Era sábado, estábamos en nuestro bar de siempre.
—No puede ser. —Le dije a Alex, con quien estaba bailando con una cerveza en la mano.
—¿Que sucede?
—Tienes siempre un ligue. No recuerdo salida en que no hayas flirteado con alguien o que haya salido mal. —Dije haciendo referencia a la chica con quién habia hablado hace un rato.
—Tu podrías estar igual. Solo que eres tímida y no te animas a hablarle al doctor ojitos.
—El no estaría conmigo.
—¿Que dices?
—Soy una mujer... común. Hombres así no se fijan en mujeres como yo. No soy como Addison, Meredith o Izzie.
—Estoy completamente en desacuerdo con todo lo que dices. Eres mejor que ellas, en todo sentido. —Dijo tomándome por la cintura. Cada vez que me tocaba yo sentía un tipo de electricidad que recorría todo mi cuerpo.
—Necesito sexo. —Le dije al oído. El me miró serio. —Y tu puedes ayudarme con eso.
—¿Estas ebria? ¿Que es lo que me estas pidiendo exactamente? —Se puso duro y me miraba fijamente.
—Hoy no. Yo necesito sexo y tu puedes enseñarme como conseguirlo. Ayúdame a hablar con Nathan sin ponerme roja o decir estupideces. Enséñame a flirtear.
—Estas demente. —Dijo riendo.
—Se que no vas a decirme que no.
—Me conoces bien, mañana iré a tu casa y comenzaremos con las lecciones.
—Te adoro. —Le dije riendo para luego abrazarlo.
Al otro día me levanté temprano. Tenía muchas cosas que hacer. No fue hasta la tarde cuando llego Alex.
—Buenos días. —Me dijo con unas gafas de sol.
—Son las 4 de la tarde. Al parecer alguien tiene resaca.
—Me esta matando. —Dijo entrando.
—¿Entonces tengo que suponer que no aceptaras una cerveza?
—Jamás diría que no. —Dijo mientras se sacaba la campera y se la tire.
Me contó de su aventura de anoche. No me interesaba, pero eso hacían los amigos, escuchar lo que el otro tiene que decir aunque sea una estupidez.
—Bien, iniciemos. Iremos a la raíz del problema. —Me llevó al espejo que tenía en mi habitación. Lo mire sin entender esperando que me explique sus intenciones. Nos pusimos frente al gran espejo y hablo. —¿Que ves?
—No quiero hacer esto.
—Me pediste ayuda y con esto te estoy ayudando. Soy solo yo.
—Soy una chica ordinaria que intenta salir con alguien extraordinario. Eso es lo que veo.
—Yo diría que es al revés. Ammy, eres una mujer extraordinaria. Una de las mejores cirujanas que conozco, simpática y hermosa. —Le sonreí. —Ahora dime que es lo que te hace sentir ordinaria.
—Mi cuerpo es ordinario. Es algo normal, y no necesariamente bueno. No hay nada en mi que llame la atención. Es un constante "meh".
—Me estas poniendo nerviosa Ams. Tu cabello negro como la noche y tus ojos grises hacen un contraste que te deja sin palabras. Tu sonrisa contagiosa es unica. Tu cuerpo no es ordinario. —Sus manos tocaron mi cuello para bajar suavemente hasta mis hombros y luego pasar hacia la cintura llegando hasta mis caderas. El ambiente, o al menos yo, me tense. No sabía que pretendía tocándome así.
—Tienes un cuerpo excepcional. Puedo notarlo hasta con el pijamero médico. Eres mi amiga, pero eres alguien con quien pasaría una noche.
—Alex, tu pasarias una noche con cualquier persona del mundo, eso no me sirve de consuelo. —Dije dirvertida tratando de olvidar el detalle de que MI amigo me había confesado que tendría sexo conmigo. Mi yo de hace cinco años hubiera saltando en un pie.
—No. Te estoy diciendo que eres hermosa, que eres excepcional. Y eso no lo pienso de cualquiera, de hecho no lo pienso de nadie. Si fueses solo una chica en el bar, te eligiria entre el resto y tendría sexo contigo. Por suerte eres mucho mas que eso, eres una de mis personas favoritas.—Dijo parándose frente a mi y mirándome a los ojos.
El sonido de mi buscapersonas nos sacó del pequeño transe. Lo busqué y había uña emergencia.
—Chocó un colectivo, debo irme. —Dije sin poder dejar de mirarlo. Esa confesión era demasiado para una tarde.
—Te acompaño. Quizás me necesiten.

ESTÁS LEYENDO
Solo Amigos
FanfictionAmmy y Alex son amigos hace mucho tiempo. Se conocieron cuando entraron al internado de cirugía del Seattle Grace. Sobrevivieron los cinco años de residencia hasta llegar a la especialidad. El en pediatría y ella en traumatología, no trabajaban junt...