Min Yoongi, de 29 años, se sienta a escribir los votos para su boda. La inspiración es difícil de encontrar, y una sugerencia (no tan) sutil de su mejor amigo, Kim Taehyung, abre una puerta a su pasado y se da cuenta de que nunca se cerró realmente...
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Yoongi parpadeó abriendo los ojos lentamente, mirando a la parte posterior del cuello de Jin. No estaba seguro de qué hora era, aunque su habitación todavía estaba bastante oscura. Dejó escapar un suave gemido, aplastando sus ojos fuertemente. No había manera de que quisiera estar despierto si no tenía que estarlo.
Su brazo izquierdo estaba cubriendo la cintura estrecha de Jin, y le pasó la palma por el abdomen desnudo, la mano deslizándose por su caja torácica. Sus ojos se abrieron, mirando el contraste de su piel contra la de Jin.
Jin tenía la piel ligeramente bronceada, bordes suaves y curvas absolutamente hermosas. Yoongi movió sus dedos contra sus costillas, observando cómo la banda dorada de su anillo de bodas captaba la suave luz de su dormitorio. A veces podía ver su anillo, y siempre sentía esa emoción florecer en su pecho con recuerdos del día de su boda.
Había sido tan pequeña e íntima; una ceremonia privada en la playa en mayo, seguida de una recepción de barbacoa rodeada por sus amigos y familiares más cercanos. Había lágrimas, flores, votos y risas, y Yoongi deseaba poder rehacer el día, una y otra vez.
Había algo en mantener las manos de Jin debajo de un altar, mirándolo a los ojos cuando se comprometieron a pasar el resto de sus vidas juntos. Estaba casi seguro de que su corazón nunca sería capaz de amar más profundo o desesperadamente, que cuando estaba parado en la suave arena.
-Estas despierto.
Yoongi sonrió, moviéndose más cerca para presionar sus labios contra la parte posterior del cuello de Jin.
-Necesito amor de mi marido.
-Gi, son antes de las cinco- suspiró Jin con cansancio- No tenemos que estar despiertos todavía.
-Ah, pero aquí estamos- murmuró Yoongi en voz baja.
Jin dejó escapar un suave gruñido.
-No voy a dejar que me toques- dijo rotundamente- Si tengo alguna esperanza de tener la tarde libre, necesito meter ocho horas de reuniones en cuatro, y no puedo hacer eso si me haz agotado.
Yoongi sonrió, tirando a Jin hacia atrás contra su frente.
-No solo te quiero por tu trasero, cariño.
Jin resopló.
-Entonces déjame volver a dormir.
Yoongi sonrió, sus dedos patinando sobre el pecho de Jin.
-Te amo.
-Jesús- se quejó Jin- Yo también te amo, idiota. Pero estoy cansado, y tengo que trabajar hoy.
-Oh, ¿estas seguro?- cuestionó Yoongi, levantando la cabeza de la almohada para mirar a su pequeña bebé a sólo unos centímetros de los pies de la cama- Ella dice lo contrario.
