Capítulo 22

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Blaine estaba perdido entre los brazos y la boca de Kurt, sintiéndose con el pecho tan lleno de sentimientos que, a su mente acudieron las únicas dos palabras que se había negado a corresponder hace unas semanas atrás, cuando fueron exteriorizadas por el castaño junto a él.

"Te amo".

Ante la realización de ese hecho, se detuvo en seco. Estaba enamorado de Kurt Hummel, completa y definitivamente.

- ¿Estás bien? – la dulce y suave voz del ojiazul le acarició la mejilla.

- Am... sí... y-yo, sí es sólo... nada – balbuceó incoherente, mientras lo miraba a los ojos, confirmando su amor por el menor. Le besó profundamente, en un intento de demostrarle sin palabras lo mucho que lo amaba, y ¿cómo no hacerlo? Si el chico lo había convertido en padre, además de ser hermoso y compasivo, y tener todas las cualidades para ser el amor de su vida. Blaine sabía que tarde o temprano caería bajo el hechizo de su mirada oceánica y sus labios de cereza, era cuestión de tiempo.

Rápidamente su cabeza comenzó a trazar un plan, pues no pensaba dejar las cosas como estaban. Tal vez necesitaría algo de ayuda, pero sabía exactamente donde conseguirla.

Cuando la tarde cayó, Blaine y Kurt decidieron que era tiempo de dar por terminada su velada en el departamento del moreno.

- Será mejor que lleguemos a tu casa antes de tu toque de queda – se burló el pelinegro, rodando los ojos.

- Pronto dejaré de ser un niño, no te preocupes – le aseguró el castaño, calzándose sus zapatos y tomando su chaqueta.

Durante su viaje de regreso a la casa Hummel, los pensamientos de Blaine estaban revueltos, tratando de asimilar su nuevo descubrimiento, mirando de vez en cuando a Kurt, despejando sus dudas.

Al llegar, Blaine, como se le había hecho costumbre, bajó rápidamente para ayudar a Kurt a bajar también. Caminaron lentamente por el antejardín, tomados de la mano, sonriendo como dos tontos, hasta que llegó la hora de despedirse. Kurt sabía que si tardaba en despedirse, su padre aparecería con la invitación para cenar, por lo que intentó demorarse tanto como le fue posible.

- Am... Kurt, tú... - los ojos del moreno se revolvían inquietos – Tú... ¿podrías decirle a Finn que venga? – el castaño lo miró perplejo, ante su petición – Sí, es que... necesito preguntarle algo... de la clase del otro día...

- ¿Tú, preguntando por cosas de la escuela a mi hermano? – se burló el menor, jugueteando con sus manos enlazadas.

- Sólo llámalo, ¿sí? – Blaine gruñó.

- De acuerdo, espera... - Kurt entró, aun sonriendo, para ir en busca de Finn.

Luego de cinco minutos, Hudson apareció, dándole una mirada escéptica al más bajo, como si supiera sus más íntimos secretos.

- ¿Qué te traes, Anderson? – dijo, en cuanto abrió la boca – Porque nosotros no compartimos clases, y suponiendo que es algo importante, no le mencioné ese detalle a Kurt.

- Gracias... - susurró, poniendo su habitual expresión de arrogancia – No eres tan torpe como los demás dicen.

- Hey, cuida tus palabras... o te daré con la puerta en las narices – advirtió Finn, haciendo ademán de meterse a la casa.

- Okay, lo siento... - farfulló el moreno, pasando las manos por su desordenado pelo negro – Bien, am... Sé que, aunque estoy saliendo con tu hermanastro, no nos llevamos... Yo no te agrado, ni tú a mí, pero...

¿Quién Es El Padre? [Klaine]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora