Capítulo 24: Heliconius doris

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Ah... domingo, por fin es domingo maldición.
Ésta semana fue un tanto agotadora y larga, pero ya es domingo y falta cada vez menos para que sea miércoles.
Faltan sólo tres días, sólo tres días para poder decirle todo a Manuel. Estoy tan nerviosa y ansiosa, ni siquiera se que voy a decirle o cómo se lo dire pero, tengo tres días para pensar en cómo decírselo.

Mi celular sonó de repente y me asustó, es una llamada entrante de Logan.

- ¿Si? -dije mientras salía de mi habitación y me dirigía al baño-.

- ¿Que harás hoy? Estoy con Ezequiel y Tony en una plaza, vienes?

- Claro, pueden venir a buscarme?

- Si, Estaremos en unos cinco minutos. Te quiero lista para cuando lleguemos.

- ¿Qué? Es broma, verdad? Ni siquiera me he lavado la cara.

- Entonces hazlo rápido. Adiós.

- Logan, Logan. Ahh maldición, ese bastardo corto la llamada.
Será mejor que me apresure.

Me aliste lo más rápido que pude, me peine, me lave la cara y los dientes.
Me puse un short negro, unas zapatillas negras y una remera blanca  que tiene el símbolo de la nasa en el medio.

- ¡Diana, los chicos están aquí y quieren que salgas! -me grito mamá desde las escaleras-.

- ¡Ya voy! -le contesté-.

Baje las escaleras lo más rápido que pude sin morir haciéndolo, baje a la sala y me di cuenta de algo, Cristián no está en casa.

- Dónde está pa- Cristián, dónde está Cristián?

Mierda, casi digo la palabra "papá" delante de mamá, escuchar eso le haría mucha ilusión.
Igualmente, mamá se dio cuenta de el error que casi cometo. Y tiene una sonrisa de oreja a oreja, y los ojos le brillan muchísimo.
Amo ver feliz a mamá, y creo que tengo que aceptar que está comenzando a gustarme que Cristián esté aquí.

- Tu padre está en una reunión de trabajo importante -me dijo con una gran sonrisa- Volverá dentro de unas cuantas horas, lo llamaron de repente. Al parecer era importante.

- Ah -respondí, indiferente- Yo también volveré en un par de horas. Adiós, te amo -le dije a mamá dándole un beso en la mejilla-.

- Yo también te amo hija, cuidate. Los chicos están afuera.

- Lo haré, gracias -le dije sonriendo-.

Logan, Ezequiel y Tony estaban parados en ese mismo orden al costado de la puerta principal, esperándome.

- Hola, chicos.

- Hola cariño -dijo Ezequiel-.

- Diana, -dijo Tony sonriendo- Cómo estás?

- Bien, y tú?

- Bien -dijo sonriendo-.

Parece que Tony está feliz hoy, me alegra.

- ¿No vas a saludarme, bruja? -dijo Logan-.

- Iba a hacerlo, bastardo. ¿Cómo estás?

- Ahórratelo, vamos a la maldita plaza.

-puse mis ojos en blanco-

Parece que alguien no está de buen humor.

- Oh maldición -exclamó Tony-.

- ¿Que pasa? -le preguntó Ezequiel con una mirada de preocupación en su rostro-.

- Hay un hombre que vende algodón de azúcar -dijo con ojos brillosos y juntando sus manos-.

Por tu amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora