Capítulo 11

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___POV MAGNUS___

Alec se encontraba boca abajo en medio de un pequeño charco de sangre. Temiendo lo peor me acerqué a él y lo volteé lentamente para asegurarme que estaba bien.

Alexander sollozaba e intentaba cubrirse con miedo, miedo de que lo lastimaran otra vez. Intentó alejarse de mí porque notablemente aún estaba mareado y confundido por el golpe.

-Shhh...-
Me arrodillé a su lado e hice que pusiera su cabeza sobre mis rodillas.

-...Soy yo, Garbancito. Soy Magnus.-
Murmuré mirándolo fijamente y acariciando su cabello.

Alec comenzó a llorar desconsoladamente y buscó mi mano para tomar esta con fuerza. Tenía sangre saliendo de su nariz, probablemente estaba rota, salía ya en cantidades menores, pero según creo por el charco, tuvo una pérdida grande de esta y es la probable causa de su mareo.

-Tranquilo pequeño, te sacaré de aquí.-
Acaricié lentamente su mejilla y me puse de pie, lo ayudé a levantarse y pasé su brazo sobre mi hombro.

-Bien Garbancito, necesito que me ayudes caminando lentamente, ¿Crees poder hacerlo?-
Alec me asintió levemente y al ver que volvía a salir sangre de su nariz busqué por el cuarto algo que pudiera ayudarlo.

Encontré una toalla sobre un estante y la tomé sacudiéndola en el aire para sacar cualquier tipo de polvo que tuviera.

-Pontela en la nariz.-
Le tendí la toalla y este la tomó para luego taparse la nariz. Comencé a caminar por el pasillo hacia la enfermería, que quedaba nada mas y nada menos que del otro lado del instituto.

Bajo la mirada curiosa de todas las personas que nos cruzamos en el pasillo, me dirigí a paso lento con Alexander a la enfermería. Él necesita un hospital urgente, pero la enfermería es el mejor lugar en el que puede esperar ayuda profesional.

-¡Dejen de mirarlo, malditos idiotas!, ¡Si no fuera porque ustedes siguen a los rubios bastardos él no estaría así!-
Grité con furia mirándolos enojado, ellos sólo se limitaron a bajar la cabeza, y como de costumbre, fingir que nada había pasado.

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Estaba sentado al lado de Alexander, la enfermera había llamado a urgencias y esperábamos pacientemente a que llegaran. Por mientras yo intentaba distraer el pequeño ángel que yacía casi roto. La enfermera limpiaba cuidadosamente las heridas superficiales de Alec, por lo cual decidí curiosear.

-¿Usted sabe lo que pasa en los pasillos?-
Murmuré mirando el trabajo que hacía, ella asintió.

-Si, lo sé. Todos lo sabemos.-
Suspiró cambiando de algodón y mojando el nuevo en alcohol.

-¿Y por qué no hacen nada?-
Fruncí el ceño y ella me lanzó una mirada fugaz.

-Los padres de Alexander son dueños de una empresa que ha dado mucho a este colegio. Alec podría ser perfectamente uno de los matones de este Instituto porque el director sinceramente no se molestaría en castigarlo. Pero él no es así, le tocó ser la víctima, y el director al no notar queja de parte de sus tutores, no se molesta en ayudar.-
Respondió esta vez mirándome.

-Si él no se molesta por eso, nosotros tampoco deberíamos hacerlo. Pero yo no puedo ignorarlo, por eso ofrecí a Alexander que la enfermería sería su escondite cuando algo andara mal.-
Continuó dedicándole una sonrisa triste a Alexander.

La enfermera no pasaba los 25 años, era muy linda, alta, delgada, con un cabello negro muy brillante. Quizá me interesaría ella si no estuviera tan perdido por el ojiazul.

La sirena de una ambulancia nos hizo reaccionar, ayudé a Alec a levantarse, seguía mareado y eso no era bueno, caminamos casi hasta la salida cuando un grupo de paramédicos entraron y con cuidado pusieron a Alec en una camilla.

-¿Alguien mayor viene con él?-
Uno de los paramédicos miró a la enfermera.

-Su familia no...-
La interrumpí.

-Yo voy con él.-
Me paré enfrente del hombre. Éste me miró de arriba abajo.

-¿Qué eres suyo?-
Entrecerró los ojos mirándome sospechosamente.

-Soy su novio.-
Murmuré sin dudar, el paramédico al notar esto, asintió y comenzó a dirigir la camilla hacia la salida del Instituto, los seguía tomando la mano de Alexander, pero en cierto momento él dejó de apretar la mía, y lo miré asustado.

Había caído en la camilla desmayado, y lo pude entender, estuvo sangrando por quien sabe cuántas horas, estaba débil.

Subimos a la ambulancia, me senté a un costado de su camilla y suspiré mirándolo.
¿Qué clase de persona se atrevería a lastimar a este hermoso chico?.

-¿Cómo pasó?-
Murmuró uno de los paramédicos mientras tomaba sus signos vitales y hacía otras revisiones.

Mierda, las cicatrices.

-¿Qué cosa?-
Murmuré fingiendo no haber estado prestando atención, haciendo que el hombre me mirara.

-La nariz, ¿Cómo pasó?-
Buscó la vena de Alexander e inyectó el suero en su antebrazo.

-Oh... un imbécil lo golpeó contra un casillero.-
Suspiré mirando a Alec.

El paramédico asintió y se acercó a mi.

-¿Y las cicatrices de su abdomen y espalda?-
Murmuró mirándome fijamente.

Mierda.

Si lo pensaba un poco, las heridas ya estaban casi cerradas, podía mentir y decir que es un trauma del pasado. También podía decir la verdad, pero si los padres de Alexander van presos, entonces el no tendría un tutor legal aquí, quizá no sería feliz en otro lugar. ¿Qué tal si su nuevo tutor no lo quiere?.

-Es un trauma del pasado... nunca me ha hablado bien de eso, por obvias razones-
Murmuré intentando ser seguro de mis palabras, lo que creo haber logrado, porque luego de mi afirmación, los paramédicos asintieron y no volvieron a hacer comentarios.

Salvado por el chico nuevo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora