Capítulo 3

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Kurt agradecía con toda su alma que ya fuera sábado de nuevo. Entre las clases, el coro, los ensayos, su novio y las diarias discusiones con Blaine, se sentía fatal.

Estaba muerto de cansancio y sólo deseaba dormir una vida entera.

Su teléfono sonó estridentemente y supo que no podría seguir durmiendo si no contestaba.

- ¿Diga? – balbuceó con la cabeza pegada a la almohada.

- ¿Kurt? Bebé, ¿dónde estás? – el ojiazul miró su celular, tratando de saber qué hora era. Las 16:34 pm. – Te estoy esperando desde hace media hora, ¿ya vienes?

- ¡Seb! – chilló, poniéndose de pie como un rayo – Sólo... me retrasé un poco... ya... ya voy – se precipitó hacia el baño – Espera un poco más, ¿sí?

- Por ti esperaría toda la vida, bebé – Kurt sonrió algo más calmado – No tardes demasiado.

- No lo haré – tomó su cepillo de dientes – Nos vemos allá. Adiós.

Mientras corría del baño a su cuarto y viceversa, en un vano intento por estar listo para salir lo antes posible, se maldecía internamente.

No sabía dónde tenía metida la cabeza, ni cómo había podido dormir hasta tan tarde. Había olvidado la cita con Sebastian y no era la primera vez, considerando que el lunes no se acordó de que cumplían cinco meses juntos.

Con algo de brusquedad, tomó la lata de fijador agitándola y presionando para aplicarla en su cabello. Nada salió.

- ¡Mierda! – bufó.

En mal momento se le agotaba el fijador. ¿Ahora como acomodaría su cabello? Ni modo, tendría que dejarlo así, lacio contra su frente. Tampoco era que luciera mal, sólo que no era de su preferencia.

Sin más que hacer, corrió escaleras abajo, despidiéndose a gritos de todo mundo y saliendo por la puerta como alma que lleva el diablo.

🎠🎠🎠

- ¡Vamos chicos! – vociferó el señor Schue - ¡Cinco, seis, siete, ocho! – la música resonó y todos comenzaron a realizar la coreografía que estaba memorizada.

Kurt dio dos pasos al frente, luego un giro, alzó los brazos y caminó hasta el otro extremo, cruzándose con los chicos, después dos pasos atrás y tomó la mano de Tina, haciéndola girar y apoyándola en su brazo luego.

Hasta el momento iba todo bien. Cada vez mejoraban más en el baile, pero aún les faltaba mucho para estar a la altura de los demás coros.

Tomaron un pequeño descanso y el castaño se vio en la obligación de sentarse, ya que lo atacó un incómodo dolor al costado derecho. No era la primera vez que lo sentía, pues lo había estado fastidiando toda la semana, aunque descartó que fuera su apéndice, ya que se alternaba. A veces era a la derecha, otras veces a la izquierda, pero siempre al costado.

- Podría dormir una siesta ahora mismo – comentó Kurt, apoyándose en la asiática, mientras se sentaban en las butacas del auditorio.

- Creo que yo también – se quedaron allí, relajándose en los asientos.

- ¡Se acabó el descanso! – informó Schuester. Ambos soltaron un quejido - ¡Vamos, muévanse! ¡Regresen a sus lugares!

🎠🎠🎠


Kurt se vio forzado a cenar. No era que no tuviera apetito, sino que estaba demasiado cansado como para pensar en comer. Lo único que ocupaba enteramente sus pensamientos, era el deseo de recostarse en su cama y olvidarse del mundo.

¿Quién Es El Padre? [Klaine]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora