Capítulo 11

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- Papá, estoy seguro que no es necesario hacer esto aún – insistió Kurt, caminando en compañía de Burt, hacia la entrada de McKinley High – Todavía falta un poco para que se note y... No quiero a toda la escuela hablando de mí.

- Como tu padre, yo sé lo que es mejor para ti – respondió el mayor, dándole una mirada que no dejaba lugar a discusiones – No quiero que te ocurra algo y cometan una imprudencia por no saber lo de tu... embarazo – susurró la última palabra, para que solamente su hijo pudiera escucharla.

- Lo sé, y te lo agradezco, pero... Sólo, esperemos un poco más, ¿sí? – rogó el ojiazul, sin embargo Burt no detuvo su andar.

- Ya estoy aquí, y no voy a perder la mañana por nada – se quejó, acomodándose la gorra sobre la cabeza.

El castaño soltó un suspiro, cargado de frustración. Se sentía en un cuarto cerrado, al que le entraba agua, dejándolo poco a poco sin lugar para respirar, terminando por ahogarlo en cualquier momento. Si bien, lograba pasar desapercibido en la escuela y no ser acosado por los brabucones, como algunos de sus amigos más desafortunados del Glee; un rumor como el embarazo indudablemente lograría captar la atención de aquellos que rechazan bajo cualquier motivo lo que es diferente. No deseaba ser el foco de las burlas y las humillaciones, y decirle a los maestros, incluyendo al director, acerca de su embarazo, era posicionarlo bajo el reflector principal.

Las lágrimas comenzaban a formarse en sus ojos, pero las reprimió, porque estaba harto de llorar por cualquier cosa. Al pasar por los corredores del instituto, unos ojos mieles lo saludaron, cambiando de la alegría a la preocupación en un segundo, al ver a Kurt junto con su padre; y tal vez Blaine no conociera formalmente al progenitor del castaño, pero la habitación del menor estaba llena de fotografías con él y una mujer de ojos azules, como los de Kurt.

El chico le hizo un gesto para preguntar que ocurría, pero en respuesta sólo recibió una negativa, que Blaine interpretó como que nada grave pasaba, por lo que se relajó.

La conversación con el director Figgins fue incómoda, Kurt no fue capaz de levantar la mirada de sus manos enlazadas sobre su regazo, dejando a su padre dar todas las explicaciones necesarias. Lo único que deseaba era salir de allí y que alguien lo abrazara; y por alguien, se refería a Blaine. Mordió su labio, inquieto, y retorció sus dedos, escuchando como su padre se sumía en una extensa y detallada descripción de lo que era el "gen portador", mientras Figgins afirmaba en comprensión. Se estipuló que cada vez que Kurt tuviera que ir con el médico, podría hacerlo sin ningún problema, pero debía ser su padre quien fuera por él a la escuela. Además, se pondría en conocimiento de todo el cuerpo docente, para que lo tuvieran en consideración con los exámenes y cualquier emergencia que se presentara. Kurt quiso enterrarse en un agujero y no salir jamás. Sabía lo chismosos que podían llegar a ser algunos profesores; trayéndole los problemas que ya se temía el castaño.

Una vez acabada la conversación y aclarados los puntos y condiciones; Kurt y su padre salieron del despacho del director. Burt tomó a su hijo por los hombros con delicadeza, leyendo la angustia en el rostro de su hijo.

- Hey, Kurt – lo obligó a que lo mirara a la cara – Si necesitas cualquier cosa, o si alguien se mete contigo... Debes decírmelo, o a cualquiera de tus maestros – advirtió.

- Estoy jodido – susurró, conteniendo las lágrimas que volvían a aparecer en sus ojos.

- No, eso no es cierto – lo consoló el mayor – Cuentas con todos aquí, y por favor, no intentes callarte si alguien hace algo contra ti, con la excusa de no darme más problemas – Kurt desvió la mirada, pero Burt lo forzó a que volviera a mirarlo – Lo único que realmente podría matarme, es que algo te pasara y yo no hice nada para evitarlo.

¿Quién Es El Padre? [Klaine]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora