Abrió los ojos y miró a su lado.-Hola, pequeña bestia.-Sonrió levemente.
-Loki, no le hables así a nuestra hija.
-Thor, la he saludado así todo el mes.-Besó la pequeña cabeza de su hija.-Eso me recuerda que esta señorita está por cumplir un mes.
El castaño sonrió.-Es hermosa.
-Es mi hija, eso es obvio.-Thor se rió.-Bueno, puede que sea hermosa también por ti.
Sintió un beso en su mejilla y sonrió.-Gracias.
-¿Por qué?
-Por darme una hija. Darme una familia.
Tomó a su hija y se sentó en la cama.-Tú me diste eso siempre.-Le dio un beso en la mejilla a su pareja.-Toma, sostenla.-El castaño negó.-Thor, nuestra hija tiene un mes y sólo la haz sostenido una vez.
-Me da miedo.
-Lo sé, amor, pero nada malo pasará. Frigga quiere que su padre la tome en brazos.-Le dio una leve sonrisa a Thor.-Vamos, no es tan difícil, ya verás.
Thor asintió.-Bien.
Dejó a la niña con cuidado en los brazos de Thor y sonrió viéndolos.-Bien. Eso es.
El castaño le sonrió.-Gracias por permitirme colocarle ese nombre.
Acarició la mejilla del mayor.-Fue importante para mí también. Ella me hizo ser un gran hechicero y pensar, en vez de pelear. Es un honor que nuestra hija tenga su nombre, Thor.
-Te amo Loki.-Thor miró a su hija que aún dormía.-Los amo.
-También te amo, idiota. Eso si, ni creas que tendré más hijos.
-¿Qué? No. Loki, no puedes sólo darme a Frigga.
Se colocó la bata verde de seda, comenzó a desenredar su cabello con sus dedos.-Thor, nuestra hija sólo tiene un mes, tendremos otro en unos años más.
-¿Lo prometes?
Lo miró.-Lo prometo, mi rey.-Thor sonrió mirándolo. Nunca se cansaría de ver esa mirada dirigida solamente hacia él, esa mirada llena de amor.-¿Qué dices si vamos a desayunar antes que esa señorita despierte pidiendo atención?
-Bien.
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-Clint, me muero. Me estoy muriendo.-El mayor negó.-Estoy viendo la luz.
-Pietro.-Clint cerró la puerta.-Estás bien, no estás muriendo, ni nada parecido.-La bandeja con su desayuno fue dejado en sus piernas.-Ahora, come. Necesitas recuperar fuerzas.
-Te lo dije, estoy débil.
-No lo estás. Tan sólo acabas de tener a nuestros hijos hace una semana, pero haz actuado como si te estuvieras muriendo cada día.
Se rió.-Es que me gusta estar aquí acostado contigo atendiéndome.
-Come.-Clint le dio un beso en la frente y se dirigió hacia las cunas.-Aprovecha que están durmiendo.
-¿Aún sigues triste porque ninguno se llama Francis?
El mayor se rió.-Creo que fue lo mejor, no quiero que mi hijo me odie por ese nombre.
La puerta sonó.-¿Puedo pasar?
-Pasa, Peter.
Peter abrió la puerta despacio, no quería despertar a los bebés.-¿Cómo estás?-Cerró la puerta.