hombre que amo.

— Sigo queriendo matarlo.

Reí viendo a, Malek, y lo envolví en mis brazos, siempre había tenido a, Matt, a mi lado, pero, Malek, desde que se fue hizo que lo que quedaba de nuestra familia se sintiera incompleta, todos habíamos perdido a, Charlotte, y por culpa de su odio también le habíamos perdido a él.

Yo no deseaba que eso volviera a ocurrir, que se perdiera en todos esos sentimientos oscuros, porque sabía que regresarían, los conocía a la perfección a ambos. Matt, guardaba resentimiento, pero no odio hacía mi padre, él había logrado dejar ir todo para intentar centrarse en su vida, pero, Malek, era otra historia, por años ese odio siguió siendo parte de él impidiéndole continuar con su vida.

De pequeños ambos habían sido polos opuestos a pesar de ser gemelos y por eso sabía que a, Malek, siempre le sería más difícil perdonar, de los cinco él era el más reservado de todos, no se refugiada constantemente en su madre como, Matt, pero ella siempre estaba ahí, para todos, sin embargo, tenía una debilidad especial por, Malek, y ahora entendía el porqué, siempre el más fuerte es el que más necesita comprensión y cariño porque es el que no la pide.

Cuando eres fuerte estás enseñado a apoyar a otros, no dejarte ver débil, eso es lo que, Malek, es y por eso, Charlotte, era admirable, ella había logrado ver todo eso y hacer parte de su mundo a, Malek, a pesar de este ser un poco huraño.

— Te quiero, Malek —beso su mejilla— ¿quieren galletas?

— Ya me pondré a hacer galletas.

Y eso era lo que amaba de, Matthew, los años de conocernos nos daban la capacidad de comunicarnos sin de verdad hacerlo. Él mejor que nadie sabía que cuando inventaba hacer galletas era él el que terminaba haciéndolas, porque a mí no se me daba del todo prepararlas.

Le quedaban iguales a las de su madre, hasta Jackson, amaba esas galletas con chispas de chocolate, eran deliciosas y cada vez que, Matt, las hacía se podía sentir una parte de, Charlotte, con él.

Podía parecer algo ilógico ya que ella estaba muerta y no creía en que su espíritu anduviera por ahí viéndonos o guiándonos desde el cielo, no creía en nada de eso, así que no sabía cómo describir el sentimiento que llenaba el lugar cuando él preparaba esas galletas, era como devolvernos a ese árbol con las galletas. Quizá yo era la única que me sentía, así porque me transportaba a una infancia feliz con una mujer que amaba cuidar a sus hijos y nos había adoptado a, Elizabeth, Mike y a mí como suyos.

— A ti te quedan iguales que a mamá —Malek, sonrió con tristeza— Hazlas con chispitas.

— No creo que sea buena idea —Matt, reía— luego nos las robas y te indigestas como cuando niños.

— Si no le pones chispitas haré que tu próximo tatuaje duela —dijo haciéndose el ofendido que sabes luego realizará una travesura.

Matt, sólo se rio y nos mandó a la tienda con la lista de cosas que necesitaba para las galletas.

— Creo que a, Annie, también le hubieran gustado las galletas de, Charlotte.

— Todos amaban las galletas de mi madre, pequeña —dijo riendo— ¿quién es, Annie?

— Sean, tiene una hija pequeña y me pidió ayuda para buscarla, ahora está con ella, pero la pequeña es realmente adorable, aunque es demasiado tímida, me recuerda un poco a, Lizzie.

— Yo le saque lo tímido a, Lizzie, tal vez debería hacer lo mismo con, Annie —dijo riendo.

— No dudo que lo lograrías, pero para eso tendrían que pasar tiempo con, Sean.

La mueca que hizo fue tan chistosa que termine riéndome — Si lo conocieras te caería bien.

— No lo sé, nena.

Frágil [1° Trilogía Puntos De Quiebre ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora