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Habían pasado exactamente dos semanas desde que, Jack y yo habíamos roto y cada día era más duro que el anterior

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Habían pasado exactamente dos semanas desde que, Jack y yo habíamos roto y cada día era más duro que el anterior. Me veía al espejo y no podía hacer que las lágrimas dejarán de caer, todavía no entendía por qué mi padre me había obligado a eso con, Jack, era feliz me sentía yo misma y, sin embargo, nada de eso a él le importaba.

"El amor viene y va, pero un estorbo puede durar toda la vida, aun no entiendo cómo te dejaste tratar como una cualquiera" Esas habían sido las palabras de mi padre al enterarse de mi relación con, Jackson. Me había dolido y más aún que, Jack, en estas dos semanas no hubiera aparecido exigiendo una explicación. Era cierto que yo había terminado la relación, pero ni siquiera le había dado una razón.

No tenía a nadie conmigo para compartir mi tristeza, odiaba a papá por hacerme pasar por esto, cuando por fin logrará salirme de sus redes no miraría atrás, papá sólo era un ser egoísta prueba de ello había sido, Charlotte.

Cuanto la extrañaba, ella había sido como mi mamá el tiempo que vivió, si tan sólo ella estuviera aquí me apoyaría, si, Charlotte, estaría de mi lado sin importar que. Aún me dolía el corazón, pero no podía simplemente decirle a, Jackson, que había dejado de tener miedo, por demasiado tiempo lo había sentido pero estaba cansada de eso.

Reuniendo todo el valor que tenía empecé a poner toda mi ropa en una maleta, haría mi vida lejos, no podía seguir siguiendo caprichos, tal vez ya daba por perdido a, Jackson, pero necesitaba empezar a vivir mi propia vida equivocarme sabiendo que fui yo misma quien lo decidió.

Ya era una mujer medianamente adulta y a pesar de ser la que siempre les llevaba la contraria o los hacía enojar, una parte de mí siempre deseaba tener su aprobación y con cada cosa que hacían me daba cuenta de que mis padres no me querían a mí, sino a la, Clarissa, que podían moldear, era mayor y por eso era estúpido que me dejara manipular por ellos, pero lo hacía, siempre había deseado ser como, Lizzie, ella era complaciente y por eso todos la amaban.

Me limpié las lágrimas, ya era suficiente de auto compadecerme, pero era inevitable iba a dejar todo lo que conocía y había perdido a una de las pocas personas que me quería por lo que era. De una vez por todas necesitaba liberarme y muy a mi pesar comprendí que mis padres nunca me amarían de la forma en la que yo lo deseaba, sabía lo que debía hacer, pero no por ello es sencillo.

En mi laptop empecé a buscar anuncios de cualquier apartamento o casa que se viera medianamente habitable para vivir, tenía suficiente dinero ahorrado y un empleo, podía hacerlo.

Viéndolo en retrospectiva no tenía nada que me atara a este lugar, claro excluyendo a mi padre que él siempre lograba hacerme sentir culpable por cada mala decisión que tomaba, muchos no podrían entenderme, pero parece irreal la presión tan intensa que puede tener un padre sobre sus hijos, es fácil desafiar a otros, pero a tu familia es otra historia, en la mayoría de las ocasiones yo me sentía perdida he incomprendida a la par suya.

— Y por fin después de una semana logré encontrar un apartamento e irme a vivir sola.

Mientras le contaba a, Sean, la historia de cómo me había ido de mi casa, había evitado los detalles como el que mi padre era un controlador y oportunista.

— Supongo que no se alegraron nada de saber que te habías ido.

— Mi papá estaba furioso —dije riendo— Me hizo perder mi empleo con tal de presionarme a regresar, pero yo quería independencia y hasta el momento lo he logrado.

Llevaba dos días junto a, Sean, buscando a, Annie, no habíamos logrado dar con ella y pronto él tendría que regresar a su trabajo. Yo tenía un hogar al que regresar y sabía que mis adorados gemelos estarían furiosos conmigo al saber con quién había pasado mis últimos dos días ya que sólo les había dejado una nota diciendo que estaría unos días fuera.

— Mira, Clarissa, la tienda está abierta.

— Creo que esta vez lo compraré verde.

Prácticamente había arrastrado al pobre de, Sean, por toda calle para que se diera prisa, decir que intentaba distraer mis penas con compras no sería una total mentira, me preocupaba la reacción de, Matt, cuando regresara y aún más la de mi hermana ya que ella podía pensar que me había ido por ella, pero ya me ocuparía de todo eso luego.

Cada vez que pensaba en, Elizabeth, sentía una presión espantosa en el pecho, me aterraba la idea de una madrugada despertar y que me dijeran que había muerto a manos de su esposo, la situación es frustrante ya que hay poco o nada que podemos hacer. Lizzie, incluso estaba peleada con, Matthew, por haber puesto una demanda en contra de, Steven, dudaba que esta vez se arreglarán, se habían dicho cosas hirientes y, Matt, no cedió en retirar la denuncia y en eso lo apoyaba, de él no haberlo hecho lo hubiese hecho yo.

No sabía qué era lo que mi hermana estaba esperando para dejarle ¿era tanto el amor que le tenía como para permitirle que le maltratara? simplemente no lo podía terminar de comprender.

— Clarissa ¿entramos?

— Claro, lo lamento es que me distrae cualquier cosa.

El rio negando y entramos al local, todo estaba como lo recordaba a excepción que parecía tener otro color, detrás del mostrador salió una pequeña niña, si hacía memoria era la misma que me había ayudado a conseguir mi vestido, aunque ahora había crecido y no podía recordar su nombre.

— Abuela, abuela, es la muchacha del vestido amarillo.

— Hola, pequeña, veo que me recuerdas.

— Me gustaba mucho ese vestido, ¿todavía lo tienes?

Sonreí asintiendo y volteé a ver hacía, Sean, quien estaba estático viendo a la pequeña niña, ella hablaba sin parar, pero yo había dejado de escucharla para centrarme en la mirada de, Sean, parecía tener miles de emociones juntas.

— Te quiero fuera de mi tienda ahora.

— Sólo venimos por un vestido color verde —dijo, Sean, sin dejar de ver a la pequeña.

Y como si todo en el mundo se alineara para darle sentido a las cosas, había recordado el nombre de la niña.

Annie...

Annie

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Frágil [1° Trilogía Puntos De Quiebre ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora