Capítulo 24

1K 68 58
                                    

La mente del joven Kurt estaba desenfocada, llena de temor y angustia, mientras soportaba valientemente cada punzada de dolor que arremetía contra su cuerpo. Sus nervios estaban destrozados al no ver a Blaine por ninguna parte. Sólo veía paramédicos y enfermeros, que lo revisaban cada minuto y le preguntaban cosas que su cabeza no llegaba a procesar. Un pitido incesante se había apoderado de sus oídos, aislándolo del sonido exterior, causándole una migraña. Su agitada respiración se mantenía superficial, para amortiguar el agudo pinchazo que atormentaba su vientre bajo cada cinco minutos. Sus músculos temblaron, cuando lo acomodaron en una camilla con sábanas blancas y estériles, dentro de una sala preparatoria. En breve, estaría metido en un quirófano, completamente solo. Aquello lo aterraba sobremanera. Kurt deseaba que Blaine estuviera a su lado, pero él no aparecía aún.

Junto a su camilla, una pantalla monitoreaba los latidos del castaño y los del bebé, asegurándose que todo estuviera bien, mientras preparaban el pabellón para realizar la cesárea, por medio de la cual, traería al mundo a su hija. La primera cara familiar que entró por la puerta, fue la de su padre, vestido con un sobretodo de color celeste, al igual que la gorra y mascarilla que traía puesta. Kurt creyó oírlo bromear al respecto, pero el ensordecedor pitido no le permitía percibir más que ruido blanco. La siguiente persona en entrar, fue su obstetra, quien portaba una ficha en su mano, la cual leía con atención.

- Creo que fue un error posponer tu cirugía, de todos modos – comentó muy cerca de Kurt, logrando éste oírle. Sin embargo, no fue capaz de decir nada, debido al dolor – El anestesista vendrá enseguida, para sedarte y llevarte al quirófano – el hombre, con una calma que a Kurt comenzaba a irritarle, le guiñó un ojo, mientras observaba el monitor de latidos.

De improviso, la puerta de la sala de Kurt dio un azote al abrirse violentamente.

- ¡Kurt! – vociferó la exaltada voz de Blaine, haciendo que el menor suspirara aliviado. Él estaba allí - ¡Kurt, cariño!

- Blaine, con un demonio... - se quejó el ojiazul, forzándose a escupir las palabras – ¿Dónde diablos... te habías metido?

- Lo siento, cariño... - el moreno se acercó a su novio y tomó una de sus manos entre las suyas, besando sus nudillos – Me quitaron el móvil, en medio de un examen... te juro que vine tan rápido como pude... Lo juro...

- Am... ¿Disculpe? – el obstetra llamó la atención de Blaine, con una expresión algo molesta por la brusca irrupción del pelinegro – Debe ir a cambiarse, si quiere estar aquí – le señaló a Burt, quien parecía un cirujano en las ropas que traía puestas.

- Sí, sí... lo siento – se disculpó, dándole un beso en la frente a Kurt, y encaminándose junto al profesional, hacia el lugar indicado – Vendré en seguida, ¿sí? – el chico sólo pudo asentir.

El anestesista entró dos minutos después, pidiéndole al menor que se sentara. Armándose de toda la fuerza que le quedaba, el chico se acomodó, sentándose con los pies colgando de la camilla. Fue increíblemente doloroso soportar las contracciones en esa nueva posición, que, al parecer, incrementaba el dolor. Ni siquiera notó el pinchazo en la base de su columna, hasta que un hormigueo le recorrió la pelvis, adormeciendo y desapareciendo las insoportables punzadas en su vientre, reduciéndolas a una ligera molestia.

Kurt casi sonrió al dejar de sentir aquel sufrimiento, tentado a cuestionar audiblemente por qué no lo habían anestesiado en cuanto llegó. Con la nueva sensación, el chico se relajó un poco en la camilla, al tiempo que los enfermeros quitaban el freno de las ruedas y arrastraban la camilla fuera de la sala de preparación, en dirección al quirófano.

Ahora que el castaño no sentía dolor alguno, un aplastante temor lo recorrió. Sería cortado y abierto, para que le sacaran a su hija. La imagen mental era abrumadora y el ojiazul sintió que le faltaba el aire. Blaine apareció a su lado, de algún lugar desconocido para el menor, tomando su sudorosa mano y mirándolo con todo el amor del mundo, infundiéndole la tranquilidad que le faltaba.

¿Quién Es El Padre? [Klaine]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora