El reloj sobre la mesita de noche marcaba las cinco de la tarde; Kurt estaba perfectamente vestido y peinado para la cena en casa de Sebastian, pero definitivamente no se sentía listo. Habían sido pocas las ocasiones en que cruzó palabras con sus suegros, y nunca sintió un poco de simpatía por ellos, aunque estaba demasiado seguro que ellos tampoco la sintieron por él. Eran un matrimonio materialista, que vivía de guardar las apariencias. Kurt entendía que en el medio que se desenvolvían, no podían pregonar que tenían un hijo gay, como si hablaran del clima, pero tampoco tratarlo como un enfermo cuando no están más que ellos solos en casa. A Kurt desde la primera vez le dieron a entender que no era bienvenido en su casa, y que no apoyaban su relación con Sebastian, porque él sólo estaba pasando por una etapa y que no querían que el ojiazul lo confundiera más. Tal vez no habían utilizado las mismas palabras, pero a buen entendedor...
El timbre resonó por la casa, y Kurt se paralizó, conservando unos segundos más, su posición sobre la cama. No quería, no podía... pero tenía que hacerlo, porque ya le había dicho que sí a Seb y él se merecía ese sacrificio y mucho más.
- Te ves más hermoso que de costumbre – lo aduló Sebastian, al abrir la puerta.
- Vámonos... - musitó el aludido – Antes de que cambie de opinión.
- Será genial – prometió su novio, riendo a su espalda.
Durante las dos horas que duraba el viaje en auto a Westerville, Kurt y Sebastian se enfrascaron en una conversación detallada de la última visita al obstetra. El castaño le había comentado algo por teléfono, pero Seb quería detalles.
- Es bueno que sólo te queden seis meses, entonces – determinó el mayor.
- Prácticamente cinco, pero sí – corrigió Kurt – Aun así, esto asusta como la mierda.
- Me imagino.
La conversación murió en cuanto llegaron a la mansión Smythe; un imponente enrejado se abrió, dando paso al carro de Sebastian, quien recorrió la pequeña callejuela hasta la casa, deteniéndose frente a una artística fuente del siglo XVIII. Era la segunda vez que Kurt estaba allí, pero se sentía como si aquella fría casa lo intimidara por vez primera.
Caminó, tratando de no tropezar con los nervios que le invadían, tomando respiraciones profundas, mentalizándose en que si las cosas se ponían complicadas, siempre podía inventarse un dolor de cabeza y salir como alma que lleva el diablo de allí. Con eso en mente, entró.
El vestíbulo estaba en silencio, sólo se oía el chisporroteo del fuego en la chimenea de la sala. Colgaron sus chaquetas, y se acomodaron frente al calor del leño. Hicieron conversación casual, casi en susurros. De la segunda planta, unos tacones resonaron con propiedad. La madre de Sebastian apareció en la sala, cambiando su sonrisa, en una mueca de profundo desagrado.
- Oh, ya están aquí – soltó, sin preocuparle sonar grosera.
- Buenas noches, señora Smythe – saludó Kurt, forzándose a ser amable. Le tendió la mano a la mujer, pero esta negó con un gesto de sus manos.
- No te molestes, niño – lo cortó, dejándolo con el brazo a medio camino – Le diré a tu padre que baje a cenar – se dirigió a su hijo, ignorando completamente al menor.
- Okay – respondió Sebastian, dándole una mirada de disculpa a su novio, quien se sentía profundamente irritado.
- Te dije que me odiaban – le susurró con molestia.
- Seguro está molesta por otras cosas – lo envolvió en un abrazo meloso – No te tomes todo tan personal.
- Ignoró mi maldita mano en el aire – continuó siseando, para no ser oído - ¿Cómo pretendes que no lo tome a personal?
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¿Quién Es El Padre? [Klaine]
Fanfic[TERMINADA] #Wattys2019 Tras asistir a la primera fiesta "NO OFICIAL" de inicio de curso, Kurt se ve envuelto en un vergonzoso incidente. Ha ligado con el chico con el cual jamás se debe ligar. El típico malote, que no toma nada enserio, pero que hi...