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Había terminado mi turno quince minutos antes. Corrí a la sala de descanso para especialistas. Me saque mi uniforme y me puse un vestido negro, zapatos negros y me maquille un poco para al menos tapar mis ojeras.

—¿Estoy bien? —le pregunté a April y Mer.

—Te ves increíble. —Dijo April sonriéndome.

—Si fuera un hombre, tendría sexo contigo. —Dijo Mer. —Tranquila, te ira bien.

—Espero. —Estaba nerviosa.

Salí y me dirigí al hall principal, donde iba a esperarme. Pude verlo sentado y fui hacia el.

—Hola. —Le dije. El se paró y me vio de arriba a abajo.

—Estas bellísima. —Dijo y me abrazó. —Pensaba que jamas ibas a llamarme.

—Es bueno verte caminando. Eres alto. Solo te había visto en camillas.

Ambos reímos. Mi mirada se desvió hacia atrás de el. Alex estaba mirándonos. Tenía una mirada que no lograba descifrar. Parecía triste, enojado, no lo se.

—¿Vamos? —Le dije.

Salimos de allí y fuimos hacia su auto.

—No puedo creer que estes manejando de nuevo.

—¡Hey! Solo fue un desliz.

—Con solo recordar cuando llegaste, ya puedo decirte que eres un desastre manejando. Hoy manejo yo.

—Estas equivocada. —Dijo riendo.

Nos subimos al auto y maneje al bar donde el me dijo. Cuando entramos al bar, el pregunto por su reserva y pasamos a una mesa.

Era un bar bastante relajado. Había música de fondo, las paredes eran blancas, estaban decoradas con plantas y había comida que no sabía ni pronunciar.

Pedimos pasta y un vino.

—Bien, tu ya me conoces. Ahora debo hacerlo yo. Cuéntame sobre ti.

—Nací en Canada, pero mi familia se mudo a New York cuando era todavía un chico. Fui al colegio, a la universidad de Texas a estudiar ingeniería química y conseguí un trabajo aquí.

—¿Te ha costado tanto como a mi adaptarte a Seattle?

—Los primeros meses fueron un desastre. Por suerte con mis amigos todo se hizo mas leve. —Otra punzada al pecho. Todo me recordaba a el.

—Me paso lo mismo. —Dije.

—¿Todo esta bien con Alex? Porque yo quiero todo contigo. Y por bien me refiero a lejos de ti.

—Esta donde tiene que estar, lejos. No estoy con el, nunca estuve en una relación con el.

—¿Tenían sexo?

—Algo así. Y me apena porque éramos buenos amigos.

—Me alegra oír que estas soltera. Aunque quizás podrían arreglar la amistad que tenían.

—No lo creo. ¿Que hay de ti? ¿Has tenido pareja?

—Si. Dos novias, el resto parejas ocasionales. Mi última novia fue hace dos años y nos separamos porque consiguió un trabajo en europa.

—Que pena.

—En realidad no, porque estoy aquí conociéndote. Con Clara tuvimos una hija, Lou. Creí necesario decírtelo. Ella viene seguido. Tiene 5 años. Espero no tengas problemas con eso.

—Gracias por contármelo. Claro que no tengo problemas. ¿Quien crees que soy? Me encantan los niños. —El me dedico una sonrisa enorme.

—¿Tu has tenido novios?

—Dos también. Uno en la universidad y otro aquí en Seattle, pero no me apetece traerlo a la conversación a este ultimo. El resto parejas ocasionales también. —El suspiró. —¿Que? —Le dije sonriendo.

—No puedo creer que hayas aceptado mi invitación. Eres tan bella que no lo puedo creer.

—John, detente. —Dije riendo y completamente roja. Sabía que esos comentarios me ruborizaban pero lo hacía igual para molestarme. El rió.

Hablamos toda la noche sin parar. Teníamos química. Cuando el bar estaba por cerrar, nos fuimos. Esta vez manejo el y se rió cuando me puse el cinturón de seguridad.

Manejo hasta mi casa, y cuando llegó se estacionó en la puerta.

—¿Volveremos a vernos?

—Si. —Le dije tímidamente.

—Contigo la he pasado increíble, como no lo hacia hace años. ¿Te llamo?

—Espero tu llamada. —Sonreí.

Me saque el cinturón y cuando iba a saludarlo, el me tomo del rostro y me beso. Yo puse mis manos en sus mejillas y le seguí el beso.

Nos besamos unos minutos. Realmente besaba bien. Era inteligente, parecía alguien serio. El era para mi. El tenia que ser el indicado. Era lo que siempre había querido.

Nos despedimos y entré al edificio. Llame al ascensor y subí hasta el 8vo piso. Cuando baje del ascensor, en mi puerta estaba sentado Alex.

—Por Dios. —Dije. Saque mi llave y camine directo a la puerta.

—Ammy, debes escucharme. Tenemos que hablar.

—No, no debo escucharte y no tenemos que hablar. Ya hablamos todo lo que necesitábamos hablar. Ve a casa.

—Has salido con el.

—Merezco a alguien que me quiera. Alguien a quien le importe realmente.

—Yo te quiero y lo sabes.

—No de esa forma.

—Y no digas estupideces, tu me importas mas que nada en el mundo.

—Ambos sabemos que no es verdad. Vete. No tengo ganas de hablar contigo. Con John decidimos que vamos a intentarlo y que te aparezcas aquí, puede traerme problemas.

—Lo entiendo. Lo siento si te molesto. Y te deseo suerte con el. Si el te hace feliz, yo también lo seré.

—Gracias por entender.

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