22.

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— Te quiero fuera de mi tienda ahora

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— Te quiero fuera de mi tienda ahora.

— No.

— Abuela

Annie, corrió detrás de su abuela escondiéndose, yo no sabía que hacer o que decir para aliviar la situación.

— Sean, no me hagas llamar a la policía.

— Tan sólo quiero verla, es mi hija.

— Abuela, ¿quién es él?

— Nadie, cariño ¿por qué no vas a jugar?

Sean, se agachó a la altura de la pequeña que aún seguía escondida detrás de su abuela. Viéndole curiosa la pequeña no despegaba sus ojos de él, tenían los mismos ojos, su parecida era innegable.

— Algún día va a saber la verdad, Elvira, y prefiero que la escuché de mí.

— Sólo tiene cinco años, Sean, has esto por mi hija y vete de aquí, ella está bien y lo segura estando, no te necesita.

— Necesito más que eso, Elvira.

Me sentía como una intrusa, como esas personas que espían por las ventanas de sus casas, la situación era tensa y complicada. Cuando habíamos entrado a la tienda no había podido imaginar que algo así sucedería, ni siquiera había podido recordar el nombre de, Annie, una parte de mi estaba feliz de que por fin lográramos encontrarla y que yo indirectamente hubiera ayudado a ello, pero al ver la cara afligida de la señora, Elvira, también me sentía mal por ella.

Sean, de una u otra manera se había ganado el odio y desconfianza de ella, era normal que no confiara en que él y le preocupara que pudiera no ser una buena influencia para su nieta y seguramente pensaba que el que su nieta supiera de la existencia de su padre no le traería ningún beneficio, pero, aunque había hecho las cosas mal, ahora estaba aquí, intentando arreglarlo, sin embargo, yo no tenía ningún derecho a opinar.

— Sean, tú siempre serás ese adolescente irresponsable, los chicos como tú no cambian y tú no tienes una hija, todo lo que tuviste es pasado.

— Annie —dijo ignorando las palabras de, Elvira— soy papá.

Annie, empezó a llorar negando y aferrándose a la pierna de su abuela.

— Es mentira, abuela dijo que yo no tenía papá ni mamá.

Ahora que lo meditaba es increíble como las mentiras pueden causar tanto dolor, como a pesar de alguien ser tan pequeño puede entender lo que significan las cosas y sufrir por ello. Yo no estaba tan pequeña cuando había descubierto que mi madre, o la que yo creí que lo era, nunca lo fue en realidad, mi padre me lo había gritado cuando había decido irme de casa a buscar mi camino.

— No vas a salir por esa puerta para convertirte en una cualquiera por un hombre que ni siquiera tiene un futuro.

— ¡No hables así de, Jackson!

Frágil [1° Trilogía Puntos De Quiebre ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora