|05. GWENDOLYNE

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Gwen estaba estresada. Ella vivía en constante estrés. ¿Por qué? Necesitaba que todo fuera perfecto, que todo estuviera ordenado. Y cuando hablo de orden, quiero decir que toda su ropa debía estar ordenada por colores, que cada cosa tenía un lugar determinado en su casa y, que si estaba fuera de ese lugar, Gwen se molestaba.

Varias veces se cuestionó acerca de su salud mental, pero los especialistas habían negado la existencia de cualquier trastorno obsesivo-compulsivo y sólo habían dicho que era demasiado perfeccionista. Claro que a veces el perfeccionismo resultaba beneficioso para Gwen, es decir, no podía acudir a un examen sin saber de memoria todas las preguntas, su casa estaba demasiado ordenada y su vida tenía un orden y rutina perfectos. Excepto por un detalle. Y ese detalle tenía nombre y apellido: Cameron Brown.

Cameron ponía el mundo de la castaña de cabeza. Se conocían desde los seis años, habían asistido al colegio juntos. Gwen había presenciado todos los cambios en la forma ser de Cameron, desde ser el mejor alumno de la clase en matemáticas, cuando comenzó a jugar en el equipo de la escuela, cuando fue tachado como el "mujeriego", hasta cuando le gritaba a todo pulmón que la quería. Pero ella lo rechazaba. Había sido así desde que tenía memoria.

Pero lo cierto era que Gwen tenía miedo. No quería salir herida como todas las chicas a las que Cameron había dejado de un día para el otro. Gwen no quería ser una más en la lista de su amigo. Eso la aterraba. Aunque lo que más la aterraba era el hecho de que hacía un par de meses había descubierto sentimientos por Cameron que no había creído posibles.

Los había confirmado en la fiesta a la que había asistido junto con Albus y Cameron. Al ver al castaño besándose con aquella chica pelirroja, una punzada de celos la invadió. Y allí se dio cuenta que quería a Cameron como más que a un amigo, se había enamorado de él.

Esa era la razón por la que Gwen estaba aún más estresada de lo normal. Eso, sumado al hecho de que su jefa no le dejaba respiro y la utilizaba como su chica de los mandados. ¡La había mandado a comprar un café! Se suponía que la chica trabajaba en esa oficina para poner papeles en orden y atender el teléfono, ¡no para hacer mandados!

Despotricando en voz baja contra su jefa, Gwen caminaba por las calles de la ciudad, buscando una maldita cafetería. Estaba perdida, ya que no conocía muy bien esa zona de la ciudad y había olvidado su celular en la oficina.

-¿Necesitas ayuda? -preguntó una voz. Gwen se sobresaltó, tirando al suelo todos los papeles que tenía en brazos y que su jefa no le había dado tiempo de dejar en la oficina.

Los papeles, perfectamente acomodados por fecha y orden alfabético, cayeron al suelo completamente mezclados. El chico que había hablado no dejaba de disculparse, mientras se inclinaba para levantar las hojas.

-Aquí tienes -le dijo tendiendole los papeles acomodados en una pila para nada prolija y mezclados-. Lo siento.

Gwen forzó una sonrisa ya que el chico la había ayudado, aunque por dentro estaba gritando histéricamente por el desorden. Ella tomó los papeles mientras su mano le temblaba.

-Muchas gracias.

-Disculpa si te asusté -sonrió el chico-. Sólo que te vi un poco perdida y quería saber si necesitabas ayuda.

Gwen asintió guardando los papeles en la cartera para evitar mirarlos.

-Estoy bien, sólo que... ¿tienes idea de dónde puedo encontrar una cafetería por aquí? Mi jefa me matará si no le consigo un café.

El chico se quedó pensativo por un momento, hasta que sonrió y le indicó que lo siguiera. Gwen siguió en silencio al desconocido hasta que se detuvo frente a una pequeña cafetería en una esquina. Ella le agradeció infinitamente y entró a buscar el maldito café.

Al salir, él seguía allí.

-¿Esperas a alguien? -preguntó curiosa.

-Aunque no lo creas -respondió él sonriendo tímidamente-, te espero a ti -Gwen iba a replicar, pero él la detuvo-. Me parece que no sabes cómo regresar, ¿verdad?.

Gwen abrió la boca un par de veces, miró a su alrededor, tratando de reconocer el nombre de alguna calle, pero finalmente se dio por vencida. Debía aceptarlo: estaba perdida.

-Bien, tienes razón -aceptó-. ¿Puedes guiarme?

El chico asintió encantado y llevó a Gwen hasta la avenida principal, desde donde la acompañó hasta su trabajo. En todo el camino no dejó de hablar. A la chica le pareció un poco irritante, pero él era su única opción para poder llegar sin perderse.

Cuando llegaron a la puerta del edificio, Gwen suspiró aliviada. Le agradeció al chico y ya se disponía a entrar, cuando pensó que era de mala educación no conocer por lo menos el nombre de la persona que la había ayudado. Bufando, dio media vuelta y llamó al chico, que ya se había alejado un poco.

-¡Espera! ¿Cómo te llamas? -preguntó.

-Peter Sawyer -respondió con una sonrisa-. ¿Y tú?

"Mierda" pensó Gwen. No le agradaba para nada la idea de darle su nombre a un extraño, aún cuando este la había ayudado.

-Soy Lyn. Lyn Potter -mintió.

-Entonces, hasta luego, Lyn -dijo para luego alejarse.

Gwen suspiró y entró al edificio. Si Albus se enteraba que había usado su apellido para deshacerse de un extraño, la mataría. Pero a lo que más le temía en ese momento era a su jefa si no llegaba con el café lo más rápido posible. Y pensando en el desastre que tenía con los papeles en su cartera, subió las escaleras a toda velocidad, tratando de no tener una crisis nerviosa por el desorden que debía tener allí adentro.

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Hola! Estaba a punto de dormirme sin haber escrito nada porque, como dije en el blog, tenía falta de imaginación, pero me agarró un flash de inspiración. Y me levanté rápidamente de la cama para poder escribir esto.

Disculpen por no haber subido ayer, pero no me sentía muy bien como para escribir algo.

Espero que les guste el capítulo y los invito a pasarse por mi blog.

Los quiero, hermosuras <3

3. | WRONG ~ Albus SeverusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora