Capítulo 4

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Lunes. Si antes los odiaba, ahora los detestaba. Kurt había pasado un pésimo fin de semana. Aunque se había prometido no llorar ni deprimirse, porque le haría mal al bebé, no pudo evitarlo y sus ojos lo delataban. Llevaba profundas ojeras violáceas, las cuales destacaban en su pálida piel de porcelana.

- Hola, cariño – ya era costumbre aquel saludo para el moreno – Uh... ¿Mala noche?

- Mal mes – gruñó en respuesta - ¿Te puedes desaparecer?

- ¿Y ahora que te hice? – se extrañó Blaine, que pensó que su odio hacia él había disminuido.

- Sólo déjame en paz en resto del curso, ¿quieres? – masculló, apretando el paso.

- No, eso es mucho tiempo – bromeó el otro, ajeno al mal humor del menor. Kurt lo miró amenazante, con una ira que Blaine jamás había visto en sus ojos azules – Pero... Te daré este día... Disfrútalo extrañando mi bello rostro – le lanzó un beso al aire y se alejó antes de que el castaño lo degollara vivo.

Mientras andaba por los pasillos, Kurt ideaba alguna estrategia para ocultar su estado todo el tiempo que le fuera posible. Quizá debiera despedirse de sus camisas ajustadas o sus pantalones de Alexander McQueen. Su pecho se contrajo con el pensamiento, pero por mantener su vida en calma, estaba dispuesto a hacerlo. El doctor había sido claro, nada de estrés... Y tener a media escuela mirándolo de forma reprobatoria, era todo lo contrario a lo que él necesitaba.

Otro punto que no podía ignorar, era qué hacer con su novio. No podía decirle que estaba embarazado, sin caer en una explicación con la cual se enredaría y terminaría diciendo cosas demás, como su desliz en la fiesta. Tampoco podía decirle que era de él y fingir que no pasaba nada... a menos que...

La idea que cruzó por la cabeza del castaño debería avergonzarlo, pero no lo hacía. Estaba tan desesperado por algo de apoyo, un hombro en el cual llorar y alguien que lo abrazara y le prometiera que todo estaría bien, que haría hasta lo más inimaginable para tener eso. Conocía muy bien a Seb, y sabía que él comprendería la situación, si alteraba levemente los factores. Movería algunas fichas en el juego, para que la perspectiva de su novio fuera diferente a la hora de saber la verdad.

No es igual si le dijera que tendría un hijo, a que si le dijera que tendrían un hijo. Era jugar muy sucio y Kurt era consciente de ello, sin embargo se negaba a romper la promesa que se hizo a sí mismo de no decir nada acerca de Blaine y lo ocurrido en la fiesta.

Aunque sonara egoísta, él debía pensar en lo mejor para su hijo, y un padre como Sebastian era lo que necesitaba. Alguien atento, comprensivo, cariñoso y, por sobretodo, alguien correcto.

🎠🎠🎠


- Kurt... ¡Kurt! – Tina sacudió a su amigo, tratando de no llamar la atención de los demás ocupantes del salón - ¡Kurt! – el castaño se movió un poco y se frotó el puño en uno de sus ojos, alzando la cabeza.

- ¿Qué... qué ocurre? – balbuceó adormilado.

- Kurt, es la tercera clase en la que te duermes – comentó la chica, dándole una mirada cargada de preocupación - ¿No has dormido bien? ¿Estás enfermo o qué es lo que te pasa?

- Nada, tranquila – se esforzó por sonar creíble – Finn me mantuvo despierto anoche con el ruido de sus video juegos, ya sabes – mintió. Últimamente las mentiras le salían antes de lograr retenerlas.

- Pues, habla con él, o te pasarás el semestre durmiendo – le aconsejó su amiga, antes de volver su vista al frente, donde el maestro estaba sumido en una explicación que para Kurt era un incesante y muy molesto zumbido sin sentido.

¿Quién Es El Padre? [Klaine]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora