Capítulo 30: Ahora

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Él me llevo a un hotel que está a sólo unas calles del bar.
No se compara con el lujoso hotel de Manuel, pero este hotel al menos es desente. La verdad es que, no está nada mal.
Entramos a la habitación, que tiene una gran cama de dos plazas en el medio de ésta, con acolchados rojos y almohadas negras.

Mi celular vibró unas tres veces seguidas.
Miro la pantalla, y tengo mensajes de Ezequiel.

" ¿En dónde diablos te metiste? "

Maldición... no le dije que me iba. ¿Acaso soy idiota? Mierda.

" Lo siento... se me olvidó avisarte. Resulta que, ese hombre de negocios del bar, si llamó mi atención. Te avisaré cuando vuelva a casa"

Espero que con eso se quede tranquilo.
Él se preocupa demasiado...

- Oye -dijo él, arrebatándome el celular de mis manos-.

- ¿Qué diablos te pasa? Lo que estaba haciendo era importante, regrésamelo -dije irritada, frunciendo el ceño-.

- Te lo daré cuando terminemos ésto. Así que trata de estar a la altura de las circunstancias.

- ¿Ah? -exclamé, aún más irritada-.

¿Quien carajo se cree este bastardo?
Ya verá.

Lo empuje lo más fuerte que pude, él cayó arriba de la cama.
Me miró, sorprendido. Y luego sonrió maliciosamente.

Desarme el nudo de su corbata para luego quitársela.
Desabroche cada uno de los botones de su camisa, uno por uno, con extrema delicadeza y rapidez.
Luego, siguieron sus pantalones, desabroché su cinturón y luego de sacárselo, lo deje caer a un lado de la cama.
Baje sus pantalones, el proceso de éstos se hacía cada vez más lento, me estoy empezando a poner un poco nerviosa...

Hace ya mucho tiempo que no hago esto, y sólo lo he hecho con una persona.
Ésta es mi primera vez haciéndolo con otra persona que no es Manuel.
Y tal vez, eso es lo que me da miedo.

- ¿Es tu primera vez?

Preguntó, haciendo que yo volviera a la realidad y dejara de sumergirme en mis propios pensamientos.

- Claro que no -contesté-.

Le saque el boxer negro lo más rápido que pude, para luego ver su miembro que no terminaba de estar erecto.

Mierda... no se si pueda hacer esto...

- ¿Nerviosa? -preguntó mirándome, dejando caer su cabeza hacia un costado, para poder ver mi cara- Yo te ayudaré.

Al terminar de decir éstas palabras, colocó su mano en mi cabeza y la empujo hacia abajo. Haciendo que me quedara con todo su pene dentro de mi boca, metido hasta lo más profundo de mi garganta.

Comencé a hacer arcadas, por lo profundo que está su miembro en mi boca.
Mientras estaba haciendo fuerza para liberar mi cabeza de su enorme mano, él vuelve a empujar mi cabeza hacia abajo. Luego la trae hacia la punta de su miembro, agarrándome del cabello, para después, volver a empujar hacia abajo.

- Oye, trata de colaborar un poco, si? Tengo que volver a casa.

Luego de unos minutos, soltó mi cabeza y yo saqué rápidamente su pene de mi boca, para luego comenzar a toser repetidas veces.

Él se puso el condón rápidamente.

- Desvístete rápido -me dijo al ver que aún no me había sacado ni una sola prenda de ropa-.

Por tu amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora