Capítulo 29

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Alguien que se movía exageradamente en la cama me despertó, abrí los ojos encontrándome con Magnus sentado en la cama, vestido solamente con sus pantalones cortos.

-Magnus, ¿Qué haces?-
Murmuré adormilado y molesto.

Magnus se volteó y me miró con preocupación.

-¿Te duele algo?, ¿Te lastimé?, ¿Fuí muy bruto?, ¿Soy un idio...-
Lo interrumpí.

-No me duele nada, no, no, sí-
Lo miré divertido a lo que rodó los ojos, comenzó a medio saltar sentado en la cama, provocando que yo me moviera y gruñiera.

-Agh, ya para-
Me giré dándome la espalda.

-Vamos Alec, ya son las cuatro de la tarde, luego no dormirás de noche y mañana tenemos instituto... agregando que también empiezas a trabajar.

-Oh, es cierto-
Suspiré antes de sentarme en la cama y buscar mi ropa interior.

-Está al lado de mi pie-
Murmuró Magnus sabiendo qué buscaba.

-¿Me lo pasas?-

-¿Debería?-
Lo fulminé con la mirada.

-Si no lo haces dormiré en el sofá-

Tomó los calzoncillos a la velocidad de la luz y me los arrojó en la cara. Los tomé con cara de asco y lo miré esperando que al menos se volteara, pero pareció no entender.

-¿Qué miras?, ¿Necesitas ayuda para ponertelos?-
Mi guiñó un ojo divertido a lo que rodeé los ojos.

-No, idiota. Necesito que te des vuelta-

-Alexander, te vi como llegaste al mundo hace menos de tres horas, ¿Y te avergüenza que lo vuelva a hacer?-

-Yo no estoy marcado como tú joder, mira tu pecho y abdomen, estás bronceado y marcado mientras que yo parezco un papel muy blanco.

-Eso sí que me da ganas de golpearte. No estás marcado pero tu abdomen es muy adorable, tu color pálido te da un toque de inocencia y pureza, algo que combina jodidamente bien con tus ojos y tu cabello.
Eres precioso Alexander, no te lances hacia abajo. Eres mi novio y nunca te voy a juzgar por tu físico, eres naturalmente precioso y créeme que el verte desnudo fué como ver la mayor obra de arte que ha existido.-

Mis mejillas estaban teñidas de un color carmesí. Tiene razón, tengo que confiar más en él, es mi novio y nunca me lastimaría.

Debería dudar de todo el mundo menos de él.

_________________________

Los clientes iban y venían, personas vestidas con trajes y atuendos de oficina llegaban a la cafetería cuando su media hora de descanso comenzaba a correr.
Manejar la caja registradora era fácil, tan sólo debía recibir la orden, cobrarla, te la prepararán en un momento, aquí tienes tu vuelto y que tengas un lindo día, acompañado de una sonrisa.

Para mi suerte, los clientes eran personas amigables, mientras esperaban que saliera la boleta para darles su vuelto comentaban cosas del clima, o que tan difícil estaba su trabajo, incluso varios se dieron cuenta que era nuevo y me daban la bienvenida.

Estaba siendo un día maravilloso, tenía dos compañeros que eran los encargados de preparar los cafés de las órdenes que yo les iba alcanzando. Isabelle y Meliorn llevaban varios meses trabajando aquí, por lo cual conocían a casi todos los clientes que recibían y tenían experiencia y precisión para preparar lo que sea que hayan pedido.

-Alec, nuestro turno termina en media hora-
Me avisó Isabelle a lo que le respondí con una sonrisa y un asentimiento.

-Gracias Izzy-
Conté el dinero y luego de enrollarlo y asegurarlo con una banda elástica le tendí dos a Isabelle.

-El otro es de Meliorn, son 3560 para cada uno-
Ella asintió sonriendo.

-Nada mal para un lunes-
Tomó ambos rollos y corrió hacia la mesa que estaba limpiando el chico de cabello largo, tomó el dinero con una sonrisa y se quitó el delantal para ir a la parte de atrás y guardarlo al igual que Izzy.

Nuestro turno era el último del día, por lo cual nos tocaba cerrar la cafetería y limpiar esta ni bien faltaran treinta minutos para cerrar. Cerré la caja registradora y me saqué el pin dorado que contenía mi nombre, mi uniforme al ser el encargado de la registradora era tan sólo un pantalón de vestir negro, con una camisa de manga corta del mismo color y un delantal atado a la cintura color bordó.

Luego de apagar las luces y cerrar la cafetería, miré a mi alrededor, buscando a Magnus con la mirada, el cual me había prometido irme a buscar al trabajo.

Luego de esperar unos diez minutos, bastante cansado, tomé un camino opuesto al de mis compañeros de trabajo, salí del edificio y comencé a caminar por las calles casi oscuras de Brooklyn. Algunas personas ya volvían de su trabajo, vestidos con camisas, corbatas y faldas. Con cara de cansancio, a paso lento, con un maletín o una cartera lleno de sus pertenencias.

Afortunadamente, yo ya tenía puesta mi ropa, y solo cargaba con una mochila casi vacía que tan solo contenía la ropa de mi uniforme. No había sabido de Magnus, luego del colegio volví a la casa a tomar ropa y dejar mis libros, el prometió llamarme cuando llegara, pero no me había llamado en todo el día y eso me tenía un poco decaído.

El frío de la noche se estaba haciendo presente, y para mi mala suerte yo no cargaba con algo que abrigara, estaba de manga corta. Luego de un rato me encontraba temblando, afrortunadamente cada vez faltaba menos para llegar a casa.

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Giré dos veces la llave de la puerta de la casa, abrí esta y entré para ni bien cerrar la puerta soltar un fuerte estornudo, pasé otra vez la llave y suspiré temblequeando mientras caminaba hacia la habitación, ni bien abrí la puerta me encontré a Magnus sentado en la cama, con su computadora en su regazo.

Lo miré por varios segundos, pero pareció no notar mi presencia, por lo que simplemente decidí dejar mis cosas sobre el escritorio y ordenarlas un poco.

-Oh, amor ¿Ya llegaste?-

Tiene que ser una broma.

-No, sigo en el trabajo, idiota.-

Salvado por el chico nuevo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora