Capítulo 2: Habitación 143

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- ¿Y bien, Diana? Quiero una respuesta, no me dejes esperando.

Su personalidad cambio de un momento a otro, lo encuentro interesante creo que tenemos más en común de lo que creí pero a la vez me hizo sentir inferior.
Inclinó mi asiento y se tiró encima de mi, yo sorprendida lo mire a los ojos, esos hermosos ojos marrones que podían ver a través de mi como si fuera una ventana.

- Yo... em... -las palabras no podían salir de mi boca, no importa cuanto lo intente, estoy tan sorprendida que se me hace difícil hablar-.

- Oh... ¿te asuste? Perdóname, no era mi intención asustarte. Yo sólo quería saber cuáles eran tus intenciones, lo siento.

- No... está bien... -todavía no podía creer lo que estaba pasando, estaba boquiabierta-.

Me armé de valor, agarrando su rostro con mis dos manos y acerque su cara a la mía. Maldición quiero besarlo, no se si podre contenerme.
Le di un pequeño beso, de esos cortos, y lo mire con una expresión de satisfacción que ni yo sabía que podía poner.

- Diablos niña. ¿Qué estás haciendo?

- P... PERDÓNEME, YO SÓLO NO SE QUE ESTABA HACIENDO DE VERDAD ESTOY MUY APENADA -grité sorprendida de lo hice, ni siquiera yo podía creerlo-.

- ¿Acaso sabes la expresión que estas poniendo ahora?

- ¿Qué? ¿Me veo muy mal? -dije avergonzada, pensé que podría haber hecho una cara rara- Maldición -susurre-.

- Que expresión tan lasciva -dijo con una risa burlona disimulada-.

- ¿Lasciva? Y... Yo?... -dije sonrojada por lo que él había dicho-.

Él me agarró el rostro y me beso, yo tenía los ojos abiertos porque no podía creer lo que estaba haciendo, su lengua y la mía chocaban una y otra vez, mordió mi labio inferior muy fuerte que se me salió un gemido.

- Ahh...

- Oye eso sonó genial. ¿Te gusta el dolor o algo así?

No conteste su pregunta, estaba atrapada en mi propio mundo después de recibir ese hermoso beso.

- Oye, ¿estás escuchandome? -dijo con un tono enojado al darse cuenta de que no habia prestado atención en lo más mínimo a lo que él estaba diciendo-.

Me agarró el rostro con sus dos enormes manos, agarrandome un poco fuerte, apretando mi cara, tenía una mirada totalmente seria y estaba esperando mi respuesta a su pregunta.

- Ahh... Si...algo así, supongo... -exclame mientras se me escapó otro gemido-.

- Mm... Ya veo -dijo, con una gran sonrisa burlona, se acercó a mi oído izquierdo y susurró- Tú... eres virgen, verdad?

Chupones, besos en el cuello y susurros en el oído son los puntos más débiles de mi cuerpo y él había encontrado uno de ellos en menos de un segungo.

- Si... Yo... Lo soy...

- Diablos se que esto está mal pero... Eres como un perro que quiero dominar.

Me estremecí al escuchar sus palabras, eso sólo hacía que quiera más y más de él.

- Oye, no contarás nada de esto, o si? -dijo mientras tocaba mi pelo negro y largo-.

- Por supuesto que no.

- Buena chica, seguiremos jugando más tarde, si? Ahora te alcanzare hasta tu casa.

- Bien...

Me llevo hasta mi casa cómo él dijo, me dejo una cuadra antes para que no me vieran llegar en un coche tan llamativo como lo es el suyo, llegue a casa y fui directo a mi preciosa cama que estaba esperándome en mi cuarto.

Por tu amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora