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Me desperté con el sonido de mi buscapersonas. Alex seguía durmiendo. Me di una ducha rápida y me cambié.

—¿Ammy? —Dijo Alex con los ojos cerrados.

—Me necesitan en el hospital. Nos vemos en un rato allí.

—Bien. Que te sea leve.

Desayuné en el camino. Necesitaba alejarme de Alex lo mas rápido posible. Un choque de dos autos. Estábamos esperando que lleguen las ambulancias afuera con April.

—¿Estas bien?

—Lo estoy.

—A mi no me engañas, te ves mal. ¿Has estado llorando?

—Solo no he dormido bien. —Y gracias a Dios llegaron las ambulancias.

Atendí a mi paciente, una femenina que necesitaba cirugía. Operé con Arizona. Cuando termine la operación fui a buscar unos exámenes de sangre cuando me crucé con Alex.

—Hey. —Me dijo.

—Alex. —Intentaba no mirarlo a los ojos. Me daba vergüenza la situación por la que pasamos.

—¿Como ha estado tu mañana?

—Bien, recién salgo de operar.

—No me refería a eso.

—Alex, estoy bien.

—No lo estas.

—¿Almorzamos?

—Si.

Y pronto se sumaron los demás. Mi almuerzo se vio frustrado por una operación de urgencia. Cuando salí de la operación, fui directo a buscar una habitación donde descansar. Estaba acostada cuando recibí un mensaje de Alex.

¿Donde estas?

Decidí contestarle.

En la habitación 327 intentando dormir.

A los pocos minutos la puerta se abrió. Yo simule estar dormida. Después de anoche, me sentía avergonzada con el.

—Levantate, no estas durmiendo.

—¿Que quieres? Estoy cansada.

—Párate. —Le hice caso.

—Bien, ¿Que quieres?

—No quiero que me mires así nunca mas.

—¿Así como?

—Estas avergonzada de lo que paso. Te conozco. Y no quiero que te sientas así conmigo. Y con respecto a las lecciones. Si te ponen mal, las suspendemos.

—No quiero. Quiero superar esto... y tu puedes ayudarme. —Las lágrimas amenazaban con salir.

—No quiero verte mal. Anoche me has destrozado. —Dijo mirándome a los ojos y tomando un mechón de cabello.

—Estoy bien. —Lo abrace. —Y quiero que continuemos. Ahora.

—¿Ahora? ¿Estas segura que no quieres esperar más días?

—Estoy segura. —Dije y me pegue a su cuerpo para besarlo.

—Te sientes mal o simplemente quieres parar, cualquier cosa y me avisas.

—Lo haré.

—Bien. No veía la hora de volver a hacer esto. —Dijo y me tomo por la cintura y me beso.

Yo le correspondí sus besos y luego pase al cuello. Alex me llevo directo a la cama, donde se acostó encima mío y, sin dejar de besarme, se saco la parte de arriba de su uniforme. Yo hice lo mismo. El me miro y sonrió. Esa imagen me invadió todo el cuerpo, hizo que mi estómago se revolviera. Yo reí.
Me beso mis pechos, yo su cuello.

—Eres hermosa, y amo desnudarte.

—Alex...

—Lo siento, pero tenia que decirlo. —El me sentó sobre el y volvimos a unir nuestras bocas.
Siguiendo los besos, me tiró hacia atrás, quedando sobre mi. Nos deshicimos de nuestras ropas. El comenzó besando mis clavículas para bajar a mis pechos entumecidos y luego a mi abdomen. Con sus manos acariciaba mis piernas desnudas. Cada toque, me encencia mas.

—He fantaseado tantas noches con tenerte justo así. La primera vez que te vi en traje de baño, volví a mi casa con terribles ganas de follarte.

—Alex... —No sabía que decir. Su confesión me tomo por sorpresa. Yo pensaba que era como una hermana para el, que jamas había tenido esos pensamientos conmigo.

—No tienes que decir nada hoy. —Le bese su cuello.

—Entra dentro de mi Alex. —Lo mire seria. El me miro igual. —Por favor...

Se puso su condon y entró en mi. Al principio lento, luego nuestros cuerpos pidieron mas. Tenerlo encima mío, besándome y haciéndome suya era algo que había infravalorado estos años.
El sostenía mis piernas y me embestía suavemente y por primera vez en meses, podía sentirme bien.

Al rato, ambos tuvimos orgasmos y acabamos.

—¿Estas bien? —Me preguntó.

—Estoy genial. —Le dije sonriendo.

—Solo quiero decirte que no te folle como me hubiera gustado. La próxima vez te costará caminar. —Fue inevitable que el rubor invada toda mi cara. El rió. —Ven aquí. —Dijo y me volvió a besar en la cama.

Estábamos besándonos cuando la puerta se abrió. Como instinto me tape con las sábanas. Ambos miramos preocupados. Cristina.

—Oh, Dios mio. —Dije.

—No puede ser. —Dijo riendo. —Estaba casi segura que ustedes dos tenían algo y tenía razón, como siempre.

—Yang, que el hospital no se entere. —Le dijo.

—¿Hace cuánto que están juntos?

—Solo tuvimos sexo y solo hoy. —Dije.

—¡Vete!

—Bien, adiós. —Dijo y se fue.

Cuando se cerró la puerta lo mire.

—¡¿No has cerrado la puerta con llave?!

—¡Lo he olvidado!

Nuestras alarmas sonaron. Nos cambiamos rápido.

—No puedo creer que Cristina se haya enterado.

—No dramatices. Ella no dirá nada. Ademas, es "solo sexo". —Dijo imitando mi acento.

—Creí que ese era el acuerdo. —Dije seria.

—Solo bromeaba. Vamos. —Dijo tocando mi trasero y dándome un corto beso.

Solo AmigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora