Capítulo 30

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Magnus frunció el ceño con mi respuesta y cerró la pantalla de su laptop.

-¿Pasa algo?-
Murmuró al notar el enojo en mi voz.

-Por favor dime que estás bromeando-
Contesté mirándolo fijamente mientras este negaba sin entender.

-No entiendo que pasa-

-¿Qué pasa?, pasa que te esperé diez minutos enfrente de la cafetería Magnus, tuve que volver sólo entrando la noche y casi me muero del frío afuera, siquiera pudiste llamarme para decirme que no me ibas a ir a buscar. Llego a casa y me preguntas que si ya llegué, ¿Cómo va a estar todo bien?, joder.-

Magnus abrió la boca y se pasó las manos por la cara.

-Me olvidé de ir a buscarte... mierda...-
Murmuró dándose cuenta de lo ocurrido.

-... Lo siento Garbancito, es que tuve que hacer una tarea urgente para mañana, me olvidé completamente de tí-

Wow.

-Eso que acabas de decir dolió más de lo que piensas.-
Murmuré saliendo de la habitación con una manta que tomé de encima de la cama en la mano.

Apagué todas las luces del living y me acosté en el sofá luego de sacarme los zapatos, suspiré acomodándome e intenté no pensar en lo ocurrido, no quería llorar.

Luego de varios minutos intentando dormir, se escucharon unos pasos que se dirigían hacia mí, sabía quién era, pero aún así actuaría como si nada. Mantuve mis ojos cerrados y respiré lento esperando que hiciera lo que fuera a hacer.

Escuché como sorbía su nariz antes de hablar.

-L-lo siento tanto...-
Murmuró con la voz rota.

-... N-no quise decir eso. Nunca podría o-olvidarme de ti...-
Hablaba bajo, como si lo hiciera para él, pero su voz rota provocaba que su voz se distorsionara por lo cual su tono no era muy bajo.

Abrí mis ojos y lo miré, encontrándome con sus ojos amarillentos cristalizados mirándome arrepentido. No puedo enojarme con él, no quiero. No soporto verlo de esta forma.

Abrí mis brazos y la manta esperando que sin hacer ningún comentario se acostara sobre mí. Ni bien me estiré se acostó sobre mí y nos cubrí a ambos con la manta, Magnus se escondió en mi cuello y lloraba a un volúmen inaudible.

Acaricié su espalda levemente mientras le murmuraba que ya había pasado, que no lo amaba menos por olvidarse y tal. Pero él sólo repetía que era un mal novio, y que lo sentía.

Suspiré abrazándolo con fuerza y besé su mejilla repetidas veces.

-Está bien Mags, sé que has estado practicando planos a pedido de tu padre y has estado muy enfocado en eso, no debí alterarme tanto sabiendo que era algo muy posible cariño. Ya no llores por favor.-

Magnus logró calmarse luego de un buen rato respirando hondo.

-¿Cómo te fué en tu primer día?-
Murmuró contra mi cuello.

-Oh, en realidad fué genial, los clientes son bastante amigables y recibí buena paga por el día. Además tengo dos compañeros de trabajo muy trabajadores y divertidos. Se llaman Isabelle y Meliorn-
Solté una pequeña sonrisa al recordar cómo habíamos sido presentados al principio del turno.

Magnus levantó la cabeza y me miró con una ceja alzada.

-¿Meliorn?-
Asentí levemente.

-Si, Meliorn. Es un chico muy agradable y me ayudó a aprender a usar la caja registradora-
Magnus respiró hondo y suspiró de forma pesada.

-¿Debería ponerme celoso?, ¿Es lindo acaso?... ¿Intentó coquetearte o tocarte?, joder si lo hizo le voy a arrancar el pe...-

-¡Magnus cálmate!. Es un poco lindo, no intentó nada conmigo más que establecer un vínculo laboral y no, por dios. No deberías ponerte celoso.-

-Acabas de decirme que es un poco lindo, ¿Y no quieres que me ponga celoso?-
Rodeé los ojos y bufé.

-Me refería que es el típico chico que tiene una cara linda, no que me gusta-

-Nunca mencioné nada sobre gustarte-

-Eres un poco insoportable Bane, ¿Sabías eso?-

-No me cambies de tema-
Reí levemente mirándolo.

-Joder, Magnus, el que me gusta aquí eres tú, idiota. Por eso eres mi novio y por eso te amo tanto.-

Magnus entrecerró los ojos formando una mirada misteriosa que me provocó gracia.

-Ya duérmete, indio idiota.-

-Por décimo cuarta vez Alec, soy de Indonesia-

-Por eso.-

-SE LE DICE INDIOS A LOS QUE SON DE INDIA, NO A LOS INDONESES.-
Gritó alterado en un tono que me hizo estallar en carcajadas, segundos más tarde ambos nos encontrábamos riendo de la misma cosa.

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Seguíamos acostados en el sofá, no había tema de conversación, tan solo habían besos, pequeñas risas y caricias de por medio.

Magnus acariciaba mi cabello con lentitud, eso provocaba que yo estuviera en un estado medio adormilado ya que las caricias eran relajantes, nuestra posición era cómoda y compartíamos calor corporal gracias a la manta.

Cuando reaccionaba a que me estaba durmiendo, abría los ojos levemente, encontrándome con la mirada del mayor. Una mirada que acompañada de una sonrisa estaba expectante hacia mí con ternura. Sonreía cuando apenas era capaz de abrir los ojos para verificar que él siguiera ahí.

Pero cuando estaba decidido a caer sobre morfeo, un destello de luz se hizo presente desde el gran ventanal, lo cual provocó que abriera los ojos como platos al saber que era un tan conocido rayo.

Magnus reaccionó de inmediato al recordar mi miedo hacia estos, se puso sobre mí como una forma de protegerme y me cubrió los oídos esperando el estruendor.

Ni bien el mismo comenzó a hacerse presente, los labios de Magnus chocaron contra los míos, formando un beso lento y tierno. Uno que me hizo olvidar el hecho de que afuera estuviera a punto de caerse el cielo.

Dulces como la miel, adictivos como una droga, distrayentes profesionales.

¿Hay algo que sus labios no curen?

Salvado por el chico nuevo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora