Capítulo 18

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Las breves vacaciones de invierno habían acabado para Kurt, y el castaño estaba teniendo una pésima mañana de día lunes. El clima afuera cortaba la piel, el viento gélido era capaz de congelar los pensamientos de cualquiera y el ojiazul no lograba cerrar su chaqueta. Se maldijo a si mismo por su particular gusto por las ropas ajustadas, aunque no podía negar que le gustaba como su figura se lucía mejor en algo a su medida. Sin embargo, ahora mismo, estaba debatiéndose en morir congelado o pedirle prestada una chaqueta a Finn; después de todo, la ropa ancha comenzaba a ser tendencia últimamente.

Se dio por vencido, cuando aceptó que la cremallera no subiría más. Caminó cabizbajo al cuarto de su hermano y lo miró con expresión derrotada.

- ¿Qué pasa, hermano? – preguntó el mayor, atándose las agujetas de sus tenis.

- Tengo problemas de vestidor – murmuró, y Finn alzó una ceja sin entender – No tengo ni una sola chaqueta que me cierre – se explicó, soltando un suspiro y bajando la vista hacia su abultado vientre de casi cinco meses.

- Am... Y aquella que usaste en casa de mis abuelos... ¿no...? – el castaño le dio una mirada letal.

- Ninguna, Finn – aseguró.

- Diablos... Y, ¿en qué te puedo ayudar? – cuestionó, mirándolo expectante.

- Pensaba que tal vez... Tú podrías prestarme algo – dijo casi susurrando.

- Er... claro, busca en mi armario y toma lo que quieras – ofreció, sacando una sonrisa del menor. Éste caminó y metió medio cuerpo dentro del closet de su hermano, rebuscando cautelosamente algo que no llamara demasiado la atención y que no contrastara tanto con su estilo habitual. Sería una tarea difícil.

Casi en el fondo, halló una chaqueta negra, simple. La tomó con expresión de triunfo y se la calzó. Tal vez las mangas no eran de su medida, pero podría hacerlo funcionar. Después de todo, él era Kurt Hummel.

Le agradeció a su hermano y salió disparado hacia las escaleras, para alcanzar a desayunar antes de salir hacia el instituto. Su problema de vestidor le había quitado demasiado tiempo valioso y no podía perder más.

No le fue indiferente la mirada curiosa que Blaine le dio al llegar al parqueadero de McKinley, al verlo con ropa prestada.

- ¿Fuiste de compras, cariño? – murmuró, dándole un beso como saludo.

- Hola para ti también – ironizó, caminando hacia la entrada, enlazando su mano con la del moreno. Blaine soltó una risita, pero no apartó su vista de la nueva prenda – Es de Finn, ¿okay?

- Ya me parecía... Además, no tiene tu olor – se acercó a olfatearla, ganándose una rodada de ojos por parte del castaño.

- No tuve opción, esta bebé no deja de crecer y ya nada me queda – se quejó, torciendo el gesto – Terminaré como una morsa obesa.

- Cariño, eres perfecto... No sé porque estás diciendo esas cosas – rió Blaine, divertido – Yo creo que te ves aun más sexi con esa pancita – le pasó una mano por el vientre y Kurt volvió a poner los ojos en blanco.

- Voy a hacer de cuenta que no dijiste eso – negó con la cabeza, llegando a su casillero – Lo único que parezco... es un fenómeno – el semblante de Kurt decayó visiblemente – Y pronto todo mundo comenzará a notarlo.

- Hey, ellos no van a pensar una maldita cosa de ti... Y si lo hacen, o te dicen algo... Yo me encargaré de que mantengan las bocas cerradas, ¿de acuerdo? – la intensa mirada miel de Blaine le reafirmó la seriedad de su promesa, no dejando lugar a discusión.

¿Quién Es El Padre? [Klaine]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora