- ¿Y bien, Diana? Quiero una respuesta, no me dejes esperando.
Su personalidad cambio de un momento a otro, lo encuentro interesante creo que tenemos más en común de lo que creí pero a la vez me hizo sentir inferior.
Inclinó mi asiento y se tiró encima de mi, yo sorprendida lo mire a los ojos, esos hermosos ojos marrones que podían ver a través de mi como si fuera una ventana.- Yo... em... -las palabras no podían salir de mi boca, no importa cuanto lo intente, estoy tan sorprendida que se me hace difícil hablar-.
- Oh... ¿te asuste? Perdóname, no era mi intención asustarte. Yo sólo quería saber cuáles eran tus intenciones, lo siento.
- No... está bien... -todavía no podía creer lo que estaba pasando, estaba boquiabierta-.
Me armé de valor, agarrando su rostro con mis dos manos y acerque su cara a la mía. Maldición quiero besarlo, no se si podre contenerme.
Le di un pequeño beso, de esos cortos, y lo mire con una expresión de satisfacción que ni yo sabía que podía poner.- Diablos niña. ¿Qué estás haciendo?
- P... PERDÓNEME, YO SÓLO NO SE QUE ESTABA HACIENDO DE VERDAD ESTOY MUY APENADA -grité sorprendida de lo hice, ni siquiera yo podía creerlo-.
- ¿Acaso sabes la expresión que estas poniendo ahora?
- ¿Qué? ¿Me veo muy mal? -dije avergonzada, pensé que podría haber hecho una cara rara- Maldición -susurre-.
- Que expresión tan lasciva -dijo con una risa burlona disimulada-.
- ¿Lasciva? Y... Yo?... -dije sonrojada por lo que él había dicho-.
Él me agarró el rostro y me beso, yo tenía los ojos abiertos porque no podía creer lo que estaba haciendo, su lengua y la mía chocaban una y otra vez, mordió mi labio inferior muy fuerte que se me salió un gemido.
- Ahh...
- Oye eso sonó genial. ¿Te gusta el dolor o algo así?
No conteste su pregunta, estaba atrapada en mi propio mundo después de recibir ese hermoso beso.
- Oye, ¿estás escuchandome? -dijo con un tono enojado al darse cuenta de que no habia prestado atención en lo más mínimo a lo que él estaba diciendo-.
Me agarró el rostro con sus dos enormes manos, agarrandome un poco fuerte, apretando mi cara, tenía una mirada totalmente seria y estaba esperando mi respuesta a su pregunta.
- Ahh... Si...algo así, supongo... -exclame mientras se me escapó otro gemido-.
- Mm... Ya veo -dijo, con una gran sonrisa burlona, se acercó a mi oído izquierdo y susurró- Tú... eres virgen, verdad?
Chupones, besos en el cuello y susurros en el oído son los puntos más débiles de mi cuerpo y él había encontrado uno de ellos en menos de un segungo.
- Si... Yo... Lo soy...
- Diablos se que esto está mal pero... Eres como un perro que quiero dominar.
Me estremecí al escuchar sus palabras, eso sólo hacía que quiera más y más de él.
- Oye, no contarás nada de esto, o si? -dijo mientras tocaba mi pelo negro y largo-.
- Por supuesto que no.
- Buena chica, seguiremos jugando más tarde, si? Ahora te alcanzare hasta tu casa.
- Bien...
Me llevo hasta mi casa cómo él dijo, me dejo una cuadra antes para que no me vieran llegar en un coche tan llamativo como lo es el suyo, llegue a casa y fui directo a mi preciosa cama que estaba esperándome en mi cuarto.
ESTÁS LEYENDO
Por tu amor
RomanceDiana, una adolescente de 15 años, su meta para este año es al menos llegar a masturbar a su hermoso Profesor de Historia. Pero, lo que ellos no saben, es que ciertas circunstancias los llevarán a tener una relación sadomasoquista.