Proteger.

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Gracias a todos por leer! Su amor me inspira!


Proteger

Sucedió cuando tenía solo cuatro cinco años, bueno casi entrando a los cinco.

Zero nunca había pensado demasiado acerca de su apariencia,  en su mundo donde existían tipos capaces de crear fuego o hielo, látigos de sangre o sacar electricidad desde sus dedos, tener cabello plateado y ojos lilas no era algo a lo que atribuir como exótico.

Pero eso era antes.

Como cazador él nunca fue ciego a la imperfección humaba, sabía cómo crueles esos débiles seres podían llegar a ser, nadie era perfecto, no existía algo completamente bueno o algo completamente malo, él lo sabía.

Aun así como Kiryuu Zero él nunca fue interrogado o molestado por su inusual apariencia, sus padres tenia coloración similar, los cazadores sabían el porqué de sus genes, su hermano era igual, y ya luego en la academia a los vampiros les podría importar menos el color de su cabello u ojos.

Pero ahora era diferente.

Parecía que los niños con los que estaba siendo obligado a convivir encontraban como una ofensa personal que él tuviera cabello plata y ojos lilas.

—Pareces un completo fenómeno...

—Te vez extraño con ese pelo y esos ojos...

— ¡Quizás ni siquiera es humano!

—¿Seguro eres hermano de Sawada? No te pareces en nada, quizás eres adoptado...

—Sus padres no lo deben de querer...

—Es un fenómeno...

Sawada Zero ignoraba las burlas que los demás tiraban hacia él, era demasiado viejo (en mente y alma al menos) como para verse afectado por tales palabras infantiles. Eso no quería decir que le gustara,  su joven rostro estaba lleno de una mueca de enojo y frustración.

¿Frustración por qué?

Porque él, muy a su disgusto, era demasiado pequeño y débil, como para enseñarle una lección a esos mocosos.

—Hablando de Sawada ¿No es patético? Es un inútil, no puede ni jugar con los demás sin ponerse a llorar...

Esa declaración seguida con las risas y burlas hacia su hermano fue lo que colmo la poca paciencia de Sawada Zero.

No importaba si los demás niños eran dos años mayor que él, o más grandes. No importaba que fueran tres y él solo uno.

Nadie se burlaba de su hermano.

Lo perfecto habría sido haberle dado una lección a esos niños, él había sido un cazador, había luchado con monstros mucho más fuertes (había peleado, vivido y salido victorioso contra purasangres por Dios) su espartano maestro le enseño como luchar, como hacer daño con el menor esfuerzo. Era una lástima, que todo ese conocimiento, toda aquella experiencia, fuera inútil en ese momento. Justo como sucedió hace unos pocos años atrás, cuando había querido caminar, incluso si sabía cómo hacer las cosas, su cuerpo no estaba listo para realizarlo.

¿Un niño de cuatro años contra tres de seis años?

El resultado había sido obvio desde el inicio, el adulto en ese joven cuerpo solo fue impotente a ver, sentir y experimentar como era sostenido por dos de sus brabucones mientras el tercero lo golpeaba.

El cazador había experimentado cosas peores que esta, pero el niño de cuatro años que era en ese momento era impotente, su piel demasiado delicada y sus umbrales de dolor nada desarrollados. Así que como era normal, las lágrimas salieron de sus ojos para disgusto del ex cazador.

Luna Vongola Donde viven las historias. Descúbrelo ahora