|09. SAFE PLACE

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La curiosidad lo estaba matando.

Desde que Cameron y Gwen se habían ido, Albus no había dejado de caminar de una punta a la otra de la casa, preguntándose qué diablos estaba pasando entre sus dos amigos. Finalmente, su lado Potter salió a la luz y corrió a buscar su varita.

Lo más rápido que pudo, se aplicó un hechizo desilusionador y visualizó en su mente el apartamento de Gwen para después aparecerse allí.

Lo primero que vio al abrir los ojos fue a una llorosa castaña gritandole al chico. Por más que le apenó ver a Cameron desesperado tratando de hablar con ella y pedirle perdón, no pudo evitar escuchar la conversación.

—Perdona, no quería hacerte sentir mal, Gwen. Me importas demasiado como para hacerlo a propósito —murmuró el chico sacando todo el valor que había podido encontrar dentro de sí.

Cameron se acercó a ella y tomó su rostro entre sus manos. Le acarició suavemente las mejillas, con ternura. Gwen sólo cerró fuertemente los ojos y se mordió el labio ahogando un sollozo. Lo empujó fuertemente a un lado.

—¿Por qué no te vas de mi casa, Cameron?

—No lo haré hasta que arreglemos las cosas —dijo de forma determinante.

—¿Qué quieres que te diga? —explotó— ¿Que todo está bien entre nosotros? ¡Genial!

Albus debió admitir que la reacción de Gwen era muy exagerada. En una situación normal, Cameron se habría reído de su amiga y tal vez burlado, pero le sorprendió al ver que lo único que hizo fue tratar de calmarla.

—Gwendolyne… —su voz sonaba casi como una súplica.

—Todo está perfecto, Cameron. ¡Somos los mejores amigos para siempre! ¿Feliz con eso?

—¿Puedes dejar de ser tan exagerada? —bramó finalmente. De una patada furiosa, Cameron derribó la silla más cercana y el contenido de un bolso que estaba sobre ella cayó al suelo.

Los sollozos de Gwen no tardaron en aumentar y se inclinó a levantar todo. Sus manos temblaban y Albus recordó la tendencia al Trastorno Obsesivo-compulsivo de la chica. Tuvo un impulso de acercarse y ayudarla, pero le pareció que se asustarían demasiado si veían un lápiz labial volador.

—¿Qué mierda quieres? —susurró levantándose del suelo y olvidando el bolso. Finalmente, levantó el tono de voz hasta gritarle a todo pulmón al chico—. ¡Primero me dices que me quieres! ¡No dejas de decirlo! Y luego te vas con cualquier mujer que se te cruce y te ríes cuando digo que tengo novio... ¡No te entiendo, maldita sea!

—¿Qué quieres que te diga? ¿Que no me duele? ¿Que me arrepiento de haber gritado a los cuatro vientos que te amaba? ¿Que pida perdón por besar a alguien? Si me reí fue para no enojarme, Gwendolyne. Es lo único que puedo hacer.

La chica suspiró, limpiándose las lágrimas que caían sin parar de sus ojos y se dejó caer en el sofá.

—¿Por qué diablos no me dijiste estas cosas antes? —susurró.

Cameron abrió los ojos como platos.
—¿Me estás jodiendo? ¡Por poco lo pinto en la Casa Blanca! —gritó—. Tú eras la estúpida que no me creía. ¿Quieres que te lo diga directamente? Te amo, Gwen.

El chico suspiró y se pasó la mano por el cabello, desesperado. Las lágrimas no tardaron en aparecer. Gwen no podía creer lo que acababa de escuchar. Cameron, el chico siempre bromista y alegre, estaba a su lado, llorando y diciéndole lo que siempre había querido escuchar.

Su expresión se suavizó.

—Cam…

—Te amo —repitió—, pero me tienes harto.

El chico se abrió paso a través del desorden que había dejado en el suelo y salió de la casa. Albus tuvo que hacerse a un lado para que no lo chocase y se diera cuenta de su presencia.

—¡Cameron! —chilló Gwen suplicante yendo tras él.

—¡Vete a la mierda, Gwendolyne! —se oyó el grito a medida que Cameron bajaba las escaleras.

Gwen estalló en llanto y se dejó caer apoyando la espalda en el marco de la puerta. Se dio cuenta que había sido demasiado estúpida, que todo había sido su culpa y que la única persona que siempre había estado para ella ya no estaba. Había perdido a Cameron para siempre.

Albus sintió que sobraba. No podía hacer nada sin tener que explicarle a Gwen todo acerca de la magia. Se sintió inútil. Además, no estaba de acuerdo con la actitud de su amiga. No sabía qué hacer, estaba debatiéndose internamente entre ir tras Cameron o quedarse a consolar a Gwen.

Finalmente, decidió no meterse en los asuntos de sus amigos y desapareció hacia el lugar que lo hacía sentir más seguro en toda la ciudad. El café.

Albus entró, saludó a los que atendían en el turno de la noche y se sentó en un rincón a tomar un café. Tardó mucho tiempo en darse cuenta que ese era el rincón de Luka y mucho más en comprenderlo. El café no era lo que lo hacía sentir seguro. Era Luka.

*****
Sólo dejo el drama por acá y me voy yendo lentamente...

Los quiero, hermosuras <3

3. | WRONG ~ Albus SeverusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora